Carcajadas con garantía

Carcajadas con garantía

Kancaneo Teatro, el dúo de improvisación formado por Elba Ruíz Morales y Zahira Montalvo Herrero, intenta hacerse un hueco en el mundo del humor con su apuesta por las risas feministas

Elba Ruíz Morales y Zahira Montalvo Herrero visitaron la redacción de Pikara Magazine

Elba Ruíz Morales y Zahira Montalvo Herrero visitaron la redacción de Pikara Magazine

Una amiga en común quiso que Elba Ruiz Morales (Granada, 1981) y Zahira Montalvo Herrero (Córdoba, 1982) se conocieran. Estaba convencida de que congeniarían bien. Las dos son muy payasas y su amiga, un poco bruja. De ese encuentro surgió Kancaneo Teatro, un dúo de improvisación que sólo provoca un dolor: de barriga. Lo difícil es que alguien no se ría ante las ocurrencias de estas dos andaluzas, afincadas en Valencia, que armadas con sus trajes de lunares y una vieja maleta roja recorren desde hace años el Estado español acompañadas por Pelos y Pippi, las perras de Elba.

El espectáculo empieza con su aparición. Las palmas suenan habitualmente en su show, que arranca con una declaración de intenciones: Hay que deshacerse de todo aquello que no necesitamos. “No tenemos y nos vamos a llevar”, dicen antes de desmaquillarse, quitarse el traje de lunares y ponerse cómodas. Lo único importante, lo vivido. “Esto que he vivido, me lo quedo; y esto otro, también. Esta experiencia, para mí”. A partir de ahí, vete tú a saber. Reparten entre el público rotuladores de colores y pequeños papelitos para que el ingenio de las presentes se haga evidente. Las frases que escribe el público son lo que ellas llaman “motores”, los hilos conductores que guiarán las escenas que crean en apenas unos segundos y que nunca vuelven a repetirse de la misma manera. La magia de la improvisación.

No pueden ensayar por razones evidentes, pero sí entrenan cómo construir espacios que no existen, objetos que no tienen entre las manos. “Tenemos que tener un abanico muy grande de recursos, pero en la improvisación cabe cualquier cosa: la música, el baile, la mímica. Se trata de hacer visible lo invisible, que es el arte del mimo. Estás en un castillo y, luego, en una nave. El público tiene que ver esos lugares”, cuenta Zahira, que estudió Arte Dramático en Madrid y ha trabajado en distintos ámbitos del mundo del teatro. Elba es autodidacta. Las dos apostaron todo a Kancaneo, dejaron sus trabajos y ahora se dedican en exclusiva al proyecto. El nombre fue propuesta de otra amiga y lo aceptaron con entusiasmo: “Es una palabra que en el sur se usa mucho. Hace referencia a la picardía, al ligoteo. Luego, además, nos contaron que también se usaba para hablar de irse por ahí de folleteo. ¿Cómo lo llaman en inglés? Cruising”, cuenta Elba.

Ellas se hicieron amigas en el escenario y han logrado una confianza mutua que es imprescindible para su trabajo. El público grita: “Tres, dos, uno, ¡impro!” y crean una escena de la nada, sobre un escenario vacío, sin apenas objetos en los que sostener la historia. “A veces nos pasa que la compañera nos enseña algo que “tiene” en la mano y tú contestas: “Hostia, qué bonito”, pero no tienes ni idea de lo que es. La gente se divierte mucho cuando se da cuenta de que realmente te estás montando la escena en ese momento, que ni tú sabes qué va a ocurrir segundos después”.

Insisten en la importancia de la confianza, que es el aspecto de la improvisación que más trabajan en los talleres que organizan con mujeres para promover el empoderamiento desde esta forma de teatro: “Planteamos que es un juego y hablamos de lo importante que es conectar con la niña que tenemos dentro, jugar entre nosotras; lo potente de la creación colectiva, perder el miedo”, cuentan. En los cursos detectan cómo, a través del juego, las participantes van soltando lo que llevan dentro. “A lo mejor -dice Elba- aparece un personaje violento porque en tu día a día tienes cohibida la violencia, pero, en la siguiente escena, eres una niña tierna. Es terapéutico: puedes gritar, llorar, hacerte la intelectual… Y, sobre todo, se potencia la escucha. En la impro no puedes creer que la tuya es la gran idea, tienes que dejarte llevar, seguir el rollo a tus compañeras”, asegura.

