Nosotrxs también nos despatarramos

Nosotrxs también nos despatarramos

Una performance colectiva dinamizada por el artista Andrés Senra vincula dos conceptos supuestamente antagónicos: el 'manspreading' y el 'crossdresing'. El escenario: la entrada del centro cultural bilbaíno La Alhóndiga. El público: familias bien que intentan sin éxito que sus criaturas dejen de mirar a lxs raritxs que okupan la institución para dinamitar los géneros.

Andrés Senra abre la performance colectiva./ David Hornback©

Andrés Senra abre la performance colectiva./ David Hornback©

¿Usas corbata o peluca? ¿Abres o cierras las piernas? La pantalla gigante que sobrevuela las cabezas de un público sorprendentemente joven lanza preguntas como éstas. En la pieza de videoarte aparecen hombres (?) bailando en lencería femenina (?) y mujeres (?) poniéndose barbas a cámara rápida. A mi espalda, un niño y una niña de ocho años intentan descifrar la ambigüedad, esquivar la estrategia de despiste:

– Esa es una chica.

– No, es un chico.

Un anciano mira con la boca abierta.

Sale al escenario – al pedazo de suelo delimitado a tal efecto- un hombre (?) que solo viste unos pantalones cortos de lentejuelas doradas; lleva todo el cuerpo bañado en pintura dorada: las cejas, las uñas, los pezones, la frondosa barba. Mira al público y lee un manifiesto en el que nombra a los maricas, a las bolleras, a los travelos y demás sujetos que desafían la norma heterosexual y binaria. Los niños y niñas que ocupan las primeras filas del público – ellas con vestidos y lazos en el pelo, ellos con polos azul cielo y zapatos de fin de semana- no hacen amago de irse. Esto pinta bien.

El agitador dorado es Andrés Senra, el artista que coordina esta performance colectiva con la que culmina su taller ‘Manspreading y crossdressing y el cuerpo como síntoma del patriarcado’, organizado el pasado junio dentro del ciclo Propotipoak en el Azkuna Zentroa de Bilbao (que yo, con vuestro permiso o sin él, seguiré llamando La Alhóndiga).

Manspreading: espatarre, tendencia de las personas socializadas como hombres de acaparar el espacio público.

Crossdressing: acto de adoptar ocasionalmente la vestimenta y el aspecto del “otro” género (aquí podéis leer la explicación sobre la diferencia respecto al travestismo).

– ¿Por qué unir manspreading y crossdressing?

– Es jugar con dos ideas que están rompiendo una con la otra. El eje central es el cuerpo como síntoma del patriarcado. Nuestra gestualidad, nuestra forma de estar y de vivir están influenciadas por estereotipos sociales que hemos incorporado y que de alguna manera nos están oprimiendo. El manspreading es muy simbólico porque representa cómo los tíos hacemos uso del espacio público ocupando el espacio de los demás y cómo las tías tienden a ceder ese espacio. Hemos trabajado con las emociones que te provoca abrir las piernas o tenerlas cerradas. Los hombres ni se lo cuestionan. Pero yo huyo del esencialismo. Existe el estereotipo, pero también las rebeldías: a nivel individual, cada hombre o cada mujer puede ser como quiera ser.

*

La maestra de ceremonias, la humorista travesti Yogurinha Borova, habla al público enjoyada, vestida de licra negra, subida a unos tacones altos y con la cara enfundada en una máscara de luchador mexicano. “Queríamos convertir la acción en un espectáculo de variedades, reivindicar lo freak. Lo drag está teóricamente condenado a ciertos espacios. Se supone que aquí, en la institución, no se puede”, explica Senra.

– El crossdressing se suele asociar con la imagen del hombre que se traviste de mujer. ¿Os habéis referido también a la figura del drag king?

– Sí, hemos trabajado bastante con ella, porque la drag queen es más reconocida y visibilizada, como también los maricas son más visibles que las bolleras. Todo el mundo sabe lo que es una drag queen, pero mucha gente no sabe lo que es un drag king. En la inversión del rol masculino hay algo más transgresor.

Una performer se quita la pintura que la oprime./ David Hornback©

Una performer se quita la pintura que la oprime./ David Hornback©

Después de que un chico (?) con barba y vestido dinamice un taller exprés de estereotipos de género, leyendo adjetivos que se asocian a lo masculino y a lo femenino, una mujer (?) pintada de naranja rueda y se encoge por los márgenes del escenario, intentando ocupar el menor espacio posible.

Siguiente performance: otra mujer (?) pintada de blanco se frota con una esponja metálica gritando de desesperación, mientras intenta quitarse la pintura blanca que la uniformiza.

El macho alfa que está sentado detrás de mí dice a sus colegas que lo único que le gusta de todo esto es la furgoneta blanca misteriosamente aparcada detrás del escenario. Y empieza a hablar de coches desparramando su voz y su privilegio mientras la artista, entre alaridos, se despoja su vestido. Los adolescentes (“¡buahhhh, mira las tetas!!!”) se alteran más que los niños, que solo observan. Una mujer se acerca a donde una niña de cinco años y le suplica: “Alicia, vamos a jugar, que esto es aburrido”. La pequeña responde que quiere seguir mirando.

– ¿Buscas sensibilizar a un público diverso?

– Se trata más bien de visibilización y de ocupación del espacio. Poco podemos hacer los artistas para la transformaciónn social, aunque en mi trabajo hay una parte de activismo y una artística. ¿Cómo reacciona el público? Eso no lo puedo controlar y está bien que sea así. No sé lo que van a digerir de esto, la verdad. Una performance no va a suponer un cambio en tu vida, pero te puede abrir perspectivas.

'El género ha terminado, la guerra no'./ David Hornback©

‘El género ha terminado, la guerra no’./ David Hornback©

Tercera performance: una grafitera escribe con espray en una pancarta: “Gender is over. War is not” (“El género ha terminado. La guerra no”). Un enjambre de niños y niñas la ayudan a sacar la pancarta a la entrada de La Alhóndiga.

Te interesa hacer uso de la institución, okuparla.

– Desde la perspectiva queer, estamos en conflicto con la institución, lo cual es bueno, pero esto no es unilateral, ellos también están en conflicto con nosotros. A veces ese conflicto opera directamente, mediante decisiones políticas que nos excluyen, otras veces es inconsciente. Muchas de las personas que participan en las instituciones son maricas y bolleras, pero la institución sigue estando heterocentrada. La acción de la pancarta expresa ese enfado hacia una institución que no es accesible.

– ¿Donde te sitúas tú?

– Me siento más cómodo con las mías, las que están fuera. La institución me genera problemas porque veo cómo funcionan los mecanismos de exclusión. Aquí la propuesta es que venimos las de fuera, pero nos vamos a ir si esto no nos interesa.

*

Cuando las performances terminan suena la música y por las puertas de la furgoneta asoman jugosas bandejas de tentempiés. El público, dócil, se pone a la cola. Nadie hace ascos a unos pintxos gratis.

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