Cuando nosotras las muertas despertamos

Cuando nosotras las muertas despertamos

Mar Rey Bueno

Audre Lorde, Meridel Lesueur, Adrienne Rich 1980

Adrienne Rich. Norteamericana. Poeta. Intelectual. Feminista. Casada en la década de los cincuenta con un judío ortodoxo. Madre de tres hijos. Llega un momento, en su vida, en el que descubre que está escribiendo por oficio. Es […]

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29/06/2018

Mar Rey Bueno

Adrienne Rich. Norteamericana. Poeta. Intelectual. Feminista. Casada en la década de los cincuenta con un judío ortodoxo. Madre de tres hijos. Llega un momento, en su vida, en el que descubre que está escribiendo por oficio. Es decir, escribe porque ha aprendido cómo se hace, conoce las normas, pero no le produce ninguna satisfacción. Siente que sus poemas están vacíos. “Lo que me asustaba sobre todo era ese sentido de estar a la deriva, de ser arrastrada por una corriente que parecía ser mi destino, pero en la cual yo creía estar perdiendo el contacto con quienquiera que yo había sido, con la muchacha que había experimentado por momentos, casi estáticamente, su propia voluntad y energía.”

Adrienne empieza a mirar con nuevos ojos. Empieza a descoser. Inicia el proceso de rehacer esa cosa tejida que se deshilacha, ese trapo tenebroso, esa prenda de mujer, intentando aprovechar la madeja. Y, en un poema dedicado a su abuela, escribe, de sí misma “una joven, que se piensa dormida, es una muerta con certificado”. Ya no hay marcha atrás. Porque, como ella misma afirmará, años después, “los poemas son como sueños, en ellos pones lo que no sabes que sabes”.

Diciembre de 1971. En la convención anual de la MLA (Modern Language Association), dentro de la Comisión sobre el Status de la Mujer dentro de la Profesión, Adrienne presenta uno de sus escritos legendarios: “Cuando nosotras las muertas despertamos”. Un escrito en el que narra su proceso de desaprendizaje, aquel deslindar entre los hilos que traman la historia oficial, buscando el haz intacto, las hebras con las que poder tejer otro rumbo. Y cuenta cómo inició la re-visión, el acto de mirar con ojos nuevos, de asimilar un viejo texto desde una nueva orientación crítica. Un acto que, para las mujeres, más que un capítulo de historia cultural, supone un acto de supervivencia.

Adrienne escribe el texto en primera persona. Utilizándose como ejemplo. Y lo hace, como Virginia Woolf cincuenta años antes, porque “soy consciente de las mujeres que no están aquí con nosotras porque están lavando los platos y cuidando a los niños. Casi cincuenta años después de que ella habló, ese hecho se mantiene en gran medida sin cambios y, estoy pensando también en todas las mujeres que no incluyó en su cuadro. Mujeres que lavan los platos de otras gentes y que cuidan los niños de otras gentes, sin hablar de las mujeres que tenían que hacer la calle, ayer mismo, por la noche, para poder alimentar a sus hijos.”

Hoy, casi cincuenta años después, el texto de Adrienne sigue plenamente vigente. Sigue habiendo mujeres que no pueden alcanzar unos estudios superiores. Sigue habiendo mujeres que lavan platos ajenos y cuidan niños ajenos, sin ningún tipo de cobertura social. Sigue habiendo muchas mujeres, demasiadas, que luchan por conseguir sus objetivos y se ven cercenadas a mitad de camino. Mujeres que vagan sin rumbo. Mujeres que no se responsabilizarían de sus desgracias si se supieran integrantes de una tribu. Si conocieran cuál es el verdadero origen de sus silencios, sus mutilaciones, sus encierros.

Porque aún queda mucho por hacer. Porque seguimos sin sentirnos parte de un linaje. Porque he pasado por todos los ciclos formativos y nunca nadie me habló de genealogías femeninas. Porque, sí, muchas de nuestras ancestras están en las bibliotecas, esperando a ser leídas. Pero es una espera baldía, porque no se busca lo que no se sabe que existe. Porque cada trabajo dedicado a estas locas del desván, a estas dulces antepasadas nuestras, se sigue percibiendo como salido de la nada. Porque cada generación de mujeres parece que redescubre su pasado, olvidando a tantas y tantas como nos precedieron. Porque genealogía es poder.

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