Voy a agarrar la pala

Voy a agarrar la pala

Buenos Aires. Leo en Twitter que los comentaristas de Cambiemos, la alianza neoliberal argentina que lleva a la presidencia al protagonista sudaka del #PanamaPapers, me mandan a “agarrar la pala”. Es decir, a que vaya hacer trabajo “de verdad”, al que se considera cierto, verdadero, de machos, de fuerza bruta, ese que produce ese imaginario pornográfico del dulce encanto de la clases bajas.

Acción Emergente propuso en una manifestación cubrirse la cabeza con diarios de la derecha con la leyenda "no nos dejan ver", "no nos dejan oír".

Acción Emergente propuso en una manifestación cubrirse la cabeza con diarios de la derecha con la leyenda “no nos dejan ver”, “no nos dejan oír”.

Buenos Aires 0.27 am del 12 de abril de 2016. Me acabas decir que comience así: Contexto. Estás fumando en el balcón y a mí me cuesta no sólo escribir sino organizarme la lista de mails. Es la primera vez que escribo para arte contranatura desde el otro lado del Atlántico. Por eso me cuesta escribir. Ese instante que te sabes localizado.  Hace tres meses que he llegado y no puedo decir que me sorprende el estallido neoliberal local, ni tampoco las manifestaciones múltiples y complejas de las resistencias políticas, estéticas y afectivas. Aunque “La internacional ha muerto” con sólo googlear protesta de taxistas contra aplicaciones de móviles o celulares nos enteramos que desde Francia pasando por España hasta Chile y Argentina, los taxistas han protestado tomando la calle. Se protesta globalmente contra una aplicación pero, claro, la articulación, esa palabra de las viejas escuelas de la política, no llega a darse. Somos cuerpos ubicuos en lo virtual, la corta distancia de Facebook no resuelve la costosa distancia/cercanía de la gestión política y técnica de los cuerpos, aunque como bien lo diría P. B. Preciado y lo saben los taxistas, ese es el negocio del milenio: ¿Cuánto vale un cuerpo?

Quizás decir que esa sensación de shock social no es nueva. Algunas escenas de la vida cotidiana me vienen rápidas y entrecruzadas a la mente.

Bilbao. 2011. Hay huelga de controladores en España, gobierna la derecha, veo por televisión el anuncio de que obligan a l*s trabajadores a volver a sus lugares de trabajo con las fuerzas militares. Me escandalizo y veo la abulia de mis compañeras de departamento, que miran incrédulas mi reacción: No se puede hacer nada, son dueños de todos los canales de televisión, son de Berlusconi, me dicen. Hace mucho frío afuera y está todo gris.

Artistas, gestores culturales y periodistas pusieron un plato en la calle por cada familia que quedaba desempleada por los despidos injustificados en el ámbito de la cultura./ x.s.

Artistas, gestores culturales y periodistas pusieron un plato en la calle por cada familia que quedaba desempleada por los despidos injustificados en el ámbito de la cultura./ x.s.

Buenos Aires. Subte H. Ahora. #PanamaPapers acaba de estallar, me decías y no dicen nada en ningún medio. Sólo estallan las redes sociales, la burbuja de nuestr*s 210 amig*s en común estalla de repetición. En el subte se siente igual el peso en los cuerpos, en el aire. Ráfagas amarillas de neón nos cruzan mientras esperamos. Las mismas que se repiten en toda la ciudad, las mismas de la campaña electoral del presidente electo. El mismo amarillo que es el complemento del azul de las camisetas xeneizes de la Boca. Amarillo tristeza. La campaña política de la derecha Argentina se hace por elipsis: todo amarillo, falta el azul, la mitad mas uno. Vos. La mitad mas uno es el eslogan histórico del equipo de futbol dirigido por M. Macri en los 90, Boca Juniors. La mitad + 1 es lo que se necesita para gobernar. Un color, un equipo, un globo y un sentimiento. Boca es un sentimiento, canta la hinchada los domingos. Dale alegría, alegría a mi corazón, dice una canción popular. La alegría, esa del himno de la alegría, la de la uniformidad de la marcha, esa de pocos para pocos, esa alegría fue el caballito de batalla de la campaña presidencial, la voluntad de asistencialismo visual consume todas las instancias del color, por ejemplo la obviedad del amarillo como luz de racionalización que aparece evocada en el nuevo ministerio de modernización. No, no es una broma.

