Hajar El Mutaouakil, 4 años de libertad y 24 de vida
Afaf El Haloui traduce para Pikara Magazine una carta de una de las fundadoras de Akaliyat, primera asociación de Marruecos que lucha por los derechos de las personas LGTBI.
Carta de Hajar El Moutaouakil, traducida y contextualizada por Afaf El Haloui
Cualquier persona europea puede hacer un video y subirlo a YouTube y puede seguir su vida con normalidad, pero cuando hace esto una persona árabe en un país musulmán, sobre todo cuando el tema tiene que ver con la homosexualidad, podemos nombrarlo “suicidio social”.
Antes del video mi vida era muy simple y sencilla; seguía el rebaño al que pertenecía, no cuestionaba, no dudaba y no decía “no”… “La buena mujer” en los cánones de las comunidades árabes es la que sabe decir siempre sí. Sí a la opresión, sí al sexismo, sí a la desigualdad, sí a la violencia, sí a la esclavitud… Y si te rebelas e intentas salir del rebaño te ponen la etiqueta de puta.
Me llamo Hajar El Mutaouakil, soy una mujer marroquí, anteriormente musulmana, de las personas nacidas en 1992 según la edad del documento nacional de identidad, un cordero de 24 años; pero siento que solo tengo 4 años como persona libre. Me han enseñado a andar, pero acabo de aprender a levantarme sin bajar la cabeza; me han enseñado a hablar, pero acabo de aprender a decir lo que yo quiero; me han enseñado a leer sus letras y me han enseñado a ponerme sus máscara, pero solo hace 4 años me encontré a mí misma y me abracé, me reconcilié conmigo misma y decidí que nunca seré copia de otra persona.
Cada día me levanto con dos voces en mi cabeza. Una voz me dice “no tienes por qué levantarte de tu cama”, y la otra voz me dice “levántate, recoge tu maleta y sal de este país de opresores”. La verdad, las dos voces me atraen y no sé cómo evitarlas cada día y las hago callar para poder levantarme. Puede ser la bandera del Orgullo, que cada día cuando abro los ojos la veo encima de mi cabeza y me carga de energía para seguir en la lucha.
Una mano sola no aplaude pero da bofetadas y masturba. Tenía que buscar la otra mano para poder aplaudir. Conocí dos colegas en el Facebook que publican artículos sobre las minorías sexuales y religiosas. Me propusieron incorporarme a su grupo y no le di ni una vuelta porque tenía la sensación de que era el inicio de algo muy grande.
Empezamos por una página en Facebook que tuvo mucho éxito entre los seguidores y también provocó mucho odio entre los enemigos de la humanidad y la convivencia. Después hemos dado un paso más y hemos hecho una revista digital. Después de un año hemos pensado que una revista no es suficiente en una sociedad que necesita construir de nuevo su humanidad. Hoy en día Akaliyat es una asociación que trata todo lo que tiene que ver con las minorías en Marruecos. Una voz de quien no tiene voz. El país todavía no nos ha dado la autorización para ser una asociación legal. Pero esto no nos va a impedir que trabajemos por nuestra causa que es la de ayudar a cualquier persona que nos lo pide; y más importante, intentar cambiar la fea realidad.
Hace unos meses la policía detuvo a dos chicas menores de edad y su delito era un beso (imagínate querida lectora esta barbaridad y horror). Akaliyat, con todos sus miembros, ha hecho seguimiento y acompañamiento de este incidente y yo personalmente viví con estas dos niñas dos meses de tragedia. He asistido a sus ajusticiamientos, las he visitado en la cárcel y las he acompañado a las sesiones de terapia. En conclusión, yo y los demás miembros de nuestro grupo nos hemos dado cuenta de que nos espera un largo camino con mucho trabajo que necesitará mucha energía.
Akaliyat hoy en día es una niña, tiene dos años, se cae y se levanta. Muy pronto se levantará sola porque después del invierno viene el arcoiris. Por eso vamos a luchar por el derecho de las personas al amor, porque el amor no es delito, no es pecado y nuestro objetivo es expandir el amor en los rincones de este reino porque la vida es un conjunto de colores y nosotras somos estos colores.