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Hace unas semanas, durante el debate de investidura, entre la obstinación y la frustración de unxs y otrxs encontré un atisbo de luz. La intervención de la portavoz del grupo EH Bildu, Marian Beitialarrangoitia, a quien yo desconocía hasta entonces, fue para mí, uno de los pocos momentos de alegría. Fue escueta pero muy acertada. Hizo discurso ideológicamente coherente, en el que mencionaba el derecho a decidir, no como eje fundamental, sino entre otras demandas de una formación DE IZQUIERDAS, como la que ella misma representa.

En el turno de réplica, le dijo a Pedro Sánchez que la ley debe estar al servicio de la democracia y no al revés. Añadió que si las mujeres hubiéramos partido de la premisa de actuar siempre al amparo de las leyes, no habríamos conseguido siquiera el sufragio u otros derechos conquistados a golpe de desobediencia.

Cuando Pedro Sánchez tomó la palabra para contestar a todas las formaciones del grupo mixto, apenas se dignó a dedicar unas palabras torpes a la portavoz de EH Bildu, para reprocharle que nadie puede dar lecciones de feminismo al partido socialista. Lo cual va muy en sintonía con la línea estratégica del PSOE, de venderse a sí mismo como progresista y feminista para tener algo en lo que diferenciarse de su eterno rival, el Partido Popular.

No obstante, su credibilidad es ya limitada. No pueden sacar rédito político de por vida a su ley del aborto o la aprobación del matrimonio homosexual. El PSOE pasó dos legislaturas cacareando sus reformas sociales mientras recortaba derechos mediante una reforma laboral y subía la edad de jubilación a los 67 años en un país con unos índices de paro escandalosos. Pedro Sánchez confunde feminismo con oportunismo y, además, se permite como hombre dar lecciones a una feminista. Olé, olé.

Lo que prima en el PSOE no es la ideología ni mucho menos el feminismo. Sino la puja por el poder y el capitalismo de amiguetes. Hay un caso sangrante que evidencia este hecho: El caso de Paúl Abasolo. El futbolista condenado a 3 años y 3 meses de cárcel por 3 delitos de agresión sexual. Sucedió a propuesta del ministro de justicia Francisco Caamaño. Fue parcialmente indultado por el último consejo de ministros del PSOE; se le rebajó la condena a dos años para que no tuviera que ingresar en prisión. Fue un caso sin precedentes. Nunca antes se había indultado a un agresor sexual. Pero así es el capitalismo de amiguetes, a las familias oligarcas hay que concederles indultos aunque hayan sido condenados por violación, porque eso del feminismo, a veces importa y otras veces, no tanto.

Por eso nada le ha impedido a Pedro Sánchez pactar con ciudadanos. Un partido que se posicionó en campaña electoral contra la ley de violencia de género o las políticas de cuotas. Porque pueden ponerse de acuerdo EN LO FUNDAMENTAL, si de lo que se trata es de repartir sillones.

No soporto oír a un hombre que se permite dar lecciones de feminismo a una mujer. Pero que ese hombre sea Pedro Sánchez, heredero del PSOE del indulto a Abásolo, hace que me hierva la sangre. La próxima vez que Marian Beitialarrangotia u otra mujer mencione la lucha feminista, debería cuando menos callarse la boca y agachar la cabeza.