Hanselmann: “En mis cómic la gente folla y es follada por quien quiere, y así debería ser”
Las historietas 'Megg, Mogg & Búho' presentan el día a día de una bruja cuyo novio es un gato adicto al beso negro y a las drogas y que comparte piso con un búho que acaba padeciendo todos los abusos y excesos de los dos anteriores. La cabeza de quien las lee explota cuando conoce al autor, Simon Hanselmann. Su objetivo: burlarse de "esa gente blanda y privilegiada que siempre se encuentra en una zona de confort".
Antonio J. Guardia
Megg está tirada en el sofá viendo cómo sus amigos disparan a las tetas de una stripper en un videojuego de última generación cuya pantalla final se llama “Masacre feminista”. Después de insultarles, asqueada, decide pasar la tarde con su amiga transexual Moco y se van a una fiesta de chicas en casa de una conocida. Megg lleva una falda muy corta que muestra sin tapujos los pelos de sus piernas verdes (le han vuelto a crecer, desde que en un capítulo anterior decidiera quemárselos con un mechero). Tras drogarse y mear en el patio de la hermana de Moco, ambas se vuelven a casa, un poco enamoradas, y deciden que ha sido un buen día, después de todo.
Es una de las muchas, muchas escenas cotidianas en la vida de la bruja Megg que nos cuenta el australiano Simon Hanselmann en la ya clásica contemporánea sitcom ilustrada ‘Megg, Mogg & Búho’. Una serie que lleva ya cuatro tomos recopilatorios publicados en España por la editorial Fulgencio Pimentel (han revelado a Pikara que el quinto debería estar listo a final de año) y que, en palabras del propio autor, contiene aproximadamente un 70% de contenido autobiográfico.
Y aquí es cuando al lector medio le explota la cabeza. Más allá de que el cómic presente el día a día en la vida de una bruja cuyo novio es un gato adicto al beso negro y a las drogas y que comparte piso con un búho que acaba padeciendo todos los abusos y excesos de los dos anteriores, se trata también de un retrato (ácido la mayoría de las veces, tierno en alguna ocasión) de la depresión que lleva arrastrando toda su vida el propio autor.
Hijo de una heroinómana y un motero que los abandonó a los dos años de nacer (en Laucenston, una de las localidades con mayor índice de criminalidad de Australia), Hanselmann descubrió a los cinco años, estando al cuidado de una abuela con desórdenes mentales, que le gustaba mucho salir a la calle con ropa de chica, que es más “rara y loca” y “menos aburrida que la de los hombres”. Y todo aquello no debió ser fácil de llevar en la Tasmania de los años ochenta.
Quien se pueda preguntar si esa biografía quebrada no es más que un elemento de marketing editorial para vender libros, sólo tiene que acercarse a sus páginas para comprobar que un personaje como la bruja Megg ha debido ser construido con un tipo de ladrillos que no se encuentran en una vida normativamente feliz. Y ello a pesar de que Hanselmann manifiesta estar ahora contento con su nueva etapa en Estados Unidos, disfrutando de fama y de su reciente matrimonio con su editora. E incluso respondiendo a preguntas de periodistas en el tiempo que le queda entre festivales y convenciones…
¿Qué tal la nueva vida en Seattle? ¿Es más fácil salir con ropa de mujer en la “ciudad más liberal de América”?
Llueve todo el tiempo, lo que no es bueno para las pelucas y el maquillaje. Y no tengo claro que Seattle sea más seguro que cualquier otro lugar, ya que hay mucho intolerante creepy acechando por todas partes en todas las ciudades.
Son principalmente mis propios demonios atrincherados los que me hacen ser tímido o paranoico acerca de vestir como me de la gana cuando salgo. De todos modos, la mayor parte del tiempo estoy encerrado en casa trabajando sin parar. Me gusta poder trabajar desde casa, donde construyo mi propia realidad. Mi sala de estar es la sala de estar más liberal de América.
En una entrevista dijiste que tu travestismo era un “acto político difícil”. ¿Por qué lo definiste como un “acto político”?
No recuerdo haber dicho eso (lo hizo, para el medio colombiano 070) pero supongo que es cierto. Especialmente con el clima político que hay ahora en Estados Unidos.
Soy un tipo de 6 pies de altura (unos 183 cms), así que cuando salgo de la casa con una falda súper corta y mogollón de maquillaje en la cara voy a llamar la atención. No todo el mundo que pasa por la calle va a compartir mis creencias, así que estoy invitando a todo tipo de acoso y críticas. Ojalá no fuera así, pero la política está en todas partes y a la gente le gusta pelear.
