Aborto y zika: de tema tabú a urgencia humanitaria
No es el mosquito: es un genocidio de mujeres negras y pobres. En Brasil, la epidemia afecta especialmente a trabajadoras domésticas y cuidadoras del nordeste que viven en situación de hacinamiento. El miedo a la microcefalia que provoca el mosquito, y que no entra dentro de las causales en las que se puede interrumpir legalmente el embarazo, induce a recurrir a abortos clandestinos.
Brasil enfrenta una batalla contra la epidemia de Zika transmitida por el mosquito Aedes, también vector de las enfermedades del dengue y del chikungunya. En lo que va de año, el Ministerio de la Salud ya ha confirmado unos 70.000 casos de Zika, enfermedad para la que no hay tratamiento y que se manifiesta generalmente en dolores musculares y posibles manchas rojas en la piel o fiebres que suelen desaparecer a la semana de reposo, salvo excepciones más graves.
Aunque el contagio no presenta un mayor riesgo generalizado, el sensacionalismo mediático en un momento en el que Brasil está siendo el blanco de numerosas miradas internacionales provocó que algunos deportistas anulasen su presencia en los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro del pasado agosto. Más allá de la alarma epidemiológica, este podría ser otro virus tropical sin más si no fuese porque la picadura del mosquito en una mujer embarazada puede provocar microcefalia en el bebé. Los últimos datos del Ministerio de Salud publicados en julio confirmaron 1.709 casos de microcefalia en este años provocados por el Zika, lo que hace aflorar fragilidades y tensiones no resueltas en Brasil como son las políticas públicas epidemiológicas, el derecho a la libre elección del aborto, la planificación familiar y la posibilidad de inserción social de personas con discapacidad.
La cara del zika: anónimas mujeres nordestinas de Brasil
El virus del Zika tiene un rostro y es el de las mujeres que viven en situación de hacinamiento en casas rodeadas por agua estancada, cuna perfecta para el mosquito transmisor del virus que está especialmente presente en la región del nordeste brasileño, la más pobre del país. La antropóloga y experta en bioética Débora Diniz, miembro del Instituto de Bioética ANIS, cuenta a Pikara que la epidemia de Zika y los sucesivos casos de microcefalia en los hijos de madres infectadas por el virus refleja claramente la inequidad social en la sociedad brasileña.
La epidemia se concentra entre mujeres pobres, negras y pardas de las regiones con niveles de desarrollo más bajos. Las mujeres con el mayor riesgo de contraer Zika viven en lugares en los cuales el mosquito forma parte de sus vidas cotidianas, donde enfermedades relacionadas con picaduras como las de dengue y chikungunya son ya endémicas”, describía la experta para el diario The New York Times hace pocos meses. El 94% de las madres que dan a luz bebés con microcefalia son negras, de acuerdo con los datos obtenidos por el periódico brasileño Folha de São Paulo. Según declara a Folha Jurema Werneck, médica y militante negra de la ONG Criola, esta brecha racial se deriva de las desigualdades de acceso al aborto para las mujeres más pobres, así como de la exposición al mosquito ante unas precarias condiciones de saneamiento, de recogida de basura y de acceso al agua potable a las que las comunidades negras se enfrentan.
El Ministerio de Salud brasileño recomendó ciertas medidas preventivas como alterar los modos de vestir (mangas largas en el agreste nordestino donde el calor y las altas temperaturas son el pan de cada día), cerrar ventanas y puertas (en el verano intenso), o hacer uso continuo de repelentes (un producto casi de lujo entre las humildes economías de la región). Envueltas en la precarización completa de sus vidas, no es tarea fácil evitar ser picadas. Estas mujeres invisibles son trabajadoras domésticas y mal pagadas, son las responsables de cuidar a los hijos y a los ancianos, y serán también las encargadas de las personas con discapacidad o de los hijos e hijas dependientes. Algunos estudios incluso han destacado el riesgo presente de mujeres abandonadas por sus compañeros después de concebir un bebé con problemas neurológicos.
