Castigada por no querer callar

Castigada por no querer callar

Carmen Carbajal, jardinera en Leganés (Madrid) y delegada sindical, ha sido apartada de su empleo por criticar la gestión del mantenimiento de los jardines y árboles de la ciudad.

Texto: Sara Plaza
19/07/2017
Carmen Carbajal, durante un pleno del Ayuntamiento de Leganés.

Carmen Carbajal, durante un pleno del Ayuntamiento de Leganés.

“Yo entiendo el sindicalismo como un compromiso más allá de lo laboral. En nuestro sector es esencial defender lo público y los servicios a la ciudadanía. La ciudad es un ser vivo y debemos intentar que esté lo más sano posible”. Carmen Carbajal, representante sindical de las jardineras y los jardineros de Leganés (Madrid), define así su filosofía en el activismo mientras afronta una injusta sanción sin empleo y sueldo. Una sanción por defender las zonas verdes de su municipio. Una sanción consecuencia de una lucha incansable que ha tocado diferentes palos.

Carmen comenzó peleando en las filas de la insumisión y el antimilitarismo en los 90. Continuó en las asociaciones feministas de base de Madrid y siguió con la defensa de los derechos de las personas migrantes. “El feminismo me hizo tomar conciencia como sujeto político y como sujeto de cambio y a partir de ahí las cosas empezaron a cambiar en mí y tomé conciencia de que lo personal es político y lo que me afecta como persona lo puedo, quiero y debo cambiar, empezando por mí y transformar lo que me rodea, lo cercano, para cambiar lo global”, relata. En 2001 decidió apostar por la lucha en los barrios. Esta leganense se fue a vivir a San Nicasio, uno de las zonas más combativas del municipio. “Me integré en la asociación de vecinos del barrio. El objetivo era crear redes para conseguir una ciudad que merezca ser vivida”, recuerda.

Entre tanto, y desde hace 20 años, Carmen ha dedicado su día a día a cuidar de los pulmones de esta ciudad madrileña: “Empecé con un contrato de verano para costearme mis estudios y se convirtió en mi profesión”. Una profesión que ama porque, además, trabaja donde vive, por lo que su compromiso es mayor. Desde el primer momento se afilió a CGT y hace tres años se convirtió en delegada sindical. Sabía que había que dar la batalla porque se acercaban tiempos difíciles de recortes y privatizaciones.

Despedida y sancionada

Hace un año el servicio de gestión de zonas verdes dejó de pertenecer a la cooperativa Helechos y pasó a manos de la multinacional Althenia. Durante la subrogación de las trabajadoras y los trabajadores, la nueva empresa dejó fuera del servicio a tres personas. Una de ellas era Carmen, quien había luchado para que se mantuvieran las condiciones de sus compañeras y compañeros. Un clamor popular obligó a la empresa a readmitirla. Pero la cosa no hacía más que empezar. “Hemos seguido dando la batalla, denunciando irregularidades, reclamando que no se recorte en personal. Y, por eso, así estamos ahora”. Hoy Carmen se enfrenta a uno de los episodios más difíciles de su historia: una sanción de 19 días sin empleo y sueldo ¿Y todo por qué? Por no querer callar.

Olmo del que se desprendió la rama.

Olmo del que se desprendió la rama.

El pasado 15 de junio la caída de una gran rama de un olmo siberiano originó seis heridos. El Ayuntamiento se apresuró para lanzar una nota de prensa asegurando que el árbol estaba sano y que los heridos no eran de gravedad. Pero las y los trabajadores de las zonas verdes sabían que no era verdad. “El arbolado de Leganés está enfermito. En parte por el cambio climático, en parte por las variaciones que ha habido al hacer las podas y en parte por los recortes que ha habido en el servicio. No hay presupuesto para supervisión ni para profesionalizar la plantilla y hemos pasado de diez podadores a grupos de cuatro o cinco. Además se empezó a podar muy tarde. En definitiva, ha habido una muy mala gestión”, sentencia Carmen.

