Sara Kalí: ¿la patrona del pueblo gitano?
Cada 24 de mayo, más de 10.000 romeros y romeras -gitanas en su mayoría de grupos como manouches y gitans catalans- de toda Europa acuden a Saintes-Maries-de-la-Mer, en el sur de Francia, para venerar a Santa Sara, Sara Kalí en la tradición gitana.
Fotos: Andrea Mantovani
Texto: Andrea Mantovani y June Fernández
Cada 24 de mayo, más de 10.000 romeros y romeras -gitanas en su mayoría de grupos como manouches y gitans catalans- de toda Europa acuden a Saintes-Maries-de-la-Mer, en el sur de Francia, para venerar a Santa Sara, Sara Kalí en la tradición gitana.
Cuenta la leyenda que María Magdalena llegó desde Tierra Santa a esta localidad huyendo de las persecución a los cristianos después de la muerte de Jesucristo. En el barco viajaban también dos santas, María Salomé y María Jacobé (de ahí el nombre de la localidad), a las que una egipcia negra llamada Sara servía como esclava.
Esa es una versión. La más jugosa afirma que era la hija de María Magdalena y de Jesucristo, que hacía de sirvienta para proteger su identidad. En una tercera tradición, Sara era una gitana local que se valió de sus dotes de magia para ayudar a María Magdalena y el resto de viajeros a arribar a la costa gala. Hay más lecturas, como que este peregrinaje es la cristianización de las procesiones de la India dedicadas a la diosa Durga, también llamada Kali.
La celebración en Saintes-Maries-de-la-Mer se estableció en su forma actual por el Marqués de Baroncelli en 1935. Este aristócrata local convenció a la Iglesia católica para que tolerase la peregrinación pese a que Sara no está reconocida como santa por el Vaticano. Nuestra colaboradora, la activista gitana Silvia Agüero Fernández, considera que este acto religioso y cultural tiene mucho de “decorado de cartón piedra” diseñado por los payos poderosos. Cree que el propio payo Baroncelli se inventó esta leyenda pensando en lucrarse con la peregrinación. Considerar a Santa Sara como la “patrona” de los gitanos, es obviar la diversidad religiosa de este pueblo, señala.
La activista gitana prefiere recomendar la celebración del cambio del equinocio de primavera al solsticio de verano: Ederlezi en los Balcanes o San Juan en España. “Esa celebración es una pervivencia cultural que acompaña a la cultura gitana desde el origen en India y que se ha ido adaptando al entorno religioso europeo: en occidente adquiere formas católicas mientras que en el este se acomoda al Islam”. Cita también otras peregrinaciones gitanas y de devoción mariana como la de la Virgen de los Remedios en Fregenal de la Sierra (Badajoz) y la de Częstochowa, en Polonia.
En todo caso, para las familias que acuden a esta cita, es una ocasión para reunirse y celebrar su existencia. Durante una semana, este pueblo pesquero de 2.500 habitantes se transforma con la llegada de hasta 40.000 personas algunos años. Las caravanas trazan una ciudad transitoria con sus avenidas, callejones y barrios. El día 24 por la mañana se celebra uno de los momentos clave: la comitiva de fieles, precedida de violines y guitarras, camina hasta el mar para sumergir la imagen de Sara en el agua. Las familias aprovechan para bautizar a sus niñas y niños. Al día siguiente, las Santas Marías son igualmente llevadas hasta el mar. El último día de celebración se homenajea al Marqués de Baroncelli. Por las tardes, las familias cantan y bailan hasta la madrugada, a ritmo de rumba, flamenco y música balcánica.
En un contexto en el que el Pueblo Gitano, o Rromano Them, sigue perseguido y discriminado en Europa, durante una semana la comunidad gitana llegada de todo el continente y la población paya local disfrutan del intercambio cultural y de la celebración de su historia. “O no tanto, porque las autoridades ponen cada vez más trabas a que se estacionen las caravanas o a que se haga una juerga y durante el resto del año florecen los negocios ‘gitanos’ pero orientados a una clientela paya”, matiza Fernández Agüero.
Este fotorreportaje fue publicado en el número 4 de El Salto.