Émilie Jouvet: Entre la excitación erótica y el placer militante

Émilie Jouvet: Entre la excitación erótica y el placer militante

Émilie Jouvet es fotógrafa, directora y productora de cine, autora de varias películas de postpornografía feminista y queer. El jurado que le concedió el Premio Honorífico Zinegoak 2018 valora la naturalidad de su mirada y la capacidad de develar los mecanismos de poder que atraviesan la sexualidad. Lucía Egaña Rojas, comunicadora, artista e investigadora sobre postporno, le entregó el premio, dinamizó su clase magistral en Bilbao y también la entrevistó para Pikara.

Lucía Egaña Rojas*

Emilie Jouvet agradece el premio honorífico Zinegoak en la gala inaugural el pasado febrero./ Foto cedida por Zinegoak ©MITXI

Émilie Jouvet agradece el premio honorífico Zinegoak en la gala inaugural el pasado febrero./ ©MITXI

Conocí el trabajo de Émilie Jouvet como casi todo lo que he visto de porno: por internet. Había hecho Too much pussy, una road movie que nunca pudimos proyectar en la Muestra Marrana, pero que vimos en nuestras casas. La distancia y el desconocimiento hacen que una se pueda imaginar cualquier cosa de una directora de porno, llenarlas de un glamour que en realidad se esfuma ante el primer encuentro presencial. Las directoras de porno queer europeas que he conocido en general producen sus películas con poco o nada de dinero y les cuesta llegar a fin de mes. Trabajan de camareras, en publicidad, en cualquier cosa temporal. Su trabajo cinematográfico no distingue política y ficción, y esto es probablemente algo interesante que podemos aprender de ellas.

Existe la tendencia de intentar mantener la sexualidad en un terreno silenciado, a pesar de que prácticamente todo el mundo tiene una. En el cine normalizado todo lo que es sexo explícito se queda en la elipsis, mientras que el porno invierte esa elipsis, haciendo visible todo lo que el otro cine omite. Por otra parte, en el porno convencional y comercial se quedan fuera las relaciones personales, la psicología, la emoción, cosas que en el porno queer, feminista o en el postporno, muchas veces son parte sustancial de la representación. Con trabajos como el de Émilie Jouvet, y el de otras directoras lesbianas de Europa, se contrarresta otra elipsis invisibilizada por el porno y el cine convencional, y que son todos estos géneros, cuerpos, prácticas o relaciones que en general no están en las representaciones más habituales. Géneros y cuerpos que son ni más ni menos los nuestros y que demandan aparecer al menos en los materiales que nosotras mismas producimos.

“ME LLAMA MUCHO LA ATENCIÓN LO VIOLENTAS Y DESPROPORCIONADAS QUE LLEGAN A SER LAS REACCIONES QUE SUSCITAN LOS TRABAJOS SOBRE SEXO. TODO RETUMBA”

 

Pude conocer a Émilie Jouvet en el festival de cine gaylesbitrans Zinegoak, en Bilbao, donde este año le otorgaron el premio honorífico y donde presentó su última película, Aria, sobre maternidades y paternidades queer. En ese contexto es que se dio la siguiente conversación.

Trabajas a partir de conocimientos situados. ¿Esto es una decisión o es algo inevitable?

Realmente no es que sea una elección. Me di cuenta muy rápido de que en el arte y en la investigación, al menos en lo que conozco, en Francia, no se valora que el trabajo se base en la experiencia personal o parta de ella. Yo, en cambio, considero que ahí nacen las verdaderas expertas. Me planteé si debería dirigir mi investigación hacia otros temas que no conocía tan de cerca, pero pienso que si me va a llevar toda la vida abordar mi universo como mujer, lesbiana y queer, necesitaría otra vida entera para empezar desde cero a investigar otros temas.

¿Y la decisión de centrar tu trabajo en la sexualidad?

Es algo que yo también me cuestiono mucho, por qué me provoca tanto interés. Quizá es un misterio lo que nutre la creatividad de los artistas, por qué nuestra creación se cristaliza en unos temas y no en otros. Algunos tiran por las plantas, otros se interesan por la lucha obrera, otros se centran en las formas abstractas… Desde muy joven el sexo me ha interesado muchísimo y ha estimulado mucho mi creatividad. Encuentro en él un vector que me permite abordar otros temas también. Me llama mucho la atención lo violentas y desproporcionadas que llegan a ser las reacciones que suscitas cuando trabajas en torno a ese tema. Todo retumba. Esos ecos y que las reacciones de unas personas a otras sean tan diferentes, me resulta muy interesante. La sexualidad es una de las reacciones básicas de los seres humanos, como comer o respirar, pero ésta consigue crear a su alrededor relaciones de poder, conflictos tan fuertes y tan potentes… Quizá de ahí venga mi interés, pero es una pregunta que no acabo de responder del todo.

Las personas que han participado en tu película One night stand dicen que les provocó excitación salir de su zona de confort; una excitación que va más allá de lo sexual. ¿Compartes esa excitación a la hora de hacer tu trabajo? ¿A ti también te saca de tu zona de confort?

