Recuerdos del 8 de marzo. Inma Buendía
Una fiesta. Así se resumía la primera jornada del día de la mujer que recuerdo. Era mi segundo curso en el instituto. Todo estaba preparado. A partir de las 11 de la mañana se había convocado paro y los actos comenzaban. En el recreo, manifestación en el patio, donde se habilitó un espacio […]
Una fiesta. Así se resumía la primera jornada del día de la mujer que recuerdo. Era mi segundo curso en el instituto. Todo estaba preparado. A partir de las 11 de la mañana se había convocado paro y los actos comenzaban. En el recreo, manifestación en el patio, donde se habilitó un espacio para, más tarde, dar de comer a cuanto comensal quisiera. Así pasé mi primera jornada de autoafirmación de género, entre macarrones y eventos festivos.
Quince años después, el 8 de marzo me parece una fecha necesaria. Aún hoy la Opinión Pública no tiene claro cuál es el objetivo de este día. De dónde proviene su creación y cuáles son sus símbolos. Tras varios años reflexionando acerca de las razones de este desconocimiento, he resumido la situación en dos hipótesis: O bien la lucha feminista no ha sabido dirigir su discurso y hacer que éste llegue a la ciudadanía. O quizá los grupos de poder, en general dirigidos por hombres, han menospreciado y devaluado las proclamas femeninas. Aunque más bien creo que la razón se esconde en la mezcla de ambas teorías.
En 2009, la Comisión de Género de la Facultad de Humanidades de la Universidad de La Plata (UNLP), la Comisión de Género del Sindicato Único de Trabajadores de la Educación de la Provincia de Buenos Aires (Suteba) y la agrupación feminista “Mas malas que las Arañas” organizaron una quema de Barbies el Día de la Mujer en la capital porteña. Utilizaron así el mismo lenguaje visual con el que la publicidad persuade a mujeres de todo el mundo. Tal vez organizar algo así sea demasido ambicioso a pocos días de la fecha (sin embargo lanzo la propuesta a los colectivos que se citan cada año en la marcha que recorre las calles y cuidades del país). No obstante, invito a que nos reunamos amigas, hermanas, madres, etc. para prender una hoguera. No solo de Barbies, sino de todo tipo de objetos con los que nos hayamos sentido oprimidas por una sociedad machista.
Y es que a veces siento que se ha perdido aquel espíritu alegre que envolvió mi primer 8 de marzo. Animo a que lo recuperemos y que cada una de nosotras haga algo con carácter lúdico, especial. Convirtamos el Día de la Mujer en una fiesta.
Fotos extraídas de www.malascomolasa.blogspot.com