#Zinemaldia. Dureza y crudeza en las relaciones
Nos encanta explorar la sección 'Nuev@s Director@s' porque en ella solemos descubrir nuevas trayectorias cinematográficas, nuevas líneas de representación audaces y decididas. En esta edición del Festival de Cine de Donostia hemos encontrado propuestas que tratan el aborto, la ruptura de roles en la tercera edad, la violencia de género en la familia o la pornografía. Pero comparten un denominador común: la dureza y la crudeza a la hora de retratar las relaciones humanas.
Granny´s dancing on the table (Hanna Sköld, Suecia, Dinamarca, 2015)
Más de siete años le ha costado a la cineasta sueca Hanna Sköld estrenar su primer largo, una historia claustrofóbica y cruel protagonizada por Eini, una adolescente que vive de espaldas a la sociedad en una vieja granja con su padre.
Esta película sueca refleja un insano y asfixiante patriarcado que condena a las mujeres hasta la locura
A la historia de Eini se suman las no menos duras biografías de su abuela y su hermana gemela, dos mujeres marcadas por la guerra y por los mandatos de género, que está narrada en forma de animación. Las dos historias, la pasada y la presente, se cruzan para intentar explicar la siniestra situación de Eini, abandonada por su madre y atrapada y controlada por un padre con múltiples traumas consecuencia de abandonos que espera que su hija cuide de él. La película refleja un insano y asfixiante patriarcado que condena a las mujeres hasta la locura.
No es la primera cinta que vemos de estas características, incluso las cartas entre las hermanas nos remiten a El color púrpura (Steven Spielberg, 1985) y la de padres secuestradores a Vie Sauvage (Cédric Kahn, Francia, 2014) vista en la pasada edición, pero la película de Sköld indaga de forma inmisericorde en el dominio mediante la violencia y en una misoginia que se asume como inevitable y heredada desde la más tierna infancia. Destacamos el tratamiento de la primera menstruación de la protagonista, y de su proceso de toma de conciencia y ¿venganza?
Paula (Eugenio Canevari, Argentina, España, 2015)
Tras pasar por la sección de Cine en Construcción en la 62 Edición del Festival, Paula llega hecha largometraje, en la película más breve de Nuev@s Directo@s. Paula, interpretada de forma magistral por Denise Labbate, es una joven que trabaja cuidando los hijos e hija de una familia burguesa. Está embarazada y necesita conseguir dinero para poder interrumpir de forma voluntaria un embarazo no deseado.
‘Paula’ muestra las dificultades para interrumpir voluntariamente el embarazo y critica a una burguesía acomodada y caduca
El aborto en Argentina es un delito excepto en los supuestos de peligro para la vida o la salud de la gestante, en caso de un embarazo fruto de una violación o de un atentado contra el pudor. Paula está muy sola, el padre se desentiende sin más, como si la cosa no fuera con él, y no tenemos noticias de familiares salvo por una amiga que la apoya y la lleva a una curandera, sin éxito alguno.
No se trata de una película fácil. Está construida a base de largos silencios, que se combinan con el énfasis en el sonido ambiental de ruidos y sonidos de animales y de secuencias más largas aún, con una planificación muy personal que incide en esa soledad y en la angustia de Paula.
Sin ser una película exclusivamente de denuncia, Paula ha destacado entre las películas que hemos visto como un metraje muy particular con mucha simbología que evidencia la difícil situación de una joven que tiene que hacer frente a una maternidad no deseada y por una clara crítica a parte de una burguesía terrateniente acomodada y ciertamente caduca, que adquiere su máxima expresión en el personaje de la madre de los hijos e hija que Paula cuida. Esa madre burguesa que se pinta las uñas o lee el periódico mientras cuidan de su prole y que se lamenta continuamente del trabajo que le supone la crianza.
Parasol (Valéry Rosier, Bélgica, 2015)
En un pueblo cualquiera de Mallorca coinciden, aunque nunca llegan a cruzarse, tres personajes: Alfie, un joven inglés que veranea con sus padres; Pere, un padre divorciado que trabaja en un trenecito turístico, y Annie, una mujer de 73 años que ha acudido a encontrarse con un ligue que ha conocido chateando por internet.
Annie, de 73 años, topa con la incomprensión de su hijo cuando va a Mallorca para encontrarse con un cibernovio
Se trata de tres personajes inadaptados que tienen diferentes problemas; Alfie no es capaz de relacionarse con la gente, Pere no tiene una buena relación con su hija ni estabilidad laboral, y Annie no está contenta con su vida. Los tres intentan cambiarla con mayor o menor fortuna y precisamente sobre este aspecto reflexiona la película, sobre tomar decisiones que nos puedan llevar a nuevos caminos o nos hagan valorar por los que transitamos; sobre la soledad, la cobardía y la valentía, el fracaso, la angustia o la desesperanza.
Mención aparte merece el personaje de Annie, un personaje delicioso, que practica la insumisión a las actividades grupales que plantea el hotel donde se hospeda, porque su verdadero objetivo en encontrarse con su cibernovio, que se enfrenta a la incomprensión de su hijo, que le ordena por teléfono que vuelva, que deambula en bata por la calle de noche y bebe vino, que bebe champán con una stripper. Una nueva heroína doméstica y solitaria que, aunque parezca que vuelve al redil, nunca lo llega a hacer del todo.
La vida sexual de las plantas (Sebastián Brahm, Chile, 2015) [Mención Especial. Premio Kutxabank Nuev@s Director@s]
Bárbara y Guille son pareja. Bárbara quiere ser madre, pero Guille no lo tiene nada claro. Todo les va muy bien hasta que un día, en un paseo por el campo, de esos que le gustan a Bárbara, que es paisajista, Guille tiene un accidente intentando agarrar una flor y le deja graves secuelas.
En la vida siempre existen circunstancias que te marcan o rompen con la vida como la conocías, que suponen un antes y un después, y a partir de ese momento, por mucho que te esfuerces, siempre estarás marcada por esa ruptura. De eso va La vida sexual de la plantas: de superar situaciones difíciles, de lidiar con la culpa y con los deseos de maternidad.
After Eden (Hans Christian Berger, Canadá, 2015)
Eva es el nombre ficticio que utiliza la protagonista para hacerse un nombre en la industria porno. La película combina los vídeos en los que hombres de la industria del porno la entrevistan, con su vida fuera de las cámaras, que a su vez es grabada por un solitario estudiante que admira profundamente a la actriz.
Una propuesta llena se sensualidad y sexualidad de la mano de un personaje que tiene muy claro que quiere triunfar, que fuera de los rodajes está muy sola y que nos hace reflexionar sobre una industria del porno controlada por hombres -es significativo que a ellos nunca se les vea la cara-, sobre el poder que le da la sexualidad a Eva y sobre qué es más pornográfico, si su actividad o la de su fan: grabarla sin que ella lo sepa. Es una película interesante, aunque confusa.