Nuestro feminismo: la experiencia venezolana
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Rebeca E. Madriz Franco
El feminismo es un término que se ha popularizado en Venezuela en los últimos años. Ser feminista es una afirmación que poco a poco se escucha con más fuerza en el seno de la militancia bolivariana. Sin duda, la reivindicación del Socialismo Feminista por parte del Comandante Chávez en 2008, marcó el inició de la difusión de este concepto en el debate político venezolano.
Es por ello, que se hace necesario tener claridad sobre lo que es el feminismo. Se trata de una corriente política y un movimiento social que no es tan nuevo como se piensa. Es junto al socialismo, una respuesta histórica y crítica a las insuficiencias del programa liberal burgués encarnado por la Revolución Francesa. En pocas palabras, el feminismo vindica y reivindica los plenos derechos sociales, políticos, culturales y económicos de las mujeres, frente a una sociedad patriarcal que los niega para garantizar la supremacía y la dominación masculina.
En este sentido, es muy importante entender que el feminismo no es un machismo al revés, es decir, las feministas no luchamos para que algún día las mujeres dominen a los hombres, la lucha feminista lo que plantea es la mayor suma de igualdad y equidad de género. Por esta razón, la lucha feminista también puede ser asumida por los hombres, porque es una lucha justa y emancipadora de toda la sociedad en su conjunto.
Por otro lado, existen muchos feminismos, que coinciden en aspectos centrales, pero que tienen diferentes enfoques. Por ejemplo, para las feministas liberales y burguesas, las mujeres pueden alcanzar su liberación y la igualdad en el marco del capitalismo, en cambio, para nosotras que somos feministas socialistas, el capitalismo y el patriarcado están orgánicamente entrelazados, por lo tanto, estamos convencidas de que la liberación de las mujeres requiere el derrocamiento del orden del capital.
Sin embargo, las experiencias históricas de construcción socialista, también nos han enseñado que la lucha contra el capitalismo debe combinarse con la lucha antipatriarcal, para que en el socialismo no subsistan relaciones sociales retrógradas impregnadas de misoginia y machismo. Por eso, el socialismo debe ser feminista.
Hoy cuando los hombres y mujeres, cada día más, se reconocen como feministas, es necesario que trascendamos las consignas y nos sumemos a la lucha contra el capitalismo patriarcal, más aún cuando nos toca desmarcar de una derecha que desprecia a las mujeres, una derecha profundamente misógina, cuyo rasgo patriarcal es inocultable.