Megg es una bruja que tiene sexo con un gato y está enamorada de una chica trans llamada Moco. Tienen un hombre-lobo de amigo que se acuesta con todos y todo. ¿Crees que el mundo va en esa dirección (quiero decir, no en el sentido de que las brujas tengan sexo con gatos, sino en destruir los límites que existen en el género y la sexualidad)? ¿Megg & Mogg ayuda a normalizar estas cosas un poco más, o no era esa la intención?
Espero que ese sea el rumbo que tome el mundo, sí. Últimamente se han dado pasos atrás en este sentido con el triunfo de Trump, y creo que vamos a tener que luchar aún más duro para seguir avanzando. Definitivamente hago un esfuerzo con Megg & Mogg para tener este sentido de la normalización construido.
No quiero estar constantemente divagando sobre la política de una manera abierta. ¡Odio la política! En las últimas semanas ha sido una locura comprobar cómo todos mis amigos en el mundo del cómic se han ido poniendo cada vez más agresivos hablando de política en las redes sociales. Yo he estado principalmente callado sobre estos asuntos y mis publicaciones han tenido principalmente el propósito de entretener.
Yo simplemente hago mi trabajo. En ese trabajo la gente folla y consigue ser follada por quien quiera, y creo que es justo el modo en que debería ser.
En una ocasión Megg y su amiga Moco tienen una reunión con un grupo de feministas veganas y se burlan de ellas. ¿Te consideras feminista?
Si, me considero feminista. Cualquiera que diga que no es feminista es una bolsa de mierda llameante. Pero sí, ese cómic se burlaba de un cierto grupo de personas, no necesariamente ni exclusivamente mujeres.
Se trata de esa gente blanda y privilegiada que siempre se encuentra en una zona de confort. Odio toda esa mierda del cuidado personal que se ha hecho tan grande en los últimos años. Yo crecí siendo jodidamente pobre y mi familia no podía permitirse el lujo de dedicar tiempo a esas cosas. Disfruto de las dificultades y quiero crecer siendo más fuerte. Necesito trabajar duro para mantener a mi familia o nos moriremos de hambre.
Creo que estas personas necesitan enfrentarse más a la realidad o se alienarán de literalmente todo y todos y no serán capaces de lidiar con los obstáculos más flojos. El mundo está lleno de monstruos absolutos y no van a desaparecer en el futuro.
Yo presento un montón de mierda horrible en mi trabajo que puede ser muy ofensiva para ciertas personas, pero me niego a editarme a mí mismo más aun. Escribo sobre mi vida y mis experiencias. Intento escribir sobre la realidad.
La dura realidad no es para todos.
En el último trabajo publicado en España acabamos con Megg en medio de una gran crisis de pareja. ¿Podrías hablar un poco de lo que descubriremos en los próximos libros?
Este año estoy por fin empezando a trabajar en ‘Megg’s Coven’ (algo así como El Akelarre de Megg). Este libro será la “evolución” de Megg y Mogg que he prometido durante años. Finalmente veremos qué sucede después de que el Búho se mueva por su cuenta y abandone el grupo. Las relaciones se irán complicando, habrá una muerte en el grupo y vamos a explorar más los pasados y las familias de los personajes.
Será mucho más sombrío que las anteriores “aventuras” de Megg y Mogg. Se tratará de una historia muy personal y creo que va a cabrear bastante a mi madre. Así que sí, estoy consiguiendo juntar toda mi mierda para finalmente hacer esto. E intento tomarme mi tiempo para ello, porque quiero que sea algo bueno.
Antes de empezar estoy trabajando en una exposición y en un montón de revistas; y acabo de terminar mi próximo gran lanzamiento americano hace unas semanas. Ahora solo quiero tener un poco de diversión y experimentar un poco: hacer algunas pinturas, dibujar alguna mierda extraña e intentar probar cosas nuevas antes de sumergirme en ‘Megg’s Coven’ (que calculó que tendrá unas 400 páginas). Va a ser un infierno. Me quedaré sin vida social.
¿Será Megg feliz algún día?
Espero que sí. Yo estoy muy contento últimamente. Finalmente estoy con alguien que me ama por lo que soy, tengo un armario enorme lleno de vestidos y pelucas y puedo hacer lo que más adoro para ganarme la vida.
Estoy tan feliz como podría ser posible, creo. Veremos cómo le va a Megg. Aun le queda un montón de cosas horribles que pasar y muchas lecciones que aprender.