Carta a un agresor que ignora que ha sido un agresor
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Texto anónimo
Tú tenías 37 años y yo, 19, esa noche compartíamos saco de dormir. Tú me dijiste que durante la cena y las cervezas habías notado que había algo entre tú y yo. Cierto, yo también me había fijado en ti, aunque esa noche no tenía claro qué era lo que yo quería contigo. Una vez en el saco me dijiste que no íbamos a follar, que solo íbamos a jugar un poco, o al menos esto es lo que yo recuerdo. Mi experiencia en el sexo era básicamente nula. Y así, de repente y sin consultarme me apretaste los pezones con una fuerza increíble, me dijiste que eso le gustaba a tu exnovia, pero no se te ocurrió preguntarme qué me gustaba a mí. El dolor intenso, la sorpresa, y mi falta de autoestima total me impidieron darte una hostia, gritar o simplemente decirte que me estabas haciendo daño. Nos tocamos algo más, aunque tú finalmente paraste, y además me dejaste a medias. Te disculpaste, aunque no sé muy bien cuál fue el motivo por el que te disculpaste, ya que el daño ya estaba hecho. Yo me olvidé de ti y del daño que me habías hecho, o eso creía yo.
Años después, creo yo que de forma inconsciente, dejé pasar la oportunidad de pasar un buen rato con algún tío, por miedo a que volvieran a hacerme daño. Con el tiempo tuve una larga relación estable en la que dejé de tener miedo a que me hicieran daño durante el sexo. Después volví a estar sin pareja y tuve relaciones sexuales varias que me hicieron aprender más de mí misma, unas más afortunadas que otras, pero ya sin miedo. Sin embargo, a lo largo de casi 11 años tuve que advertirle a mis parejas que no me apretaran con fuerza los pezones. Ahora tengo pareja estable y la comunicación entre nosotr@s lo es todo. Hace tres años empecé a ir a terapia por diversos motivos, no voy a desgranar aquí todo el dolor que solté a lo largo de este proceso, pero uno de estos dolores, el último dolor que he sacado a la luz fue este: el dolor físico que tú me infligiste 13 años atrás. Ese dolor entonces físico ahora se ha transformado en angustia y en rabia. Pero al menos lo reconozco y esto me hace más fuerte.
No sé qué estarás haciendo ahora, ni me importa, quizá tengas novia o quizá no, quizá sigas dibujando tus viñetas, yendo en bici y fardando de abertzale guay. Pero algo sí te puedo decir, algo que yo he aprendido mucho antes que tú, PEDAZO DE IMBÉCIL: que la COMUNICACIÓN en el SEXO, sobre todo cuando dos personas casi no se conocen, lo es todo.
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