Ríos de tinta y alas en papel. Una crónica del Tattoo Circus Madrid 2018
Llegué a este encuentro contra la represión y las cárceles con la simple idea de que era un evento de tatuajes para recaudar fondos para las personas presas, pero terminé dándome cuenta de que es mucho más que eso.
se abrirán todas las celdas
morirán todas las guerras
nacerá toda la paz Falta y Resto
Llegué a la 13-14 (espacio donde se celebraba el Tattoo Circus Madrid de este año) y una larga cola bajaba por las escaleras del espacio hasta la entrada: gente haciendo fila para reservar sitio en el cuaderno de citas de les tatuadores. Empecé flipando, desde el minuto cero, con el poder de convocatoria del evento. Y eso que era viernes y la cosa recién empezaba.
Yo me había decidido a ir a Madrid desde Canarias porque el sábado actuaban mis queridas gordis del Komando Gordix de Barcelona y esto iba a ser motivo de lindos reencuentros. Si bien venía con alguna referencia sobre el Tattoo Circus, lo cierto es que no le conocía en detalle. Llegué con la simple idea de que era un evento de tatuajes para recaudar fondos para las personas presas, pero terminé dándome cuenta de que es mucho más que eso.
Tinta y voz
El Tattoo Circus Madrid se llevó a cabo en el Centro La 13-14 Okupada de Vallekas, del 6 al 8 de abril. Podríamos definirlo como un encuentro contra la represión y las cárceles, un acto solidario con las personas presas: todo lo recaudado durante estos días va para ellas, para apoyarlas y difundir la lucha contra las prisiones.
El evento incluyó tatuajes, peluquería, perforaciones, charlas, talleres, rifas, exposiciones, conciertos, obras de teatro y comilonas colectivas, y fue clausurado con un freakshow que -confieso- fui incapaz de ver (soy demasiado aprensiva y, por lo que me habían advertido las compas, la cosa iba de sangre, agujas y perforaciones en vivo). Supongo que a estas alturas también me toca confesar que fui al Tattoo Circus y no me hice ningún tatuaje… #mec!
El espacio estuvo abarrotado de gente en casi todo momento. Obviamente la gran protagonista era la zona de tatuajes (me consta que les tatuadores no daban a basto y estaban las agendas casi llenas desde el viernes), pero también hubo gran afluencia durante los conciertos y las obras de teatro, así como en las charlas, exposiciones y en la zona de carteo.
En la zona de expo podías encontrar grabados antirrepresivos, libertarios y feministas, y mesas donde adquirir libros, revistas y fanzines. La zona de carteo estaba en una sala amplia en la que contabas con todo lo necesario para enviar cartas, dibujos o postales a personas presas de distintos rincones del mundo (una carta parece poco, pero es mucho cuando estás encerrade). En la misma sala un cartel anunciaba la entrada al “túnel de la detención” que (entre telas y expositores de corcho o madera) te dirigía por los “laberintos” de la misma para explicarte con detalle todas sus etapas, desde la detención inicial, pasando por tus derechos en comisaría, los procesos judiciales y las condiciones actuales de encarcelamiento en los centros penitenciarios del Estado español, incluyendo (¡gracias, compas!) las especificidades de ser mujer, trans o migrante. Por si todo esto fuera poco, al finalizar el túnel aparecía una reproducción a tamaño de real de una celda, la cual te permitía situarte en el lugar del otre, imaginarte por un momento el pequeño espacio en el que (sobre)viven, en la actualidad, miles de personas encerradas en/por el Estado español. Sentí un escalofrío por todo el cuerpo al llegar a este punto. Hoy no sabría decir cuánto tiempo estuve en shock, abstraída en este miniespacio, hasta que vino alguien a buscarme.
Autogestión
La recaudación de dinero se hizo a través de los tatuajes, la peluquería y las perforaciones, así como de la venta de comida, rifas y merchandising que podía adquirirse en cualquier momento (pegatas, camisetas, mecheros, bolsos, etc.). Me parece importante recalcar que la comida era vegana y que la organización decidió no vender alcohol en el evento, a la vez que pedir (insistentemente) que no se consumiera alcohol u otros tipos de drogas en el espacio. Por fin estamos siendo capaces de autogestionarnos sin recurrir al alcohol. Esto merece un subrayado y negrita. Va de nuevo: Por fin estamos siendo capaces de autogestionarnos sin recurrir al alcohol.
Una de las charlas del encuentro, por cierto, abordó este tema: la contradicción que supone luchar por la libertad normalizando el consumo de sustancias que, en ocasiones, pueden conducir a algunas personas a la pérdida de su autonomía (drogodependencias o alcoholismo) y/o al encarcelamiento (no podemos perder de vista que las drogas son -directa o indirectamente- el motivo por el que cerca del 60% de las personas están presas, ni tampoco su claro componente de clase social y raza). No diré nada más al respecto (honestamente, hay mucho sobre lo que debo reflexionar), pero creo que fue muy acertado incluir este debate en el encuentro.
Contra el encierro
Desde el principio me llamó mucho la atención la programación del Tattoo Circus. Recuerdo leer el cartel y pensar “WOW!”, pues las charlas y talleres eran de lo más variopintos: antirracismo, antirrepresión, anticapitalismo, antipsiquiatría, antigordofobia, antiautoritarismo, antidrogas… ¡completito, vaya! Pero espera, ¿esto no iba sobre cárceles?
Según especificó un miembro de la organización del evento en una de las charlas, en esta VI edición en Madrid fueron incluidas distintas temáticas que iban más allá de los centros penitenciarios al entender -tras un largo proceso interno en el que aún andan metides- que las cárceles pueden tomar distintas formas en nuestras vidas y que el concepto de “prisión” puede ser más amplio de lo que normalmente pensamos. Y la verdad, creo que tienen razón. A mi modo de ver, en determinadas circunstancias el cuerpo podría ser considerado una cárcel, al igual que un psiquiátrico, el binarismo de género o una drogodependencia. De la misma manera, funcionan como cárceles los Estados europeos que limitan la vida y las libertades de los seres humanos dentro y fuera de sus fronteras bajo la excusa de la “irregularidad administrativa”. Asimismo, quizás quepan aquí las palabras de Amadeu Casellas en la presentación de su libro en Canarias, quien nos espetó a les presentes: “No os creáis libres, vosotros aquí fuera estáis en IV grado”… Y tanto.
En fin, que vuelvo a casa con la maleta llena de ropa sucia, montones de fanzines, una camisa nueva y una larga lista de debates pendientes conmigo misma y con otres cercanes. Me llevo puestas, además, la alegría de la rebeldía compartida, las ganas de seguir luchando por un mundo mejor, y la sensación de haber querido y acompañado este finde a compas que no he conocido aún y que ni siquiera están cerca, y sin embargo lo están, están cerquita, justo al lado de donde late la solidaridad, tan necesaria en los días que corren.