Cuando el amor es un campo de batalla
Eleanor Abernathy
Miriam Sánchez M.
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Pues verán ustedes, yo nunca tuve conflictos con mi orientación sexual. De hecho, no tengo memoria de que tuviera que definirme mucho. Recuerdo que a eso de los 16 tuve una revelación. Pensé que podría enamorarme igual de un […]
Eleanor Abernathy
Pues verán ustedes, yo nunca tuve conflictos con mi orientación sexual. De hecho, no tengo memoria de que tuviera que definirme mucho. Recuerdo que a eso de los 16 tuve una revelación. Pensé que podría enamorarme igual de un hombre que de una mujer y ya. No le di más vueltas. A mis veinte bastantes leí que esto era ser pansexual. No sé si soy pansexual o no, sigo abierta a la idea, pero a mis 32 años tengo que decir que nunca me he enamorado de una mujer. Parece ser, según la praxis amorosa de mi vida, que soy asquerosamente heterosexual. Sí, he dicho asquerosamente. Más adelante entraré en detalles.
Como decía, a lo mejor soy pansexual pero me importa bastante poco, la verdad. Y es que tengo la sensación de que categorizamos todo y yo, que aunque no lo parezca soy de personalidad bastante anarca, digamos que tiendo a huir de todas las categorías. Así que me encuentro en 2018 en pleno apogeo del poliamor, vendido como La alternativa feminista al mito del amor romántico. Y pienso… a ver… yo tiendo a ser monógama, pero en realidad no. Si soy sincera conmigo misma he tenido parejas de una noche, amigos con los que mantenía relaciones a veces, he tenido parejas monógamas, relaciones exclusivas pero con fecha de caducidad, aventuras super mágicas de conexión total pero de fin de semana… Y sobre todo, llevo la mayor parte de vida y cuando digo la mayor parte lo digo totalmente en serio, siendo soltera, sin compromiso, absolutamente feliz y auto realizada. Así que me ha dado por pensar, ¿a ver si va a ser que yo he ido improvisando mis relaciones según aparecía la persona y yo veía como encajaba eso en mi vida y en la del otro? Por eso me encuentro un poco perdida cuando alguien que siente que ha visto la luz me habla de la opresión de la monogamia, de la liberación feminista que supone tener relaciones abiertas y de lo chapada a la antigua que parece ser que me estoy quedando. De hecho es que tengo la sensación de que la gente está obsesionada con follar. Follar está sobrevalorado. Y de esto me he dado cuenta hace muy pocos años, cuando hablando de sexo con amigas super liberadas sexualmente, soltaban perlas tan mojigatas que yo me quedaba con el ojo cuadrado. Y pensaba, pues a lo mejor yo estoy más liberada sexualmente y follo menos que ellas.
Dejemos una cosa clara, aquí cada quién que viva sus relaciones de la manera menos patriarcal posible y por cierto, suerte en el intento. Lo que me lleva al terrible punto de partida anteriormente mencionado. Soy asquerosamente heterosexual. Resumiendo, ya he pasado por el que me hacía mansplaining a tope, por el maltratador y por el señor pánico al compromiso que soltaba la típica perla del “ah, pero yo avisé”. Mira chaval, que a lo mejor hay que adaptarse cuando las cosas evolucionan o cambian. Digo yo, ¿eh? No sé, llámame loca. Y el problema es que cada vez que me llama la atención un tipo nuevo tiene alguna de las taras anteriores u otras más y una, que es ya perra vieja, las ve venir. Que yo sé que también tengo mis taras pero es que las de ellos siempre se mezclan con cuestiones patriarcales. Que me da pereza vaya. El que menos te hace mansplaining y eso es una desgracia, queridas todas.
Así que ahí estoy, en la contradicción de querer compartir cosas bonitas con alguien especial, sentirse importante para otra persona, recibir cariño, darlo, confiar, quererse y el choque continuo contra el mismo muro de siempre. Supongo que por eso, últimamente pienso; si la orientación sexual no es algo tan definitivo y yo siempre he pensado que podría enamorarme de una mujer, ¿podría? ¿Puedo hacerme lesbiana dando a un botón? Click, lesbiana. ¿No, verdad? Es una pena. Es que me quiero hacer lesbiana porque estoy harta de todos estos zoquetes. ¿Las lesbianas tienen también nuestros problemas de choque brutal contra el mismo muro patriarcal en el ámbito sexo-afectivo? Sé que sí porque los roles de género se asumen, pero sospecho que no tienen tantos problemas, de verdad. Y me dan cierta envidia.
Hay algo que pasa también cuando eres siempre la soltera del grupo y es que tus amigos te cuentan sus problemas de pareja. Y ahí lo ves otra vez, el uno que es promiscuo y la otra no quiere. El otro que menuda falta de respeto acaba de cometer con esa amiga tuya que es una mujer maravillosa y ella se enfada pero le perdona, hace la vista gorda, mientras tú la has consolado a base de cervezas y abrazos y mucha escucha. Tu amigo, que se acaba de liar con una de 20 años menos en una relación nada desigual, ¿eh? Y la chica super mona, cuerpo normativo total. El otro que se pone celoso y entonces llevas años sin tomarte un café a solas con tu amiga del alma. El que por no fregar un plato finge tener un dolor de barriga tremendo, de no levantarse del sofá. El de más allá, que le deja la novia después de ocho años de relación y empieza a salir con una nueva a las dos semanas, también muy joven y guapísima, por supuesto.
En fin, que la cara más fea del problema es cuando te das cuenta de que tu terreno afectivo, ese que debería ser un espacio de compañerismo, respeto y cuidado, es en realidad otro campo de batalla. No sé las demás, pero yo estoy de veras muy cansada de luchar.