Palestina; los patos de colores y el pavo real

Palestina; los patos de colores y el pavo real

El Teatro Nacional Palestino El-Hakawati no faltó a su cita con la infancia, a quien cada año dedica el Festival Internacional de Títeres. Sin embargo, niñas y niños se quedaron sin disfrutar de este espectáculo porque, poco antes de la fecha prevista para su inauguración, el Ministerio Público de Seguridad de Israel ordenó la clausura del Teatro durante ocho días

Texto: Itziar Abad
“No a la ocupación / No nos marcharemos / El pueblo quiere un estado palestino libre”. Foto: Marisol Ramírez

“No a la ocupación / No nos marcharemos / El pueblo quiere un estado palestino libre”. Foto: Marisol Ramírez

El Teatro Nacional Palestino El-Hakawati, situado en Jerusalén Este, lleva más de tres décadas creando y poniendo en escena espectáculos artísticos y educativos que colaboran en la construcción de una política cultural palestina. El Teatro alberga la sede del Centro de Música Árabe de Jerusalén y el Festival de Literatura Palestina. Además, todos los años tiene una cita con las niñas y los niños de esa ciudad, para quienes organiza el Festival Internacional de Títeres. El pasado mes de junio iba a celebrar su 19º edición y anunciaba una programación sin igual: conciertos, proyecciones de películas y espectáculos de marionetas, que tendrían lugar a lo largo de la última semana del mes.

Como siempre, el Festival Internacional de Títeres pretendía ser un soplo de aire fresco para las criaturas, que en su vida diaria enfrentan altos índices de violencia y discriminación que minan su bienestar y sus oportunidades. “Intentamos romper las fronteras y los muros para llevar alegría, risa y esperanza a la infancia de Jerusalén”, apuntaba el director del Teatro, Mohammad Haliqa, en el folleto publicitario. Por su parte, el director artístico, Yacoub Abu-Arafeh, elogiaba a las niñas y a los niños de Jerusalén: “Sois nuestra esperanza y nuestro futuro. Lo menos que podemos hacer es mantener esta tradición anual para que os divirtáis. Esta semana es siempre especial por vuestra presencia y vuestra participación, que demuestra que somos personas que amamos la vida y que disfrutamos de enormes capacidades para la creatividad, la cultura y la civilización”.

Para el viernes, el cartel anunciaba la obra de teatro Paciencia y conocimiento, de Qafilah Theatre, una compañía ambulante de jóvenes artistas de Palestina. La obra cuenta la historia de tres patos de diferentes colores: uno, blanco; otro, amarillo; y el tercero, negro. Los patos están orgullosos de su color propio y, animados por los animales del bosque, cantan alegres todo el tiempo hasta que un día un pavo real decide romper la amistad entre ellos. La reseña de la obra adelantaba un sugerente “inesperado giro” como desenlace… que el público menudo no pudo llegar a descubrir. Sí fue testigo de un viraje, pero desafortunado y lamentablemente no tan imprevisto.

Poco antes de la fecha fijada para la apertura del 19º Festival Internacional de Títeres, el Ministerio de Seguridad Pública de Israel ordenó la clausura del Teatro Nacional Palestino durante ocho días, justo los que iba a durar el Festival, alegando que la Autoridad Nacional Palestina (ANP), organización administrativa autónoma que gobierna en Cisjordania, había subvencionado las actividades violando, así, una prohibición expresa del gobierno israelí.

Israel ocupó Jerusalén en 1967 y, desde entonces, impone su ley en esta ciudad que considera su capital “eterna e indivisible”, que la mayoría de la comunidad internacional ni siquiera reconoce.

El Festival Internacional de Títeres pretendía ser un soplo de aire fresco para las criaturas, que en su vida diaria enfrentan altos índices de violencia y discriminación que minan su bienestar y sus oportunidades

No es la primera vez que la policía israelí cierra el Teatro y arremete contra la cultura y contra las tradiciones árabes. Ya lo hizo en mayo de 2009, impidiendo que tuvieran lugar los actos de inauguración y de clausura del Festival de Literatura Palestina, que coincidían con la celebración de Jerusalén como Capital Árabe de la Cultura de aquel año.

Ese viernes no hubo relatos sobre patos de colores, ni música, ni criaturas que irradiaban felicidad desde sus butacas. Sí hubo sin embargo marionetas, que salieron a la calle portadas por un puñado de manifestantes que tomaron la calle para sacudirse la rabia y la tristeza, para gritar “Palestina Libre” y “No más ocupación” y para lanzar el aviso de que el Teatro Nacional Palestino permanecerá abierto para seguir promoviendo la cultura árabe, la tolerancia y los derechos humanos y acudiendo a su compromiso anual con la infancia.

*El pasado mes de junio, representantes de nueve organizaciones feministas de Euskal Herria viajaron al territorio Palestino ocupado para mantener encuentros con organizaciones de mujeres y feministas de allí, con el objetivo de entablar relaciones de solidaridad que desemboquen a medio plazo en acciones conjuntas que impulsen los derechos humanos de las palestinas. Esta visita se enmarcó en el proyecto ‘Retratos de Empoderamiento’, impulsado por UNRWA-Euskadi. Itziar Abad fue una de las integrantes de la delegación. Fruto de ese viaje es también el siguiente reportaje: “Hemos demostrado que no somos terroristas, el mundo entero debería apoyarnos“.

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