Feministas que se ríen

El mundo del humor sigue estando masculinizado. En un país en el que La que se avecina revienta las audiencias no es fácil hacer reír desde el feminismo, pero, como siempre, todo es posible rodeada de amigas. Kancaneo Teatro forma parte de la Trobada de Payasas con A, en la que comparten experiencias y aprendizajes con otras compañeras como Mage Arnal,  Virginia Imaz, Las Kapritxosas, Laura Bolon o Las XL, las valientas que consiguieron colar su espectáculo feminista en el Got Talent de Telecinco. “Entre nosotras hablamos el mismo código, que es el contrario al que se maneja en otros espectáculos de humor donde se tira de typical topic, de los chistes machistas”.

El humor es un arma indispensable para la transformación social. Por eso, preparan también talleres de improvisación para niños y niñas, en los que aprovechan para tratar de construirles nuevos imaginarios en los que las “princesas se rebelan, se enamoran entre ellas, se rompen el vestido”. Tampoco los y las peques se resisten a su humor inteligente e irreverente.

La dramaturgia es un compromiso para ellas, una oportunidad para introducir en sus espectáculos mensajes transformadores. “Hay días que te sale y otros que no, ¿eh? A veces sólo te lo pasas pipa y no has metido el gran mensaje aunque mucha gente siente la transgresión sólo al vernos porque somos dos tías muy locas, que se salen del estereotipo. Somos bolleras y tenemos toda la pintorra”, cuenta Elba. Eso se nota.

Apuestan, sin medias tintas, por el humor como estrategia de sanación. Por eso, es tan tan importante el humor feminista. No es fácil hacerse un hueco en un mundo tan androcéntrico haciendo evidente esta perspectiva: “En muchos festivales no programan casi a mujeres o nos ponen siempre las peores horas”, se queja Zahira. No, no es fácil, pero saben de la importancia de seguir insistiendo: “Hablar de lo que nos pasa como mujeres en público y hacer reír es transgresor en sí mismo”. El feminismo se evidencia en el mensaje que transmiten durante la actuación, pero también en cómo se cuidan entre ellas, en cómo tratan a otras compañeras o en cómo respetan los ritmos de la otra para que construir la pequeña burbuja de humor y amor en la que han convertido Kancaneo Teatro. Incluso cuando las frases que escribe el público pretenden que caigan ironía a la que estamos más habituadas cabe el feminismo: “Nos salen muchas veces alusiones a las polla, que debe ser que sigue haciendo mucha gracia, pero siempre se puede dar la vuelta a la historia y hablar de los pollos o protestar por la ausencia de los chochos, por ejemplo”, aseguran. Ante el machismo, ingenio.

Regalar sonrisas

En su maleta roja tienen unas cartas grandes, que el público elige para participar en el ritmo que tomará la obra: ‘Recortada’, ‘Con peluca’ o ‘Zapping’, por ejemplo. Distintas formulas para que los y las asistentes participen más activamente en la improvisación, que va tomando estilos distintos según avanza el espectáculo. Primero, crean una escena que dura tres minutos; la repiten en uno, y después en treinta segundos. Es desternillante ver cómo se miran cuando una de las dos se equivoca o es incapaz de acordarse de cómo continuaba.

Puede también que la impro se congele en un momento para que el público grite en qué estilo quieren que continúe. Si alguien grita “Telenovela”, Elba y Zahira viajan con sus voces a Venezuela; si alguien grita “Porno”, se ponen en su versión más sexual. En la maleta también llevan pelucas, que una elige para la otra de espaldas al público y los personajes cambian al instante para adaptarse a su nuevo look. Muy poco atrezzo, que apenas pesa y sólo sirve para aderezar tímidamente lo más importante de Kancaneo Teatro: el arte y la gracia que tienen ellas, lo único que no cabe en su vieja maleta roja.

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