‘Inmersiones’: el periodismo en primera persona

‘Inmersiones’: el periodismo en primera persona

El ensayo de María Angulo Egea aporta un repaso histórico a los géneros que se alejan de la pretensión de objetividad del periodismo informativo. Se detiene a visibilizar a mujeres que se han dedicado a estos proyectos inmersivos, sin olvidar las dificultades que siguen afrontando las periodistas en un gremio todavía dominado por hombres.

08/02/2018
Nellie Bly en 1890, fotografiada por H. J. Myers

Nellie Bly en 1890, fotografiada por H. J. Myers

El testimonio de una periodista de la época victoriana que, fingiendo una enfermedad mental, se infiltró en un psiquiátrico para denunciar las condiciones de vida de las pacientes. La narración de una webcamer porno eventual que se hace pasar por un cliente lujurioso llamado Feliciano. El relato de las escapadas a Caños de Meca de una profesora universitaria de periodismo, con sus puestas de sol, sus amores con sabor a hachís y el poso melancólico que deja la travesía a la vuelta a la vida cotidiana. Son algunas de las historias que aparecen en Inmersiones: crónica de viajes y periodismo encubierto (Edicions de la Universitat de Barcelona, 2017), el recorrido por la crónica de inmersión de la periodista y doctora en Filosofía y Letras María Angulo Egea, que representa el último capítulo publicado del estudio de los vínculos entre periodismo y literatura que la autora lleva realizando desde hace años.

El periodismo de inmersión es aquel en el que la periodista o el periodista se “sumerge” en una parcela concreta de la realidad, para explicar unos hechos de los que ha sido protagonista o de los que ha formado parte directamente. Esto le permite narrar los eventos en primera persona y de una forma subjetiva, en forma de crónica, alejándose de la objetividad impersonal del periodismo informativo y abriendo la puerta a los recursos que ofrecen los distintos géneros literarios. En la crónica de inmersión, quien narra forma parte activa de la noticia, de la misma forma que quienes leen, justo al lado contrario y gracias a la tecnología, han dejado de ser un sujeto pasivo para pasar a interactuar con las distintas plataformas de contenidos que utilizan.

Angulo, en sus Inmersiones, tras hacer un repaso histórico del concepto de crónica, se centra en tres tipos de periodismo de inmersión: el periodismo encubierto, el gonzo y la crónica de viajes. Y de manera especial, se ocupa de las mujeres que se han dedicado, y se dedican, a estos proyectos inmersivos. No por ello se olvida del papel de las mujeres en la prensa en general y de las dificultades que afrontan las periodistas cada día en unas redacciones en las que son los hombres los que ocupan las posiciones de poder y toman las decisiones importantes, lo cual se refleja en un tipo de “prensa cipotuda” (en palabras de Íñigo F. Lomana) que trata los temas de una forma sexista a pesar de que la agenda informativa cada vez incorpora más cuestiones relacionadas con los derechos de las mujeres (como la violencia de género).

A la reportera de investigación Nellie Bly se la conoce por ser la pionera del periodismo encubierto. María Angulo expresa su admiración por esta precursora dedicándole un capítulo de Inmersiones. Bly se hizo famosa por sus reportajes de investigación en primera persona. Simuló una enfermedad mental para escribir sobre las condiciones de vida en un psiquiátrico, también fingió ser una empleada en una fábrica de cajas y una criada de una familia rica, siempre poniendo el foco en la denuncia social. Cubrió la Convención para el Sufragio Femenino en 1913 y fue reportera durante la Primera Guerra Mundial. Además superó a Phileas Fogg, protagonista de La vuelta al mundo en 80 días, haciendo una ruta alrededor del mundo en 72 días. Durante el camino se permitió dar un rodeo hasta Francia para entrevistarse con el propio Julio Verne, que tenía sus reservas sobre los propósitos de la periodista.

El periodismo gonzo va un paso más allá. Si el periodismo encubierto utiliza el disfraz como argucia para describir una realidad desde dentro, con los dilemas éticos que el camuflaje conlleva en ocasiones, el periodismo gonzo, con disfraz o a pelo, se pone el “yo” por montera para ser el centro del reportaje. El término gonzo se utilizó por primera vez para describir las crónicas narcotizadas de Hunter S. Thompson, y desde entonces sirve para definir los trabajos más subjetivos, desacomplejados y cercanos a la literatura del periodismo. María Angulo pone como ejemplo de periodista gonzo o “kamikaze” a Gabriela Wiener. Esta cronista peruana afincada en España no duda en usarse a sí misma como conejillo de indias para tratar temas que le interesan, muchos de ellos relacionados con la sexualidad femenina. Uno de sus reportajes más representativos es “Bienvenidos a mi webcama”, en el que explica sus experiencias prestando “servicios sexuales sin derecho a roce” a través de una webcam, a la vez que se hace pasar por un cliente con sus compañeras webcamers. Su libro Dicen de mí es la exaltación más pura del “yo”, ya que se compone de entrevistas a personas de su entorno para preguntarles sobre ella misma y componer a través de los otros su propio perfil.

Martha Gellhorn con Ernest Hemingway y militares chinos, en 1941./ Ernest Hemingway Photograph Collection.

La crónica de viajes siempre ha sido uno de los grandes refugios del “yo” periodístico. Un viaje del “yo” para conocer a los “otros” y re-conocerse a través de ellos. Desde el callejeo flâneur estilizado de autores como José Martí o Josefina Carabias hasta las grandes crónicas de viajes (imprescindible leer a Martha Gellhorn), la experiencia viajera siempre ha significado un recorrido hacia dentro (viaje de autoconocimiento) tanto como hacia afuera. Y más en el último siglo, cuando ya no quedan territorios por descubrir, sino que el viaje se realiza sobre caminos que ya han transitado y explicado otros antes (“metaviajeros”, les llama a estos viajeros posmodernos Jorge Carrión). A la pregunta tan de moda de qué diferencia a un turista de un viajero, María Angulo es tajante: todas y todos somos turistas y viajeros. El viajero se ha fundido con el turista en nuestros días, no hay diferencia en un mundo globalizado y capitalista como el nuestro. Y a modo de muestra de crónica de viaje actual, la autora finaliza su ensayo sobre el periodismo de inmersión con una pieza propia en la que narra sus viajes a lo largo del tiempo a Caños de Meca, su paraíso personal.

Nere, ¿quieres conocer el paraíso?

—What?

Se llama Caños de Meca y está en la costa gaditana, entre Conil y Barbate. ¿Te apuntas? ¿Busco un lugar donde reservar para julio?

Dale.

Así empieza su crónica viajera. Así empieza una aventura.

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