La cuenta atrás: 016, 015, 014…

La cuenta atrás: 016, 015, 014…

J. Agustín Franco Martínez

Lori |Damn. #FEMEN | Creative Commons | Vía Flickr

¿Por qué los medios no publicitan el 016 cuando (des)informan sobre Femen o de cualquier otra acción feminista combativa? ¿Por qué se trata como a delincuentes a quienes intentan desactivar la bomba machista? ¿Hipocresía, esquizofrenia […]

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23/03/2018

J. Agustín Franco Martínez

Lori |Damn. #FEMEN | Creative Commons | Vía Flickr

¿Por qué los medios no publicitan el 016 cuando (des)informan sobre Femen o de cualquier otra acción feminista combativa? ¿Por qué se trata como a delincuentes a quienes intentan desactivar la bomba machista? ¿Hipocresía, esquizofrenia social?

¿El único relato posible sobre el terror machista es el relato de víctima?, ¿por qué no de superviviente, de resistencia? ¿Por qué no se lee igual el simbolismo de las acciones feministas combativas como se lee el de otras manifestaciones sociales?

¿Por qué ese súbito analfabetismo moral sobre la igualdad y la libertad cuando se trata de feminismo reivindicativo y no sólo explicativo o declarativo? ¿Será porque el sistema patriarcal lo único que está dispuesto a conceder es un minuto de silencio a las víctimas (en realidad, su propio minuto de gloria, de victoria, de historia)?

Si nadie detiene el escándalo público permanente del patriarcado, ¿será por eso que no se tolera ni un minuto de ruido contra su hegemonía?

Algunos medios y periodistas hicieron autocrítica cuando no supieron cubrir las manifestaciones de protesta surgidas tras el 15M, ¿cuándo lo harán respecto a las denuncias, protestas y reivindicaciones por la igualdad?

¿Dónde están los economistas que en nombre de la eficiencia, la libertad y la productividad, que recomiendan los más ingeniosos cálculos técnicos de sostenibilidad de lo público, para defender la igualdad de género cuando la falta de ésta es un ataque frontal contra el talento, la innovación, la inversión y el capital humano?

Pero hay más preguntas. ¿Por qué la lógica de la igualdad toca en hueso cuando se trata de la religión capitalista? La demencia de la fe en el Libre Mercado arrasa con el más elemental sentido común sobre la igualdad: Sólo merecen el paraíso quienes hacen méritos, quienes arriesgan, quienes evaden sus impuestos… El resto se salvará al final por el desbordamiento de la misericordia divina (o más castizamente, por el crecimiento del PIB y la beneficencia).

El patriarcado no se derrumbará a base de razones. Entonces, tristemente, se entiende mejor el odio visceral contra la épica feminista, contra cualquier relato de éxito por la igualdad, llámese sufragio universal, renta básica universal o progresividad fiscal o hágase vestida de hombre para estudiar en la universidad o en sujetador para impugnar los dogmas religiosos o con el torso desnudo para denunciar la impunidad patriarcal.

Si sabemos contar hacia adelante y hacia atrás, ¿por qué se nos dice que después de llamar al 016 comienza la cuenta ascendente si lo que viene realmente es la cuenta atrás, hacia la muerte social, emocional, laboral, familiar, incluso hasta la muerte física?

La situación de maltrato continuado es un estado vegetativo de la dignidad y la conciencia, un estado de esperanza en volver algún día a la vida (no sólo de miedos va la cosa). Así, es curioso que lo que no se le pide a ningún otro enfermo terminal (incluso se le prohíbe), en cambio sí que se le anime a ellas, a la eutanasia (moral, incluso física) de su hilo de dignidad terminal, hasta se les reprocha su irresponsabilidad si no lo hacen…, (llama al 016, que si no hay denuncia no se puede hacer nada).

Sí, sí, sí, para los que saben sumar y restar, se puede leer al revés, desde luego, en vez de en clave de muerte, en vez de en clave de eutanasia (moral, claro, de ahí no pasa, sólo excepcionalmente, por supuesto), pues eso, leerlo en clave de vida, tras la denuncia comienza a gestarse una nueva vida. Pues a lo que iba, si lo leemos en clave de vida, el resultado es el mismo: Lo que a otras se les prohíbe directa o indirectamente (por ejemplo, por la objeción de conciencia del doctor), aquí se les anima a abortar, a abortarse a sí mismas, a su nueva versión de sí mismas, cuando no también a sus propias criaturas. (Sí, sí, todo metafórico, por supuesto).

Y no pasa nada, nadie se rasga las vestiduras ni los hábitos, ni cambian de creencias, faltaría más. (La higiene íntima que llega hasta la ropa interior, todavía no ha llegado a las creencias interiores, ¡qué pena!).

En consecuencia, se prohíbe la eutanasia y el aborto como norma general, excepto en una situación, ¿quién no lo ve? ¡Llama, llama al 016, que no deja rastro en la factura y con un poco de suerte no dejará rastro ni de ti ni de tu progenie!

No deja rastro en la factura ni, lo más importante, en la conciencia institucional. La guinda del pastel es un buen anuncio culpabilizando al entorno cómplice. ¿Alguien ha visto algo parecido en otros casos de terrorismo?, especialmente sabiendo, como ya se sabe, que el psicópata –con frecuencia– se camufla a la perfección en su entorno: encantador, inteligente, trabajador, solidario, una bellísima persona…

Después de años de educación misógina, en el rosa y en el azul, en la escuela, en la iglesia, en la televisión, en el cine, en el supermercado, en el parque…, ahora el culpable de no impedir la explosión de la bomba misógina eres tú.

No te han educado para ser artificiero o desactivador de la violencia machista, vale, pero sí para ser mártir o incluso para jugarte un farol con las cartas que te han tocado. Resignación o huida. Arder en la hoguera o conversión. La caza de brujas no ha terminado.

¿Alguien dirá basta? Tratándose de igualdad se nos olvida sumar y restar. Y para las pocas o únicas que deciden ser artificieras, a través de organizaciones feministas combativas, se las persigue y acosa y ahí nadie llama al 016, a todos parece que se les olvida hasta contar, ya sean números o la verdad.

La épica feminista por la igualdad comienza deteniendo la cuenta atrás: 016, 015, 014…

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