Sobre racismo en los carnavales…

Sobre racismo en los carnavales…

Elena Achótegui Sebastián

This reproduction of a 1900 William H. West minstrel show poster, originally published by the Strobridge Litho Co., shows the transformation from “white” to “black”. Wikimedia Commons.

“Quien no es de Cádiz no entiende el carnaval”, “no es racismo, es homenaje”, o, simplemente “no tienes […]

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09/02/2018

Elena Achótegui Sebastián

This reproduction of a 1900 William H. West minstrel show poster, originally published by the Strobridge Litho Co., shows the transformation from “white” to “black”. Wikimedia Commons.

“Quien no es de Cádiz no entiende el carnaval”, “no es racismo, es homenaje”, o, simplemente “no tienes ni puta idea” son algunas de las respuestas que he visto al comentar lo racistas que son las chirigotas “No tenemos el Congo pa’ farolillos” y “No te quemes todavía” del Carnaval de Cádiz, en las que sus temáticas de este año han sido disfrazarse de “congoleños” y vendedores ambulantes negros.

Que en 2018 haya todavía grupos de blancos que se pinten la cara con pintura negra, y utilicen narices y labios de pega para caracterizar a negros es algo que todavía no consigo creer. Y lo que consigo creer aún menos es que una gran mayoría de personas no solo apruebe esto, sino que ni siquiera llegue a verlo como un comportamiento racista.

El denominado “black face”, o lo que es lo mismo, blancos disfrazándose de negros, comenzó en Estados Unidos en el siglo XIX durante la época de la esclavitud, donde los esclavos negros eran sistemáticamente deshumanizados, y la representación del “black face” no era otra cosa que una caracterización de la idea de inferioridad de los esclavos negros por medio de burlas estereotipadas. El “black face” de España del siglo XXI, continúa siendo una burla estereotipada de una minoría de la sociedad que continúa siendo oprimida, marginalizada, y a veces, también, deshumanizada.

Visualmente, la pintura negra utilizada es probablemente lo primero que me llama la atención cuando empiezo a ver la actuación de las chirigotas. Cuando la cámara mete el zoom y enfocan las caras, se ve, como parte del disfraz, una nariz y labios postizos, despiadadamente exagerados, complemento que, por cierto, es admirado por los comentadores del evento. Una caricatura grotesca y obscena de una idea tan primaria de lo que es ser negro, y que resulta desagradable para cualquier persona con un mínimo de conciencia y sensibilidad. Eso sin entrar en el tema del vestuario y de la apropiación cultural, que puede ser una (necesaria) conversación para otro momento.

Las letras de las canciones van al compás con el atuendo racista, haciendo continuas referencias al-desmesurado- tamaño del pene de todos los africanos, perpetuando la dañina hipersexualización que se le ha atribuido al hombre negro, y que, para dar un contexto histórico, es un mito que crearon los supremacistas blancos para justificar los linchamientos a afrodescendientes en EEUU después de la Guerra de Secesión.

Por si estas acusaciones no fueran suficientes, las canciones continúan plagadas de estereotipos racistas con letras como “si llega un león a mi poblado lo mato con mis propias manos”, “a la selva no ha llegado la tecnología todavía”, “tol’ mundo allí vive en cabañas”, o mi favorito, “soy caníbal, me alimento de carne humana”. Una vez más, reforzando la idea ilusoria, occidental e imperialista de la situación de subdesarrollo de países africanos, de personas africanas. Idea casi infantil que parece mentira que siga siendo utilizada y mantenida en ámbitos tan comunes de la sociedad española.

Pues bien, estando de acuerdo con que las chirigotas tienen un contenido político y de crítica social en un contexto humorístico, que son para “hacer reír”, que es carnaval, que la libertad de expresión… Y sin querer caer en la tan temida corrección política, sigo pensando que estas actuaciones son descaradamente racistas, que faltan al respeto y que son, incluso, peligrosas, ya que omiten la pluralidad existente de un grupo social particularmente explotado y porque fomentan la ignorancia, los prejuicios, la discriminación, y el etnocentrismo.

¿Por qué permitimos que el “humor” sea una excusa suficiente para justificar el racismo? WAKE UP!

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