Bilbao. 13 hs. 2012. Está Martha Rosler en la ciudad, charlamos en el bar de una universidad privada. Le digo que siento un dejavú, que la crisis que está comenzando en Europa ya siento haberla vivido, pero que es diferente. No veo los cortes de rutas. Me cuenta que no conoce Argentina, hablamos de políticas de los cuidados. Me dice que no es lo mismo, y le digo que lo sé, que las diferencias entre el norte y el sur son relativas a la distribución del mapa colonial, me dice que sí, y que también: no va estallar como allá en el 2001. Aquí no va a estallar. Y es verdad. Lo veo. Estalla en el mar, estalla en los cuerpos a las orillas de la gran fortaleza europea. En 1978 Martha publica Servicio, una trilogía sobre la colonización. Tres textos que entrelazan la producción subjetiva del neoliberalismo colonial: un budín gourmet realizado a base de viajes exóticos a Brasil, una sirvienta de McTowers que descubre que el dueño de la cadena es el dueño de la química que le da el sabor extra a sus hamburguesas y a su salario, y una sirvienta de Tijuana que estudia el Home Made Spanish Cook Book para aprender como hacer comida mexicana pero al gusto del patrón yanki. Martha sabe muy bien que en las políticas de los cuidados está dado el orden del mercado. Y también la resistencia.

Barcelona. 2015. Hace un año. Estoy parado en una plaza frente a un museo y no dejo de pensar en que no hay afuera del neoliberalismo, que irrumpe y nos pega muy cerca, corto y de taquito, cuerpo a cuerpo, nos pega en lo más sensible, en los afectos. Que necesitamos otras herramientas, otros conceptos, otros medios. Pienso eso mientras pasa otra cosa de esas inauditas, de esas del orden de la incredibilidad, aparece el rey de España matando elefantes en África mientras sus guardias civiles disparan contra personas indefensas en el mar y les matan. Y también, “no pasa nada”. Y cierran un programa de estudios en un museo público. Y “no pasa nada”. Y me acuerdo de que también hubo el caso del yerno del rey de España y “no pasó nada”. Y también que escuché tantas veces que había que ser como Finlandia. Y que había que encontrar el norte… El norte, la cuestión, es que siempre nos encuentra a nosotr*s. La mora blanca y la mora negra, cantaba el nuevo pop folclórico argentino, la coca blanca y la coca negra, canto mientras cocino:

Boquita dulce como la coca

tan solo hay dos

si una me engaña

la otra me tiñe con su color.

Te digo que el fluído es narcoafectivo, la coca, la tele o la norma, da igual. Me contás que en el conturbado bonaerense había una pintada en los noventa que decía: Duhalde (político argentino de la década del 90) trabaja con el pico y con la pala. La pala también es la coca.

Leo: El amor a la libertad es imparable. Firma Lemebel la frase. Lemebel se refiere al amor de la cueca, de la complicidad de bailar en patas, a pelo con su compañero sobre los vidrios rotos de nuestramerica. Pero leo en coyuntura ahora, en Buenos Aires, le saco la firma, y entonces pienso en la libertad neoliberal, esa del anuncio de zapatillas Reebok, la publicidad está a la entrada del subte: Te espero fuera de tu zona de confort. Un chico al lado de unas pesas en bruma. Levanto la vista y dice Cambiemos. La república es la libertad de movimiento, no para tod*s por supuesto. La libertad es una variable cambiaria. La libertad es del mercado. Bienvenidos a la república de tu casa dice IKEA. La patria no es el otro ya, ni la matria trava, ahora es la República de Cambiemos, de libertad cambiaria, valga la redundancia. Entonces, ahora en Buenos Aires, veo el hashtag #PanamaPapers y pienso que el hashtag también está cotizando en bolsa.

