Vienen los fascistas, pues autodefensa feminista
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Mireia Redondo Prat
Maldita sea. Este 23 de abril nos visitan los fascistas. Bueno, para ser más exacta tendría que decir que los identitarios (ejem, vaya eufemismo más casposo) del lugar han invitado a más identitarios y a unos cuantos fascistas, vaya. Pensaba yo que habiendo pasado el ocho de marzo y aquella especie de espiral de charlas, concentraciones, calendarios y debates con compañeros que de pronto se hacen feministas, ya podía hacer una pequeña pausa. “Un abril tranquilo” me decía yo.
Quería aprovechar yo para retomar esas reflexiones, en mi blog, esas que tan pocos amigos crean, a saber: que mola más el dragón que el caballero blanco Sant Jordi, que la leyenda está basada en sangre de muerte y no en sangre menstrual por decir una alternativa, que son varias las culturas que tienen como matricidio original el asesinato del dragón u otra bestia por parte del valiente guerrero (…) que salva (…) a la princesa, que hace siglos sólo se le regalaban flores a las señoras decentes de clase alta cuando salían de la misa de Sant Jordi. En fin. Lo normal.
Y va y nos enteramos de que el día 23 de abril se presenta un partido nuevo que se autodenomina Respeto y que está formado por España 2000, Partido por la Libertad y Plataforma per Catalunya, los tres de marcado carácter racista, islamófobo y fascista, ay perdón, identitario. Ellos explican que se vienen aquí, a la comarca del Baix Penedès, porque es un feudo de Plataforma y que lo hacen el 23 de abril expresamente. Y de repente, todo lo que quería yo subvertir (vamos, como si yo fuera a encabezar la rebelión contra el príncipe montada sobre un dragón) se me transforma en rabia hacia quien quiere apropiarse de esta fecha para hacer sus cosas fascistoides.
Pasada la primera reacción empiezo a hacer eso que nunca deberíamos hacer antes de desayunar: mirar sus documentos y artículos. Y resulta que no hay nada nuevo bajo el sol, pero todo muy cruento. De pronto se me unen todas las ideas que me flotaban por la sesera: igual que la acción directa, la autodefensa feminista es un concepto global. Se trata de tejer, se trata de hablar, se trata de repensar, se trata de destruir y construir… y de defendernos. Defendernos de ellos porque aunque podríamos decir que nos importa un pimiento lo que piensen, yo no estoy nada tranquila con tenerlos en las calles. Es así porque aparte de ser racistas y fascistas hacen campañas usurpadoras llamadas Globos Azules en las que defienden que un piropo no es machismo, sino alegría matutina, que el feminismo margina los hombres per se o que el término violencia de género es innecesario, incorrecto y discriminador. Sin mencionar temas estrella como la custodia, la necesidad de luchar por la patria, siempre en otro lugar que los hombres, y otras perlas.
Naturalmente tienen esa actitud paternalista hacia las mujeres y su naturaleza (¡por diosa!), esa hiel violenta hacia el feminismo y por supuesto también ese odio hacia todo lo que sea homosexualidad, transexualidad, etc. Y a mí se me ocurre que no hay que dar pie a tolerarlos, sobre todo teniendo en cuenta que algunos de estos grupos tienen antecedentes y satélites con crímenes y agresiones serias a sus espaldas. Naturalmente con individuos así la integridad de todas, ya sea este día en concreto ya sea dentro de su proyecto político y social, no está garantizada ni mucho menos. Y se me acciona el resorte: hay que responder, hay que defenderse porque su sola presencia ya me genera todos los males. Vaya que ante su voluntad explícita de acallar al feminismo pues habrá que gritarles en el oído.
Pues sí, habrá que gritarles que es demasiado peligroso decir que las mujeres de hoy tienen que luchar para evitar que sus hijas lleven burka y vivan sometidas al advenimiento apocalíptico de una sharia impuesta. Que no, que no me lo trago, que a mí eso de que nos invaden no me convence y que ya estamos un poco hartas de que nos pongan como escudo y carnaza a las mujeres para enfrentar vecindarios. Que si el velo, que si el burka, que si… y así nos están minando, en zonas como esta comarca, dada la oportunidad populista que les da la precariedad tremenda que tenemos, la posibilidad de construir.
Pues no, que no vengan más fascistas de los que ya tenemos. A mí personalmente estos tipos me parecen, siendo benevolente, unos agresores, naturalmente dicen machiruladas, y no me da la gana de tolerarlos y no responderles. A lo mejor me estoy subiendo demasiado por la rabia que me producen, pero tenemos mucho que decir y que decirles. Sabemos ya por antecedentes históricos cuáles son sus prácticas tiránicas y sus ideas autoritarias y cuantas veces nos han querido acallar. Que no se trata de decir que en el otro lado estamos geniales porque no es verdad, pero es que lo que fomentan estos grupos es inhumano.
Pues a eso me refería cuando hablaba de la autodefensa feminista como concepto global: como leí hace tiempo en un pequeño fanzine, y a lo mejor eso me trastocó un poco, la autodefensa feminista no es solo la respuesta individual a un agresor, no es solo la respuesta de un grupo de apoyo a un caso de violencia, también es el señalar todos aquellos grupos, políticos o económicos, que nos explotan, nos vejan, nos insultan y nos violentan. Y ellos lo son bastante de señalables.
Y aquí andamos, pensando en que un abril tranquilo se ha transformado en cómo responderles sin morir en el intento y lo más acompañadas posible ese día de Sant Jordi…
¿Dónde puñetas habré dejado yo a mi dragón?