Quiero ser libre

Quiero ser libre

Los cuerpos que ensalzan lo extremo y lo grotesco desafían los límites estrictos de los cánones de belleza. Anuncian la existencia de otras formas de habitar la piel. Desnudan la mirada de las pautas preconcebidas sobre lo que es la belleza.

23/06/2017

Laura García

Una mujer va a cortar una flor adherida en su abdomen con una tirita

Siempre me he sentido inadecuada. Pero, ¿qué significa realmente ser inadecuada? Para eso tiene que existir algo que sí sea adecuado, ¿no? Es evidente de lo que hablo, valores y parámetros dictados por esos viejos conocidos: patriarcado, sociedad de consumo, capitalismo, y, en fin, todos esos entes cancerígenos como el aceite de palma, solo que estos no vienen en ninguna lista de ingredientes.

Mi cuerpo me ha pesado siempre mucho, no físicamente sino emocionalmente. He odiado cada parte de mi cuerpo en algún momento, algunas durante más tiempo que otras. Mirarme y sentirme un monstruo no merecedor de absolutamente nada. Todas las mujeres, en mayor o menor medida, han sufrido alguna vez esto. ¿Pero qué clase de locura colectiva nos ha hecho despreciar aquello que nos permite existir en el mundo? Aquello que nos hace disfrutar, que nos concede vivir. Gracias, feminismo por ser la verdadera fuente de autoestima, y reconocerme gracias a ti alienada y equivocada.

Yo no quiero ser atractiva ni adecuada, lo vuelvo a repetir: lo que quiero es ser libre. Conquistar esa parcela tan importante de mí que me mueve y me sitúa en el mundo: mi cuerpo. Tomar su control y lanzarme al mundo. Aceptarlo, usarlo y cuidarlo. Porque ser libre no es ser guapa, ser libre es no medir tu valor según los parámetros absurdos que te han impuesto. Y que se atreva alguien a decirme si no es la libertad la verdadera belleza.

Un cuerpo que no encaja no es un campo de batalla sino un arma poderosísima para la verdadera guerra que se libra fuera de ti. Contamos con la suerte de que los cánones de belleza son muy estrictos, así que la mayoría de los cuerpos quedan fuera: todas podemos armarnos con nuestro propio cuerpo. Ningún cuerpo al final, por mucho que entre dentro de la definición de atractivo, está dentro del todo. Porque a todas nos salen pelos en las piernas y en los sobacos, amiga. A pesar del sinsentido de reconocerse ofensiva o inadecuada, me planteo: ¿hay algo mejor, más digno y más divertido que ofender a una sociedad enferma? Yo creo que no. Ahora la cosa está un poco turbia y quizá puedas ir a la cárcel, sobre todo si además de guerrera te da por hacer algún chistecito, pero al final la cárcel se convertirá en la isla del libro de Un Mundo Feliz, donde iban a parar todas las personas independientes que se atrevían a tener pensamiento crítico e ir en contra de un sistema totalitario, vamos, que llegará un punto en que más vale dentro que fuera.

Recuerdo ver hace poco una entrevista a una punki en los años 80, le preguntaban si se sentía atractiva con esa estética, porque no estaba guapa, y ella respondía que su misión cuando se levantaba de la cama no era arreglarse sino ponerse lo más fea posible. Ole. A veces pienso en esa monstruosidad que de vez en cuando me invade como algo de lo que apropiarme y no de lo que huir. Sé, objetivamente, que no soy ningún monstruo, pero soy consciente también de que hay cosas en mi cuerpo que mucha gente me haría esconder. Doy las gracias por ser dueña de esas partes. Sacarlo a pasear, exponerme, liberar esta bestia que haga removerse de la angustia y del asco a los culos más puretas de esta cultura enferma.

Que vivan los cuerpos naturales, entendiendo como natural todo aquello que respira, y no esa absurda concepción igual de enclaustrante de, por ejemplo, las chicas reales tienen curvas, porque las tetas operadas también son de verdad, no son ningún puto holograma. Vivan los cuerpos. Todos los malditos cuerpos. Pero que viva sobre todo sentirse extraña, que viva lo desagradable, lo ofensivo, lo bizarro, lo diferente. Si tu cuerpo dista mucho de lo que ahí fuera consideran bello, enhorabuena, tu cuerpo es un verdadero kalashnikov contra esta sociedad enajenada. Viva ser una chica más King Kong que Kate Moss y ser más deseante que deseada como diría Virgine Despentes, viva ser excesiva y grotesca, el punk, la veneno, Bimba Bosé, las butch, que viva Divine y su premio a la persona más repugnante del mundo, viva lo antiestético, lo marginal, ser un puto freak show andante, viva lo horrible, ¡viva la maldita libertad!

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