“A ti lo que te gusta es que te den caña”
Este mes Mónica Quesada Juan nos habla de la tendencia a elegir parejas conflictivas que no nos tratan bien.
“¡Hola! No sé cómo, pero al final siempre acabo teniendo relaciones con personas que no me convienen. Y estoy harta de escuchar la frasecita de “A ti lo que te gusta es que te den caña”, porque sé que no es verdad, pero cuando conozco a alguien, suele ser así. ¡Y no me vale con las explicaciones biológicas aquellas de que las mujeres estamos determinadas para buscar hombres fuertes que nos protejan, porque entre mis amigos tengo un par de chicos que les pasa lo mismo que a mí! ¡Y no creo que ellos busquen protección ni estén determinados biológicamente para ello!” Lourdes
¡Hola, Lourdes! Efectivamente, cuando, la mayor parte de las veces, establecemos vínculos con personas que no nos aportan, lo ideal es pararse a pensar cómo puedo cambiarlo para no caer siempre en relaciones que no nos son beneficiosas. En uno de los anteriores artículos hablamos de cómo cambiar nuestro modelo de pareja aprendiendo a relacionarnos de otras maneras. Si partimos de la base de que establecemos vínculos para sentirnos mejor, relacionarnos con personas que no lo valoran parece no tener ningún sentido. El origen de esto suele ser explicado bien desde teorías biológicas, bien desde aprendizaje de género (abajo encontrarás enlaces muy interesantes sobre esta última), pero lo que está claro es que la clave está en ver para qué nos sirven este tipo de relaciones. Tómate unos minutos y respóndete sinceramente a la pregunta: ¿Para qué me sirve?
No nos han educado para identificar nuestras necesidades, de ahí que mucha gente elija parejas problemáticas, para cumplir con la función aprendida de ayuda al otro
Las respuestas a esta pregunta pueden ser muchas, pero si nos vamos al terreno de la educación en nuestra infancia, veremos que pocas veces se nos ha educado en la responsabilidad y la identificación de nuestras propias necesidades. De ahí la facilidad de mucha gente para, en las relaciones de pareja, amistades, etc., se pierdan en las necesidades de los demás…y se tienda a elegir a aquellos más problemáticos a la hora de establecer vínculos porque así nos es más fácil cumplir con la función aprendida de ayuda al otro… Pero desde el punto de partida equivocado, porque si tú no sabes qué necesitas para ti, mucho menos vas a saber qué necesitan los demás.
Imagina por un momento que todo el mundo fuese con una linterna y, allí donde cayese la luz, está depositada su atención. Desde la infancia hemos visto que lo “correcto” socialmente es que esa luz apunte hacia los demás, nunca hacia nosotras y nosotros. En el momento en el que se establece un vínculo con alguien que lo pone difícil (léase chico malo/chica mala), la luz de nuestra linterna lo enfoca de tal manera que lo hace el actor o la actriz principal de nuestra película. Toda la luz está concentrada en cuál va a ser su próximo movimiento, olvidándonos de la persona que está sujetando la linterna.
Ahora bien, cuando el vínculo se establece con alguien que lo pone fácil, la linterna, al no tener movimiento en el escenario, puede tender a volverse hacia quien la sujeta, pasando toda la atención a ti. Y, de repente, ¡sorpresa! Te das cuenta de que tú también tienes necesidades pero no has aprendido aún a gestionarlas. Cuando la atención se dirige a “qué necesito yo en este momento” en vez de “qué puedo aportar yo al otro para que esté bien” es cuando mucha gente pierde, en algunos casos, el interés.
Si te encuentras en esta situación y quieres cambiarla realmente, más que centrarte en por qué te atraen siempre este tipo de personas, prueba a dirigir tu atención hacia qué necesitas tú para estar bien en pareja y prioriza tus necesidades y valores. Lo que está claro es que el mundo no es cómo lo vemos sino cómo lo pensamos y, si nos quedamos en por qué siempre encontramos al mismo tipo de persona, sólo veremos aquellos que coincidan con el modelo que tenemos en la cabeza. Ahora bien, si empezamos a diseñar aquello que queremos, empezamos a abrir un nuevo camino de posibilidades. Atrévete a diseñar tus nuevos vínculos con ojos de aprendiz.