“No podemos olvidar que hay una geografía de la epidemia que mimetiza la desigualdad racial y de renta del país. Las historias que oímos de desamparo de las mujeres provienen del nordeste pos-colonial, donde tienen mínimo acceso a cuidados de orden de la salud sexual y reproductiva”, declara Diniz que, junto a otras expertas brasileras, señala que las embarazadas viven una tortura psicológica por el miedo al mosquito. Son nueve meses de desamparo y, si ese hijo nace con alteraciones provocadas por el síndrome neurológico del Zika, un largo camino para cumplir con las necesidades de vida de sí misma y de su retoño. Una doble dificultad en una sociedad con un sistema de salud precario y con insuficientes políticas públicas de inclusión de la población con deficiencias.
¿Qué es y cómo encarar la microcefalia?
La microcefalia se manifiesta en un insuficiente desarrollo del cráneo en los recién nacidos que no alcanza los 32 centímetros mínimos establecidos, lo que afecta al sistema neurológico de la persona provocando alteraciones motrices y del habla, con un posible grado variable de retraso mental e hiperactividad. A pesar de que la mayoría de pacientes no consiguen desarrollar sus plenas capacidades y su esperanza de vida es más reducida, la presencia de la patología no aboca al feto a la muerte directa, motivo por el que la microcefalia no está considerada como uno de los supuestos justificativos de aborto en Brasil y en la mayoría de países de América Latina.
No es hasta el cuarto mes de embarazo (semana 16) que los pronósticos permiten dilucidar el riesgo de microcefalia. Según la Secretaría de Salud de Brasil, cuando se detecta un caso de perímetro cefálico reducido debe ser reportado para la investigación sobre las causas de tal anomalía, entre las que figura el contagio de la madre del virus Zika. Aunque la Organización Mundial de la Salud todavía no ha reconocido oficialmente la relación directa entre el Zika y la patología neuronal, el pasado mes de marzo un grupo de científicos brasileños publicaron en la revista Sciences los resultados de un estudio que demuestra que el virus del mosquito Aedes brasilis en una mujer embarazada puede provocar la microcefalia del bebé.
“El embarazo se transformó en una espera desamparada para las mujeres, parecida a un permanente estado de maltrato. El Estado no debería abandonarlas sino proveerles apoyo financiero y servicios sociales para las mujeres pobres y sus hijos e hijas que sufren los efectos del Zika”, desnuda Diniz. Aunque la microcefalia no impide la vida del paciente, la aboca a una existencia condicionada por las dificultades neurológicas así como por las barreras sociales de una sociedad que Diniz afirma no estar preparada para integrar a las personas con discapacidad debido a las fallas de las políticas de inclusión social, así como a la negligencia de un Estado que no ha conseguido contener la proliferación del mosquito transmisor.
Diversas activistas brasileñas muestran además su preocupación por las delicadas consecuencias de que el debate del aborto se centre únicamente en la presencia de la microcefalia. Aún siendo un elemento determinante, puede venir a reforzar la idea de que la vida con deficiencias es una vida abocada al fracaso y de que la interrupción del embarazo sea solo legítima atendiendo a ciertos condicionantes de riesgo, olvidando que debería ser un derecho de libre elección de cada mujer, independientemente del juicio público.
El derecho al aborto: una espinosa batalla en Brasil
“Hay un cuadro de profundo desamparo con graves amenazas a la salud y a la dignidad de las mujeres. El derecho al aborto en caso de infección por el virus Zika es sólo una pieza en un amplio marco de fragilización de los derechos sexuales y reproductivos”, afirma la especialista brasileña en bioética.
