Itzá: punto de encuentro entre antimilitarismo y feminismo
Mujeres de la Red Juvenil de Medellín desarrollan un espacio de formación y empoderamiento en el que abordan los conflictos y vulneraciones de derechos en Colombia desde el discurso feminista
“Los hombres eran la cueva (…) Los eternos privilegiados. A pesar de que todos salían del vientre de una mujer, que dependían de ella para crecer y respirar, para alimentarse, tener los primeros contactos con el mundo, aprender a conocer las palabras; luego parecían rebelarse con inusitada fiereza contra esta dependencia, sometiendo al signo femenino, dominándolo, negando el poder de quienes a través del dolor de piernas abiertas les entregaban el universo, la vida”, escribe la nicaragüense Gioconda Belli en ‘La mujer habitada’.
Itzá es la protagonista de esta novela y la inspiradora del colectivo de mujeres colombianas Grupo Itzá, que funden en su justificación antimilitarismo y feminismo. Después de muchos años de oposición a la violencia y a favor de la objeción de conciencia en Medellín (Colombia), siete mujeres de la Red Juvenil enarbolaron este texto para aunar luchas que germinaron en la creación de un colectivo feminista en el seno de la Red. Desde entonces, la reivindicación de los derechos sexuales y reproductivos es su nueva herramienta de transformación social.
¿Cómo hacemos para que de nuestros cuerpos se elimine la dominación y el patriarcado?, se pregunta Sandra Grisales, una de las fundadoras del Grupo Itzá, en un bar bilbaíno durante su estancia en la ciudad hace unos meses para hablar de violencia machista en Colombia. “Hemos hecho varias acciones que permiten identificar todo el proceso de emancipación que debemos tener las mujeres. Nos hemos fortalecido como grupo haciendo lecturas sobre feminismo, de mujeres históricas que han hecho una lucha feminista, mirándolo desde nuestros quehaceres. Aparte de la formación y de la integración de mujeres de diferentes sectores, nos sentamos a hablar del maltrato hacia nosotras”, se responde Grisales, quien lleva más de diez años vinculada a la Red Juvenil de Medellín.
El grupo es una Escuela de Formación Feminista, donde alrededor de una treintena de mujeres se nutren, se cuestionan, se enriquecen, comparten
Más allá de una reunión entre compañeras, el Grupo Itzá es una Escuela de Formación Feminista, donde alrededor de una treintena de mujeres se nutren, se cuestionan, se enriquecen, comparten. La idea es “cómo podríamos ir eliminando los miedos y trasladando a nuestro cuerpo el poder que permita emanciparnos”, añade Grisales.
Y poco a poco una tarde de inverno se convierte en una interesante charla a tres bandas (a Sandra le acompaña su amiga Saray González) sobre las estructuras de poder. “Tenemos que hacer historia para que las que vengan detrás gocen de otras cosas… La lucha de hoy es por la eliminación del patriarcado y para que se reconozca que hay otras formas de vida. Es necesario vincular todo un proceso académico para poder seguir haciendo historia y poder seguir fortaleciéndonos. Todas estamos construyendo o aprendiendo, independientemente del nivel de cada una”, explica la colombiana.
Lectura y acción
Un vistazo a la página web de la Red enriquece la explicación, añade nuevos matices y ofrece el contexto: “Para nosotras y nosotros el feminismo no es un partido ni una ideología. Es una construcción teórica y de praxis, para plantear herramientas académicas y de prácticas que permitan destruir y atacar el sistema de dominación patriarcal. Es una lectura de un proyecto de humanidad, otro distinto a toda la mierda que tragamos de académicos y elites. El antimilitarismo hoy en la Red es una acción –lectura- crítica y contracultural del militarismo como visión de mundo dentro del sistema de dominio patriarcal, que necesaria y urgentemente implica que los hombres no sólo digan ‘no’ a la guerra y al servicio militar, sino que igual objeten a esa comodidad de su masculinidad hegemónica que implica el militarismo y la apropiación del cuerpo de las mujeres”.
