“La monogamia no es para mí”
¿Crees que la monogamia no está hecha para ti? ¿Sientes que la exclusividad sexual te impide disfrutar de lo que te ofrece la vida? ¿La gente de alrededor te tacha de caradura por querer tener relaciones sexuales con más de una persona al mismo tiempo? Si es así, Mónica Quesada Juan te da la enhorabuena por tratar de diseñar tus propias relaciones.
Llevo un tiempo reflexionando sobre qué tipo de relación de pareja quiero construir y he llegado a la conclusión de que la monogamia no me parece lo más adecuado para mí. Ahora que estoy iniciando una nueva relación con un chico, quiero poner las cartas sobre la mesa, pero temo asustarle. Además, cuando se lo cuento a alguien, me tachan de caradura… No sé qué hacer. ¿Alguna idea? ¿Es tan raro lo que quiero? Iratxe.
Hola Iratxe! Ante todo, enhorabuena por ser la diseñadora de cómo quieres tus relaciones. Es un ejemplo de cómo empezar a responsabilizarse de una misma y a trazar tu propio camino fuera de los mandatos impuestos.
Cuando se inicia una relación de pareja, el objetivo para que esta sea sana es crecer. No es raro lo que planteas, puesto que para mucha gente supone una limitación evitar contactos con otras personas, aunque no lo cuestionan y lo viven como un sacrificio. La monogamia en pareja es una decisión que tiene que surgir de una misma y no estar impuesta desde el exterior. Muchas parejas, al iniciar su andadura, dan por sentado la exclusividad sexual sin tan siquiera hablarlo porque es lo ‘normal’, sin pararse a reflexionar si eso es lo adecuado para su relación.
Es cierto que la monogamia es lo normal…pero no lo natural. Recordemos que a la palabra ‘normal’, si le quitamos la ‘l’, se queda en ‘norma’. Esta norma, impuesta desde fuera, solemos trasladarla a nuestra vida como si fuera lo adecuado pero, ¿qué pasa si no lo es? ¿qué ocurriría si justo esta norma te dificulta disfrutar de lo que te ofrece la vida?
De hecho, la no exclusividad sexual es muy amplia y cada pareja puede negociar sus límites. La dificultad radica en el miedo que muchas personas tienen a perder a la pareja. Fíjate si cambiásemos el foco y pensáramos: “Si esta persona está conmigo es porque lo ha decidido libremente y no por sacrificio”. Significaría que cada día eliges y te eligen para continuar el camino.
Como bien dices, culturalmente no se aceptan las relaciones sexuales abiertas y te encontrarás con muchos comentarios y apelativos del tipo de ‘caradura’. Y más aún siendo mujer, pues los comentarios que recibirá él irán en otra línea bien distinta. El hecho de que sean diferentes según el sexo es el primer indicador de que te estás saltando un mandato cultural. Esto es básicamente porque, al igual que nos cuesta cambiar nuestras propias actitudes, nos cuesta que el resto se salga de la norma porque nos hace replantearnos nuestros límites. El problema no deja de ser suyo, no tuyo.
La dificultad de la no exclusividad sexual radica en el miedo que muchas personas tienen a perder a la pareja
Yo a esto le llamo el ‘efecto ¿y eso?’. Siempre que se rompe una creencia arraigada culturalmente surge desde el exterior la pregunta “¿y eso?”. Por ejemplo, imagínate que dices: “Estoy o quiero estar soltera”. Inmediatamente surge el “¿y eso?”. Sin embargo, si dijeras: “Tengo pareja”, esa pregunta brillaría por su ausencia. Cada vez que digáis que habéis decidido construir una pareja sin exclusividad sexual, surgirá la pregunta “¿y eso?” porque los seres humanos necesitamos tener un esquema fijo en la cabeza para poder movernos en el mundo. Ese esquema suele estar conformado bajo los patrones educacionales que hemos recibido, que no están basados en la libertad y en el placer del individuo, sino más bien al contrario.
Así pues, uno de los primeros pasos para poder disfrutar de tu decisión no es solo hacer oídos sordos a los comentarios externos, sino aceptar que no están dentro del esquema general pero que eso no te convierte en una caradura. Por otro lado, se suele asociar la libertad sexual a descontrol cuando, en realidad, la opción de tener encuentros fuera de la pareja no implica estar de continuo con terceras personas. Simplemente deja abierta la posibilidad de hacerlo y, después, cada cual decide si lo hace o no. No se pierde la cabeza por tener opciones.
La dificultad radica en la importancia que le hemos concedido a la genitalidad, dándole el protagonismo en la pareja y utilizándola como el medidor del estado de la relación, cuando no es más que una de las facetas que conforma la pareja y a la persona. Para entender esto solo hay que mirar a nuestro alrededor y nos encontraremos con parejas que funcionan muy bien en todos los aspectos. Sin embargo, si una de las dos partes comete una ‘infidelidad’, la pareja se rompe, echando a perder todo lo que sí funcionaba.
Imagínate que viviésemos en una sociedad en la que hubiésemos aprendido a centrarnos en lo positivo de nuestra vida y a valorar nuestra libertad, la del resto y también el sano egoísmo. Apreciaríamos lo que nos aporta la pareja cuando está con nosotras o con nosotros, sin darle más vueltas a qué hace cuando no lo está. Hemos interiorizado que, si estamos con alguien, nos mimetizamos hasta hacernos una sola persona, lo que limita el crecimiento del individuo.
Una relación de pareja abierta implica que ambas personas estén de acuerdo en que así sea y negocien cómo quieren llevarla a cabo
En realidad, la relación de pareja sana es aquella que nos hace crecer. Si no es así algo está fallando porque no olvidemos que iniciar una relación es (o debería ser) una elección, no una obligación, y que es totalmente insano elegir algo que nos va a limitar. Es más, llega un punto en que muchas parejas cuyas relaciones sexuales cojean ven como única opción romper la pareja. Sin embargo, una solución podría ser seguir disfrutando de lo positivo que te aporta la relación y disfrutar al mismo tiempo de lo positivo que te aporten otras personas.
Lo que está claro es que iniciar una relación de pareja abierta implica que ambas personas estén de acuerdo y negocien cómo quieren llevarla a cabo. Hay parejas que establecen contárselo, otras que prefieren no saberlo, algunas que marcan hasta cuántas veces puede haber encuentros con una misma persona, otras qué prácticas están permitidas… Cada pareja es un mundo y cada cuál construye lo que quiere para su proyecto común.
Disfruta de esta nueva andadura y ya nos contarás qué tal va la construcción de tu modelo de pareja. Aunque te surjan dificultades, al menos serán desde la satisfacción de que eres tú la que elije cómo vivir su vida.