Devenir disfórico

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19/11/2016

Anónimo

Las personas trans, cuando hablamos de hormonas, generalmente es para explicar las dificultades de conseguirlas por culpa de los trámites médicos y el modelo binarista que está vigente en la mayoría de centros. No se suele hablar de las dificultades de aceptar que necesitas tomar hormonas y los dilemas que esto nos genera.

Cuando hace unos meses les contaba a mis amigas que pensaba hormonarme para masculinizar mi cuerpo, ellas siempre me preguntaban: «¿Por qué necesitas hacer esto? ¿No puedes ser simplemente una mujer masculina?». Debo decir que yo en ese momento me quedé paralizada y respondí con evasivas. Después de reflexionar en la intimidad, me di cuenta de que no quería reconocer que no me sentía cómoda con ciertas partes de mi cuerpo. Me daba pánico porque asociaba esto con la disforia de género y me hacía sentir que estaba mostrando signos de una enfermedad sabiendo claramente que ser trans no lo es.

El problema es que el término «disforia» tiene demasiadas connotaciones médicas comparado con su antónimo «euforia». La disforia es una sensación de malestar y no va necesariamente ligada con ningún trastorno mental, aunque hay trastornos que presentan la disforia como rasgo. Si definimos la disforia corporal como una sensación de malestar con el propio cuerpo, causada por la incongruencia entre lo que vemos y como pensamos que debería ser, ¿hay alguien que pueda decir que nunca se ha sentido así? ¿Hay alguna persona, trans o cis, que no haya pensado que debería perder un par de kilos, que tiene la nariz demasiado puntiaguda, los muslos demasiado grandes, etc.? El que esté libre de disforia que tire la primera piedra. Entonces, ¿por qué un sentimiento tan común como este es considerado una patología cuando se aplica a las personas trans?

¿Cómo tengo que confiar en el juicio de una institución que hasta los años 90 consideró la homosexualidad como una enfermedad mental? ¿Por qué debería hacerlo cuando la medicina a lo largo de la historia se ha utilizado para justificar nuestros prejuicios? ¿Recordáis los estudios que se hacían para demostrar que las personas negras son inferiores intelectualmente a las blancas? Nosotros sí, y no lo olvidamos. No pensamos olvidar cómo desde una parte de la rama médica se ha tratado la diversidad como una enfermedad. Y lo que no perdonamos es que hoy en día se siga haciendo. Por lo tanto, no acatamos ninguna definición impuesta por el modelo médico patologizador y reclamamos la palabra disforia.

 

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