Un día después del incidente, Carmen se dirigía a su puesto de trabajo, a 300 metros de lo sucedido. “Yo trabajo en esa zona y tenía que pasar por allí. Decidí quedarme un rato y coger más información. Llamé a mi jefe y le dije que iba a cogerme horas sindicales para recabar información y hablar con el director del servicio. Es una práctica habitual. Me pedí dos horas y no llegué a estar ni una”, cuenta la representante sindical, quien decidió acercarse al director de Sostenibilidad del Ayuntamiento, Javier Márquez, quien estaba supervisando la retirada de la rama, para presentarse. “Tuvo una actitud a la defensiva. Lo único que quería era que me fuera para evitar testigos incómodos”, relata. Los familiares de las personas heridas, que se encontraban en la escena, se acercaron también a Carmen para explicarle lo sucedido.

El Ayuntamiento intentaba quitarle hierro al asunto mientras había gente ingresada en el hospital. “Esto tampoco le gustó al director de Sostenibilidad. Me decía todo el rato que me marchara del lugar, que había abandonado mi trabajo. Yo dije que no porque estaba haciendo labor sindical. Hasta que no retiraron el último cacho de madera no me fui. Es entonces cuando me dijo que él ya había hecho lo que tenía que hace – revela Carmen-. Entonces pensé que la cosa no acabaría ahí”.

Un expediente falso

Y no se equivocó. El 5 de julio la empresa le comunicó su sanción: ocho días sin empleo y sueldo por desobediencia y abandono del puesto de trabajo y once días por malos tratos de palabra al director del servicio. El día 10 de julio, sin casi apenas tiempo para apelar de manera adecuada, comenzó a cumplir su castigo. “Detrás de la sanción está él, Javier Márquez. No había ningún superior de mi empresa en el lugar aquel día”, explica mientras asegura que ha recurrido el expediente sancionador en los juzgados por que lo único que quieren es callarla. Pero no lo van a conseguir. “Es un expediente basado en falsedades y calumnias”, sentencia.

“LOS ÁRBOLES SON UN PATRIMONIO PÚBLICO. SI QUEREMOS UNA CIUDAD MÁS HUMANA TENEMOS QUE CUIDAR LAS ZONAS VERDES”

Esta persecución sindical se ve acentuada por el hecho de ser mujer, tal y como manifiesta. “Se han envalentonado más, ven que pueden conmigo por ser mujer. Se atreven a cuestionarme las cosas que digo en las reuniones, cuestionan mis conocimientos en lo laboral”.

Tras la caída de la gran rama, se han desplomado más árboles en el municipio. El verano está pasando una factura muy elevada a un arbolado en estado de emergencia. “Los árboles son un patrimonio público. Si queremos una ciudad más humana tenemos que cuidar las zonas verdes. Cuando se cae un árbol siento que es algo irrecuperable. Nos dan oxígeno, absorben gases perjudiciales… y encima no hay reposición. Cada vez se invierte menos en ellos”, afirma quien por denunciar esta situación hoy está fuera esperando poder volver a su amada tarea.

Pero no está sola. Y lo sabe. Y el calor de las vecinas y vecinos es uno de los motores de su lucha. “Ahora mismo me siento con una gran responsabilidad, porque si yo, mujer blanca, nativa y legal con papeles, no defiendo con todas mis fuerzas un derecho fundamental como es la libertad sindical, no podré esperar un cambio, ni exigir a otras personas que no tienen la ley de su parte que defiendan sus derechos”, expone. El pasado 13 de julio arrancó una campaña de movilizaciones para pedir la suspensión de la sanción a Carmen. Ese mismo día el pleno del Ayuntamiento aprobaba la destitución de Javier Márquez como director general de Sostenibilidad.

El alcalde, el socialista Santiago Llorente, se ha negado a sustituirle. Pero las movilizaciones no van a parar. Cada jueves el grupo de apoyo de Carmen, compuesto por sindicatos y asociaciones del municipio, se concentrará en diferentes puntos de la ciudad. Esta semana la cita es a las 11:30 en la Casa del Reloj y a las 13:30 en las puertas de la empresa Althenia. “Estoy muy animada por el apoyo y la solidaridad de la gente, que me está arropando mucho”, destaca Carmen con una emoción que es combustible para la siguiente lucha.

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