Recuerdos del 8 de marzo. Sofía A.

Recuerdos del 8 de marzo. Sofía A.

Sofía Sofía A. con su máscara rosa

El mejor de todos los días fue ese que se me olvidó completamente que era 8 de marzo. Bueno, tal vez lo sabía, porque ir a trabajar es lo que tiene, que te planta los pies […]

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14/03/2010
Sofía

Sofía A. con su máscara rosa

El mejor de todos los días fue ese que se me olvidó completamente que era 8 de marzo. Bueno, tal vez lo sabía, porque ir a trabajar es lo que tiene, que te planta los pies en el suelo que por poco se te quedan incrustados en él si te descuidas. Pero el caso es que no debí relacionarlo.

Mi día empezó vulgar y transcurrió completamente anodino, de estos que estás que no estás y todo pasa sin ti, sin tu permiso, sin que te des cuenta. El caso es que no sé que tuve que hacer en el centro de Madrid después del curro que allí que fui con el mismo ánimo que me había acompañado las horas anteriores. Cual fue mi sorpresa cuando al bajar en la estación de Sol me vi rodeada de decenas de personas. No es raro que al salir de la estación de Sol te veas atrapada por los miles de viandantes que circulan por allí diariamente, pero es que esta vez era diferente: las chicas de mi alrededor cantaban, los niños golpeaban cacerolas al ritmo de las consignas que cantaban sus madres -“Nosotras parimos, nosotras decidimos”- y las mujeres con antifaces, pañuelos y caretas rosas levantaban las manos en forma de triángulo.

Me quedé estupefacta y todo lo que ocurría a mi alrededor tuvo el efecto de cambiar radicalmente mi día. Me agencié una chapa rosa, me puse una pegatina con el símbolo femenino en el antebrazo y me quedé con ellas.

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