El sexismo gratuito del ‘prime time’
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Sheida Besozzi
Pensaba haber encontrado algo medianamente decente, en la frontera con lo “casi diferente”, al toparme con “Buscando el Norte”, la serie de Antena 3 que está arrasando el prime time de los miércoles.
La historia pintaba bien: un hermano y una hermana que deciden ir a Berlín en busca de trabajo y a la vez de un cambio de vida. Los guionistas sabían perfectamente que un tema así iba a llegar a muchísima gente, ya que, debido al contexto social en el que vivimos, atraviesa las realidades de muchas familias españolas.
Pero al cabo de pocos episodios, me fui dando cuenta de que efectivamente, no podía esperar mucho de aquella serie: Una conversación vía Skype entre el protagonista y su novia que reside en España, que pareció demasiado hot, escenas de desnudos no-integrales virtuales, que si bien ocurrieron por ambos lados del charco, fueron más pronunciadas, como no, por parte de la novia, infidelidades por parte de esta ultima con el mejor amigo del protagonista, donde la única persona con remordimientos es ella, pero es “demasiado débil” para parar los constantes avances del otro, otro que, valga la redundancia, personifica el macho ibérico, que tampoco podía faltar en la serie, ya que es tan simpático y representa a buena parte de la sociedad española, o eso nos quieren hacer creer.
Las personajes femeninas de la serie tienen similitudes pero a la vez muchas diferencias entre ellas. Tenemos a la protagonista de la serie, que es lesbiana y la personaje de la serie con la que sentí mas afinidad por su espíritu rebelde. Desde su llegada a Alemania, se encuentra con una española de la que se enamora y con la que acaba teniendo una relación de amistad muy complicada. Tener una personaje lesbiana en la serie prometía, pero sus intervenciones están rodeadas de tópicos y además de los constantes avances del compañero de piso, que sobran y mucho. Siguiendo con los tópicos, en la serie no podía faltar el personaje de oriente medio, propietario de un kebab, que a la vez trafica con drogas, y que carece de cualquier escrúpulo. Tanto es así, que le ofrece un trabajillo ilegal a su repartidor, protagonizado por un español, padre de familia, que duda mucho en aceptar debido a su moral, que al parecer falta al único protagonista medio-oriental de la serie, pero que al final acepta por necesidades monetarias.
El clásico del amor monogámico, que resiste a todas las adversidades está protagonizado por el antes mencionado repartidor y su mujer, que decide acompañar a su marido en la aventura alemana. Pareja de clase media que en Alemania lo tiene más complicado. La mujer acaba encontrando trabajo como cuidadora y trabajadora del hogar para otra familia española, matrimonio formado por una madre businesswoman y un stay at home father, quienes nos llevan a la cuestión que me hizo querer finalmente sentarme y escribir este artículo.
En el episodio que se emitió el 9 de marzo ocurrió lo que para mí ha consistido en el desenlace de la película, o explicado de otra forma, lo que ya venía siendo demasiado. Un clarísimo acoso sexista, tratado con una ligereza espeluznante, humor barato y explicaciones inadecuadas. Un choque físico entre un hombre y una mujer, ambos españoles, que termina en unos piropos pesados y un intento de beso por parte de él y un rechazo a este último por parte de ella. Pero lo más terrible aún si cabe, una posterior conversación entre la víctima del acoso, nuestra businesswoman y la cuidadora y trabajadora del hogar, donde esta última habla de una falta de piropos por parte de los alemanes, y de !ay! cuánto los echa de menos, y de que los piropos consisten en una falta de educación por parte de los españoles, opinión correspondiente a la víctima del acoso. Pero ni una palabra sobre aquel episodio, ni una palabra sobre el acoso ocurrido ese mismo día en la plaza. Y una espera, espera, y espera que los guionistas no quieran pasar por alto un tema tan importante. Pero sí, ni una palabra…
Recapitulando, ya sé que estamos hablando de Antena 3, pero no hay excusas para algo así, un programa que está teniendo mucho éxito y que se permite el lujo de subvencionar el sexismo, el machismo, el racismo, poniéndolo todo en clave de humor, y banalidad, como si no les tuviéramos que dar peso a las palabras, como si a día de hoy no fuésemos capaces de no reírnos y tomarnos todo, hasta el acoso, como una especie de broma desafortunada.
No podemos parar de seguir en la lucha, ni un instante…