Brasil cuenta con una de las leyes de aborto más restrictivas del mundo. La interrupción del embarazo solo es legal cuando la vida de la mujer corre peligro, en casos de violación o de anencefalia detectada en el feto, patología incompatible con el desarrollo de la vida. En cambio, el riesgo de que el bebé sufra otros problemas neurológicos serios no es aún un condicionante legal para el aborto. Por este motivo la Asociación Nacional de Defensores Públicos (ANADEP) junto con el Instituto de Bioética (ANIS) entregaron el lunes 5 de septiembre una propuesta al Tribunal Federal Supremo de Brasil solicitando la posibilidad del aborto en casos de microcefalia, además de políticas públicas de planificación familiar que garanticen el libre acceso a los métodos anticonceptivos, test inmediato para la virología del Zika en mujeres embarazadas, diagnósticos avanzados sobre la microcefalia y acciones sociales de protección, tanto para la madre como para la criatura, en casos de nacimiento con microcefalia. “Es un acción de planificación familiar, tenemos que hablar de que hay una conexión muy importante entre la epidemia de Zika y los derechos de las mujeres y de los niños con discapacidad. Somos una región que no respeta ni a las mujeres ni a los discapacitados, entonces tenemos un desafío muy grande”, declara la antropóloga.
En 2010, Diniz dirigió un sondeo a nivel nacional que señaló que para la edad de 40, una de cada cinco mujeres brasileñas se habían practicado por lo menos un aborto. El horizonte del aborto en Brasil se pinta con rasgos de desigualdad económica ya que las mujeres ricas pueden pagar abortos seguros (que rondan entre los 1.500 y 5.000 euros), eso deja afuera a la gran mayoría de las mujeres. Se trata de una vasta mayoría de interrupciones de embarazo en condiciones ilegales e inseguras; muchos de estos abortos clandestinos son inducidos por el miedo a la microcefalia. Diniz considera que hay una amenaza inmediata de que la ilegalidad y la clandestinidad del aborto crezca en Brasil. “No estoy haciendo una premonición de una tragedia pero está claro que el aborto forma parte de la vida de las mujeres en Brasil. Así que por eso que vamos a la Suprema Corte con estos casos. La Corte es el espacio legítimo para la democracia para los derechos individuales violados en esta magnitud”.
El acceso al aborto libre, seguro y gratuito sería una medida de protección a las mujeres más vulnerables frente a la epidemia de Zika, siendo esta apenas una de las cuestiones de un engranaje mayor sobre los derechos de la mujer. Diniz denuncia la falta de acción por parte de las autoridades sanitarias y argumenta que la ausencia de diálogo público sobre el derecho al aborto se debe al carácter conservador y religioso del Congreso Nacional brasileño, principalmente tras la destitución de Dilma Rousseff. El actual gobierno que de Michel Temer no cuenta con ninguna mujer en los principales cargos y abolió el Ministerio de la Mujer, relegando estos asuntos a una Secretaria de la Mujer inserida en el Ministerio de Justicia y Ciudadanía.
En la conferencia Women Deliver sobre salud y derecho de las mujeres, realizada en Dinamarca el pasado mes de mayo, Latinoamérica apenas apareció en la agenda de este evento sobre derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. Sin embargo, la posibilidad de propagación del virus desde el cono sur hacia los países centrales emergió como un fantasma constante, en especial en vistas a los Juegos Olímpicos que tuvieron lugar en agosto en Rio de Janeiro.
El Zika es un especial enemigo de riesgo para las embarazadas de la región que pone además sobre la mesa la presente opresión hacia la mujer en América Latina. En algunos países como El Salvador, con una de las políticas más restrictivas sobre el aborto, las primera medida de las autoridades era la recomendación de evitar el embarazo, una forma de continuar silenciando un debate espinoso en la región, donde hasta el momento solo Colombia permite la interrupción del embarazo en situaciones de microcefalia en el feto.
Hay una geografía de la epidemia en la que se nivela la desigualdad racial y de renta del país. Son las caras del nordeste brasilero poscolonial, esas historias que renuevan el desamparo de las mujeres.