Txus García, esa poeta desenfocada
'Este torcido amor', como antes 'Poesía para niñas bien', es un libro con pocas trampas y muchas verdades pequeñas, de parones para respirar, de caballos de espadas que avanzan sin tino y frenan en seco tirando al suelo al caballero y a su ego. Esta poesía está hecha de trozos de piel arrancada a jirones para hacerla verbo, está llena de los dolores y alegrías cotidianos de una vida monstruosa como todas las vidas que vale la pena vivir.
Se me hace difícil escribir una reseña al último libro de Txus García esquivando la evidencia de cuánto me gusta no solo el libro, sino también la autora. Un disimulo nacido de aquello que dice mi hermano Dani Ahmed: “lo personal es político, pero lo íntimo es privado”.
La literatura, sin embargo, cuando es tripa y no moda, poco entiende de cajones ni de estanterías y se cruza de lo personal, lo político, lo racional, lo esotérico, lo leído, lo escrito, lo sentido. Y en un mundo de pura obscenidad, en la ciberhoguera de las vanidades, una poesía entregada en desnudez bien merece algo de desnudo para salvarnos un instante de la quema.
Txus García (“qué maravilla escribirte”) ella, su poesía, es un monstruo que aparece en la mitad del escenario que son nuestros espacios plagados de normalidad. Normalidad artística, normalidad poética, normalidad personal, normalidad amorosa, vidas normativizadas en mitad esa guerra cotidiana que construimos, como el infierno de Calvino, estando juntas. Unos escenarios cotidianos donde incluso la radicalidad es comedida, donde todo se reduce a un gesto estético, vacío, cómodo y previsible, una pirueta de parecer para ser, sin llegar nunca a ser.
La escritura es un acto de comunicación, es la lengua de las ahogadas, parafraseando a Txus y a La García. Una botella que lanzas al mar con un algo dentro, deseando que en algún lugar alguien la encuentre y la lea, en un leer que no sea pasar los ojos sobre signos aleatorios, sino el leer de verdad, el leer que te atraviesa, que te hace cerrar la página y tomar aliento, el leer que te paraliza y te devuelve la vida.
Para que el leer sea de verdad es necesario algo de verdad en el proceso, algún ingrediente de verdad en la fórmula conjunta de escribir-leer. Una verdad pequeña, como todas las verdades que lo son. Las verdades grandes son otra cosa: son propaganda, son violencia, son imposición. Son, al fin, mentira. Pero en el acto de escritura, como en el de lectura, que son el mismo en tiempos distintos, tiene que haber algo de esa verdad que son nuestras tripas, arrancadas de los ropajes, del quedar bien, del ser guay, del escribir bonito por el simple hecho de escribir bonito. La literatura no es bonita, es desgarradora incluso en lo bello y está, como todas las cosas desgarradoras y bonitas, llena de trampas.
Este torcido amor, como antes Poesía para niñas bien, es un libro con pocas trampas y muchas verdades pequeñas, de parones para respirar, de caballos de espadas que avanzan sin tino y frenan en seco tirando al suelo al caballero y a su ego. Esta poesía está hecha de trozos de piel arrancada a jirones para hacerla verbo, está llena de los dolores y alegrías cotidianos de una vida monstruosa como todas las vidas que vale la pena vivir. No hay trampa en esta escritura, no hay ficción en ninguna acepción de la palabra, no hay paripé. Aquí está, aquí estoy: si te sirve, léeme. Si te corta el aliento, léeme, si está hablando de ti también, léeme. No es un libro para el placer, aunque lo dé, es un libro para la vida, para entender la vida, porque está hecho de eso, de vivencia atravesada, sin instrumento, de vida en toda su preciosa fealdad.
No por ello, aclaro, es un libro turbulento. La García, Txus, se planta ahí, mezclando el “animalillo ávido de caricias” y la “sonrisa de hábil comercial” para retornarse, convertida en poesía, “al cortés silencio de los anóminos”.
Hay una forma de recitación coránica, tagwid, que permite la ornamentación del recitado con la consigna de mantener la importancia del texto sobre el ego de quien lo recita. Es un equilibrio extremadamente complicado, lograr una belleza impactante que enaltezca el texto y no la voz. Este amor torcido, como toda buena poesía, como toda buena interpretación cinematográfica, logra ese equilibrio: el anonimato de la autora, de la actriz, diluido en el texto. Tal vez esa sea la fórmula de la gran literatura: que no esté hablando del ego de quien escribe, infinitamente, sino de su cuerpo escribidor, de unas vivencias tan personales y tan despersonalizadas al mismo tiempo que puedan hablar de cualquiera de nosotras, sin pretender hablar de nadie en concreto.
Audre Lorde lo decía así más o menos: porque soy una poeta negra y lesbiana que está haciendo su trabajo te pregunto, ¿estás tú haciendo el tuyo?
La García hace su trabajo, que es ser poeta rapsoda, sin más y sin menos. Cogerse, desnudarse, darse la vuelta, explicar miserias, enseñarse sucia y darnos un trozo de pequeñez, un trozo de nada que es todo. Y esa nada y ese todo están siempre fuera de lugar por definición, siempre desencajado, siempre un poco desenfocado.
Este torcido amor (la ternuda de los ahogados) es un botella lanzada al mar lleno de hijas de pescadores y pagesas, “esa extraña combinación de mar y montaña”, de teleoperadoras, de sábanas que no supieron cambiarse a tiempo, de vidas entre paréntesis, de lesbianas acosadas por guardabosques (que son del libro anterior, pero me encantan), de suicidas milenarias, de ruinas, sexo y lamparones. Un libro que busca lectoras también desenfocadas, desencajadas, lectoras que no tienen lugar, de esas que van a las presentaciones literarias y a los actos sociales y se quedan en una esquina para marcharse corriendo en cuanto encienden las luces. Para las que solo buscan encontrar una burbujita de oxígeno en el que sentirse, por un rato, acompañadas en su pequeñez. En la nuestra.
Notas de la editora:
- Txus García ha colaborado además en Pikara, con un artículo sobre esoterismo queer, un texto sobre visibilidad lésbica y un vídeo sobre la espiritualidad de la diosa en el Pikara Lab Bienaventuradxs. ¡Y un horóscopo queer para el anuario nº4 de Pikara en papel!
- La conocimos gracias a nuestra colaboradora Marta Navarro, que nos trajo uno de los poemas de ‘Poesía para niñas bien’.
- Txus se encuentra presentando también la reedición de ‘Poesía para niñas bien’ (ed. Bellaterra), esta vez ilustrada por Ana Elena Pena y prologada por nuestra compi June Fernández.