Buenos Aires. 2.10 am. Hace un rato. Miro el revuelto de sábanas que hicimos con los cuerpos en la mañana mientras escribo. Abro mi twitter que he dejado abandonado desde el balotaje. Leo que repetidamente los comentaristas de Cambiemos, la alianza neoliberal conservadora de derecha que lleva a la presidencia al protagonista sudaka del #PanamaPapers me mandaban en diciembre a “agarrar la pala”. Es decir, me mandaban a que vaya hacer trabajo “de verdad”, al que se considera cierto, verdadero, de machos, de fuerza bruta, ese que produce ese imaginario pornográfico del dulce encanto de la clases bajas. Y también porque es lo que corresponde por “negro y grasa”, es decir, por jerarquía racial y económica. Narcotravesti: Agarra la pala. Con mención. Entonces pienso en Strike de Hito Steyerl, la artista que escribe en “Los condenados de la pantalla”, una cosa como tú y yo: La imagen pobre ya no trata de la cosa real, el original originario. En vez de eso, trata de sus propias condiciones reales de existencia: la circulación en enjambre, la dispersión digital, las temporalidades fracturadas y flexibles. Trata del desafío y de la apropiación tanto como del conformismo y de la explotación. En resumen: trata sobre la realidad. Y entonces hace huelga: Un televisor, un cincel y una forma.

Y otra Huelga: Dos martillos, una cámara.

Y sí, claro, voy a agarrar la pala y estrellarla contra el cartel de Reebok, justo donde dice: Be more human. Porque, ¿y si el medio es el mensaje, como pregunta Steyerl, si más bien -en su versión mediática corporativa- el medio es una lluvia de intensidades mercantilizadas?

No ubicuidad. Buenos Aires. Te acompaño a la Facultad de Ciencias Económicas. Supuestamente nos hemos intoxicado con el olor del líquido que utiliza el exterminador de insectos. Yo veo todo amarillo y me cuesta echarle la culpa a las cucarachas. Entrevista de trabajo del Ministerio de Desarrollo Social. Gestión Cambiemos. La entrevista incluye un ejercicio de dinámica grupal:

-Quienes estén enamorados o en pareja pasen al centro. Quienes no, fuera.

-Quienes tengan hijos, otro grupo.

-Quienes tengan mascotas, en cuatro patas -literalmente.

Entonces en cuatro patas las lesbianas y las bolivianas. ¿Las madres con mascotas en cuatro patas? No es ficción. Es disciplina, obediencia y humillación.

Un cuestionario:

¿A quien salvarías? ¿A una médica lesbiana, a un mujer embarazada, a un empleado del Estado… ? Hay que elegir y luego debatir en grupo: ¿es exagerado salvar a un inmigrante peruano con sida? ¿Mejor lo cambiamos por el niño con cáncer y padre separado?

No es fantasía. No hay imágenes. Sólo el negocio de la vigilancia popular, la vigilancia a las imágenes pobres, a las cosas heridas.

Hay que exigir que Macri abandone la presidencia del país, se escucha decir por ahí, que se le inicie juicio político. Pero puede que eso no funcione, pienso, que “no pase nada” ¿Salvarías al presidente acusado de lavado de dinero o al guachito que te robó el celular o a la militante Milagro Sala, presa política?

Quizás tendríamos que hacer como la compa Núria Güell, que siguió el “ejemplo” de Urdangarín y se abrió un paraíso fiscal, y hacerlo tod*s en masa y donarlo luego a desemplead*s, cooperativistas, amas de casa, docentes, jubilad*s, niñ*s, utilizarlo en programas públicos, universidades, para salud, para reparación económica de travas, trans y migrantes, proyectos de arte, horticultores, artistas… Y así hacernos un paraíso hiperrealista, un estado alejado de la costa…offshore… es decir, un Estado paródico neoliberal. La parodia es un proceso creativo donde se ponen en evidencia las relaciones de poder entre los agentes sociales que poseen el “original” -el texto, la norma, la forma, el dinero, el estado, el gobierno, el puesto de trabajo- y l*s que poseen la alternativa paródica.

¡Agarra la pala, travesti!


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