Morir al ser madre
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Eloisa Molina
Sudán del Sur es el país con la tasa más alta de mortalidad materna del mundo: 26 mujeres de cada 1000 mueren en el parto o poco después.
Nyanut se sienta en el borde de la cama, al lado de la partera tradicional que la trajo al hospital. Llevaba de parto casi un día cuando cayó inconsciente. A pesar de que ella y su hijo han sobrevivido, su situación representa la de millones de madres en Sudán del Sur. Mira con tristeza y se mantiene en silencio hasta que se le pregunta acerca de su recién estrenada maternidad. “Mi marido no se preocupa por mí. Es bueno tener hijos cuando tu esposo se preocupa por ti, pero si no tienes un marido que cuide de ti no hay razón para tener más hijos”, dice. La decisión de tenerlos no está solo en sus manos. No hay muchas opciones en su país: El matrimonio y la maternidad son las vías más habituales que tienen las mujeres para sobrevivir. Nyanut abandonó la escuela antes de acabar sus estudios. No tenía opciones para mantenerse a sí misma fuera de un matrimonio.
En el Hospital Kuajok, en el estado de Warrap (Sudán del Sur), trabaja Irma Adhel Kak, enfermera desde hace 40 años. Ella es optimista, a pesar de todo lo que aún queda por hacer en su país: “Antes, no había ninguna medicina, no había salas de parto y el trabajo médico era muy limitado”. La ONG World Vision apoya económicamente al Hospital Kuajok para que puedan mejorar el acceso y el uso de los servicios de salud en el estado de Warrap. Proporcionan asistencia obstétrica de emergencia y atención al recién nacido, así como otros servicios de emergencia vital para las pacientes del hospital. Es uno de los 110 centros de salud con los que trabajan en Sudán del Sur, el país con la tasa de más alta de mortalidad materna del mundo: 26 mujeres de cada 1000 mueren en el parto o poco después. Las creencias y prácticas culturales que retrasan su llegada al hospital, la pobreza, una población rural dispersa que hace muy difícil el acceso a la asistencia sanitaria o la malnutrición son algunos de los motivos por los que sus vidas corren tanto peligro. El embarazo y el parto son momentos de alto riesgo.
El parto supone para cientos de mujeres el peligro de contraer infecciones que con frecuencia no reciben tratamiento: sepsis, pérdida excesiva de sangre durante una hemorragia, hipertensión, embolias, la muerte. Cada año, en todo el mundo, 7,6 millones de mujeres mueren como resultado de complicaciones relacionadas con el embarazo y el parto. Este número supera a las muertes derivadas por VIH, tuberculosis y malaria juntas, que se cobran la vida de 3,8 millones personas.
Qué se puede hacer
La clave está en ofrecer a las mujeres las herramientas y medios necesarios para que alcen sus voces. Ellas juegan un papel fundamental para exigir atención sanitaria de calidad y contribuir a que los gobiernos y los líderes de sus comunidades se den cuenta de la necesidad de abordar estos desafíos y puedan fortalecer los sistemas de salud de las comunidades más remotas. En medio de una guerra civil, las necesidades de las madres compiten con la escasez de alimentos y otras necesidades que parecen más apremiantes para el resto de la población. Mientras continúe la guerra, las madres seguirán muriendo.