Lectura y acción. La Escuela de Formación Feminista va más allá de la lectura crítica y analítica de textos. De ahí se pasa a la acción directa: La apostasía y el cumplimiento de la ley del aborto las han sacado a la calle.
“También trabajamos con quien nos rodea, sobre todo hombres, para hacer entender el papel y el rol que deben tener las mujeres en la sociedad”, apunta Grisales. Para nuestra interlocutora, en el trabajo feminista no debe haber hombres, ya que es un trabajo de transformación y emancipación eminentemente de mujeres: “El feminismo es de nosotras, transformarnos a nosotras para demostrarle a ellos y que evidencien qué es lo que han hecho. Ellos deben reunirse para ver cómo eliminar ese machismo”. Ahora, otra cosa es el género, dice. “Ahí sí nos encontramos”.
“Hemos hecho objeción de conciencia a los ejércitos legales, ilegales y también a las multinacionales, y las mujeres frente al patriarcado y contra la vulneración los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres,… Es todo un proceso para objetar contra las formas de dominación que hay en el país”
Los nuevos proyectos inundan la cabeza de estas luchadoras. Ahora trabajan en fortalecer la Escuela con una librería feminista y un espacio de lectura y de préstamo. Abrir las puertas. Y seguir creciendo. “Estamos tratando de abrir otro grupo y viendo la forma de crear con las niñas un proceso similar al de la Escuela Feminista pero con una pedagogía adecuada para ellas. La idea es que puedan ir entendiendo y practicando el empoderamiento femenino y la búsqueda de su propia emancipación”, actualiza Sandra Grisales, ahora por correo electrónico, tiempo después de la charla cara a cara.
Medellín, el contexto
La Red Juvenil es una organización social y política que trabaja en el empoderamiento juvenil y la resistencia a la guerra desde la no violencia activa y la objeción de conciencia como principio filosófico y proyecto de vida. Una acción que se enfrenta no sólo al ejército legal o del Estado, sino a los otros grupos armados que actúan en Colombia. “En un conflicto armado como el que tenemos nosotros desde hace muchos años, lo que hacen los jóvenes es sumarse al conflicto armado y desde ahí desarrollan el proceso de su vida alrededor la violencia como arma de poder y de generación de dinero”, sostiene Grisales.
Y añade: “Se están logrando cosas, pero los objetivos son a largo plazo porque llevamos más de diez años hablando de objeción de conciencia y antimilitarismo en una ciudad y un país que está militarizado, en el que los ejércitos ilegales también están actuando”. La libertad siempre es la utopía última que obliga a caminar.
Una postura que, como demuestra el Grupo Itzá, no es sólo contra la militarización. Los objetivos son variados. La portavoz del grupo feminista y de la Red durante esta visita a Europa, continúa el relato: “Hemos hecho objeción de conciencia a los ejércitos legales, ilegales y también a las multinacionales, y las mujeres frente al patriarcado y contra la vulneración los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres… Es todo un proceso para objetar contra las formas de dominación que hay en el país”. Se trata de plantar cara a las estructuras de poder existentes.
El contexto siempre marca. El feminicidio, según la web de la Red Juvenil, está presente en Colombia. Los últimos datos indican que más de 148 mujeres fueron asesinadas en 2011 en el departamento colombiano de Antioquia, la mayoría en Medellín, su capital. La que fue la ciudad más peligrosa del mundo lucha poco a poco por cambiar esta común descripción. Las acciones de las personas que integran la Red y el Grupo Itzá sin duda sirven de bálsamo.
Itzá, en lengua maya, significa gota de rocío. Si añadimos una h, el significado en euskera es palabra. Palabras y reflexiones que impulsan la acción y la oposición a las estructuras de poder con dos herramientas: antimilitarismo y feminismo.