Diane por Diana
Diana era la diosa virgen de la caza, los animales salvajes, y los partos. Curiosamente, también era el nombre de la píldora anticonceptiva que me recetaron de adolescente para "combatir" mi acné. Diane. Y yo encantada de que no me salieran granos. Y mientras tanto mis hormonas se dormían poco a poco en mi cuerpo.
Diana era la diosa virgen de la caza, los animales salvajes, y los partos.
Curiosamente, también era el nombre de la píldora anticonceptiva que me recetaron de adolescente para “combatir” mi acné. Diane.
Y yo encantada de que no me salieran granos.
Y mientras tanto mis hormonas se dormían poco a poco en mi cuerpo.
Y mientras tanto algo se acallaba coléricamente. Algo quedaba latente y contraído.
Más tarde y por razones anticonceptivas esta vez, volví a tomar la píldora durante 4 años. Lo dejé y lo retomé varias veces. Había algo dentro de mí que comenzó a protestar levemente. Tímidamente. Algo que me decía “éste no es el camino”. Me daban ganas de llorar cuando decidía volver a tomarla. Simplemente no me parecía justo. Con todas las consecuencias de las que ahora soy plenamente consciente que aquello me traería: pérdida de apetito sexual, problemas de riego sanguíneo, dolores de cabeza, pérdida del ciclo y sangrado. Normal que mi cuerpo protestara.
A las mujeres nos están amordazando de muchas formas visibles e invisibles. O quizás somos nosotras las que dejamos que otros hablen por nosotras.
A las mujeres se nos está tratando como niñas cuando somos mujeres adultas plenas y responsables. O quizás somos nosotras las que seguimos esperando al príncipe azul o a un padre protector que nos dirija nuestras vidas. Alguien que nos salve de todo mal, por secula seculorum. Amen.
A las mujeres se nos está privando del placer. O quizás somos nosotras mismas las que tenemos pavor de él.
A las mujeres se nos está privando del derecho a sentir el dolor como algo digno. O quizás somos nosotras las que nos negamos a aceptarlo como inevitable, parte de la vida.
A las mujeres se nos está tratando como débiles cuando somos guerreras fuertes y valerosas como Diana. O quizás somos nosotras las que nos victimizamos todo el tiempo bajo un “pobre de mí” o un ” es que a mí me pasa de todo”.
A las mujeres todavía se nos está diciendo qué es lo que tenemos que hacer sin consultarnos primero a nosotras mismas. O quizás somos nosotras las que todavía necesitamos una opinión masculina para actuar y decidir.
A las mujeres no se nos está escuchando cuando gritamos.
Pero quizás somos nosotras las que debemos escuchar los gritos ahogados en nuestro propio cuerpo.
Nos están sirviendo vistosos platos en bandeja, tienen buenísima pinta, son atractivos a primera vista y aparentemente nos facilitan la vida, pero queridas, cuidado porque muchos de ellos están envenenados.
Diana, a su salud, pienso abstenerme de Diane de momento. Por ahora, quiero escuchar.
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