Los hombres trans nacemos hombres trans, no mujeres cis

Los hombres trans nacemos hombres trans, no mujeres cis

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11/04/2016

Texto anónimo

Cis: De cisexual o cisgénero.

Eres cis si al nacer el médico acertó tu género-sexo.

Lo opuesto a trans.

Hay algo del discurso imperante sobre la cuestión trans que me molesta especialmente: las expresiones “de mujer a hombre”, “nacer hombre y convertirse en mujer”, “FtM, MtF” y similares. Son ilógicas y transfóbicas. La idea de que las personas trans éramos cis mientras estábamos en el armario es tan absurda como la idea de que los homosexuales eran heterosexuales hasta que dijeron lo contrario. Hay excepciones, como las personas de orientación e identidad que fluyen, con quienes sí serían correctas tales expresiones, pero de ninguna forma deberían aplicarse a todo el colectivo.

En este contexto, la expresión “nacer mujer” no quiere decir otra cosa que “nacer con vulva”, es decir, “tener vulva es ser mujer”. Es una negación de mi condición de hombre con vulva. Y aunque existe gente que dice que no seré hombre hasta tener pene (o que nunca lo seré), lo curioso es que la mayoría de quienes afirman que nací mujer, también afirman que soy un hombre a día de hoy: “naciste mujer y te convertiste en hombre” ¿y qué lógica tiene esto, si sigo siendo la misma persona y teniendo la misma vagina con la que nací, por la cual me asignaron el género-sexo mujer? Es más, ahora tengo más características consideradas “de mujer” que cuando era bebé, como son los pechos y las caderas anchas, pero como son características que también pueden tener los hombres cis, no se les atribuye la misma carga femenina que se le da a la vulva.

La creencia de que somos hombres, mujeres u otra cosa dependiendo de las partes de nuestros cuerpos o de lo que parezcamos a ojos de los demás  es la base de la discriminación transfóbica, que afecta especialmente a todas esas personas trans que no modifican sus cuerpos (no todas lo necesitan) sufriendo más si cabe la negación social de sus géneros-sexos. Lo que más me apena es que la propia población trans difunde estos discursos, cuando deberíamos defender que nuestra identidad no es la que nos impusieron, que no cambiamos nuestro género-sexo, sino que siempre ha sido el que es, y llegado a un punto lo asumimos y liberamos. Yo no me hormono para convertirme en hombre (esto me plantea preguntas como, ¿en qué punto me “convertí” en hombre? ¿con la primera inyección? ¿con los primeros pelos faciales? ¿fue gradual, siendo yo mitad hombre y mitad mujer durante algún tiempo, o un día me acosté mujer y al día siguiente me levanté hombre?). Me hormono porque soy un hombre y necesito verme masculino para sentirme bien conmigo mismo, del mismo modo que hay multitud de hombres cis que por las mismas razones intervienen en su cuerpo. La hormonación con testosterona, la extirpación de pechos, el implante de pene y testículos, etc., son tratamientos que ya se realizaban con hombres cis antes de que los hombres trans comenzásemos a reivindicarlos. Todos los hombres tenemos algún grado de feminización física, y los trans simplemente somos los que nos llevamos la palma.

Este tipo de expresiones que vengo comentando nacen de una mentalidad genitalocentrista, la idea de que la genitalidad es el centro de todo, reduciendo el sexo a un pequeñísimo porcentaje de tejido en nuestro cuerpo, cuando la realidad biológica es que somos sexuados de la cabeza a los pies. Seguir con estos discursos es seguir dando credibilidad al género-sexo erróneo que se nos fue impuesto al nacer, echando tierra sobre la lucha por nuestra verdadera identidad sexogenérica, la cual está determinada por el órgano sexual más importante de todos, y no, éste no está localizado entre las piernas, sino entre las orejas.

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