Con cada película he tenido una sensación muy diferente. En One night stand, era la primera vez que yo grababa escenas sexuales más explícitas y directas. Por un lado me parecía muy divertido y en muchos momentos sentía que estaba participando. Estaba esa parte erótica y también esa excitación militante, como mujer y como lesbiana, por lo que estaba aconteciendo delante de la cámara. Sabía que estaba haciendo algo prohibido. Pero en muchos momentos necesitaba mantenerme un paso atrás para que las personas que estaban participando pudieran expresarse libremente. En Too much pussy y en My body my rules, las participantes abordan temas que para mí son desconocidos y que me hacen ir más allá de mis propios prejuicios, tabúes y límites. Yo también he tenido que romper esas partes de mí, dejarme llevar a sus universos, y eso me ha hecho aprender muchísimo. A día de hoy me sigue asombrando la gran diversidad que hay a mi alrededor.

En Aria, insistes en registrar las manifestaciones contra la ideología de género. Encuentro también una forma de excitación en el ejercicio de mostrar a los fascistas y homófobos en su salvajismo y en su estupidez. Un placer extensible al de representar lo que a toda esa gente le produce malestar.

Llevamos años sufriendo el ejercicio de su poder sobre nosotras. El hecho de imponer nuestra propia visión es una forma de venganza maravillosa. Han conseguido llenar la vida cotidiana de sus discursos terribles, que nos muestran hasta qué punto están desconectados de la realidad. Apropiarme de ese poder y mandar otros mensajes es maravilloso.

Lucía Egaña, ganadora del Premio al Mejor Documental en Zinegoak 2012 con 'Mi sexualidad es una creación artística', le entregó el premio./ ©MITXI

Lucía Egaña, ganadora del Premio al Mejor Documental en Zinegoak 2012 con ‘Mi sexualidad es una creación artística’, le entregó el premio./ ©MITXI

En Too much pussy, Madison Young — una famosa actriz porno que gana premios del porno mainstream— habla de la autenticidad en su trabajo. Dice que ella siente auténtica excitación cuando representa una escena sexual. Me llama la atención que los teóricos varones cis heterosexuales que hablan de pornografía convencional, las productoras de porno comercial para mujeres como Erika Lust, y también las personas que hacen postpornografía o porno queer coincidan en esa defensa de la autenticidad de las prácticas y de los deseos. ¿Por qué sigue siendo un concepto recurrente desde discursos tan diferentes y contrapuestos? ¿De qué estamos hablando, si asumimos que el género es una ficción, que el cuerpo es una ficción?

En One night stand mi discurso en parte era ese: buscar lo auténtico, demostrar que lo que yo estaba haciendo era más real que lo que estamos acostumbradas a ver. Para mí era importante que las personas no estuvieran fingiendo sus orgasmos ni el placer que estuvieran sintiendo. Me molestan mucho ciertas escenas del porno mayoritario, sobre todo las lésbicas, en la que a una le frotan un poco el brazo y ya tiene un orgasmo maravilloso.

“EN ‘ONE NIGHT STAND’ MI DISCURSO ERA BUSCAR LO AUTÉNTICO, QUE NO HUBIERA PLACER FINGIDO. PERO COMO CINEASTA Y COMO FOTÓGRAFA TENGO MUY CLARO QUE LA CÁMARA Y EL MONTAJE AFECTAN”
Tanto como cineasta como fotógrafa, tengo muy claro que la autenticidad tiene sus límites y hay que ver dónde están. Desde el momento en que hay una cámara presente en la habitación, todo juego, por muy real que sea, va a estar afectado por esa cámara, y va a haber algún cambio respecto a la vida real, por pequeño que sea. En el montaje hay que jugar para que eso desaparezca, o transformarlo, y es ahí donde entramos en el terreno de la ficción. Con la edición, toda esa realidad pasa a ser ficcionada, nos guste o no. Lo que busco yo es guardar la máxima fidelidad respecto a lo que había pasado en la zona de rodaje. Escenas en las que la cosa no encaja de entrada, o que se tienen que quitar ropa y les cuesta… Yo no elimino todo eso.

También tengo que tener en cuenta en el montaje que lo que nos excita en un acto real de sexualidad, no nos va a excitar de la misma manera como espectadoras. No tiene nada que ver cómo sentimos las cosas cuando las experimentamos directamente que cuando las estamos observando. Porque la cámara no capta todas las sensaciones que las protagonistas están teniendo y el ritmo del placer cuando estamos como espectadoras tiene que ser más acelerado. Tengo que plantear una propuesta diferente para avivar el interés en el espectador, con lo que estoy pervirtiendo esa autenticidad. Es verdad que en el porno mayoritario hay unas fórmulas matemáticas para acelerar la excitación y que el porno queer y feminista intentan no caer en esa trampa, pero hay algunos trucos a los que tenemos que recurrir para conseguir lo que buscamos.

Has realizado un anuncio publicitario sobre sexo seguro por encargo. Es un videoclip grabado en plano secuencia, con una canción buenísima. No hay sexo explícito pero es supercachondo, hay cuerpos diversos, y logra erotizar los métodos de protección que, históricamente, se han considerado lo menos erótico de las relaciones sexuales. Me interesa tu experiencia con este encargo y me gustaría preguntarte qué opinas de la asepsia.

El Instituto de Salud Pública francés siempre hacía campañas dirigidas a hombres gays o a hombres hetero y parece que se dieron cuenta de que las lesbianas existen. Encargaron vídeos de prevención de las ITS a diferentes artistas y a mí me hizo feliz que me encargaran el relativo a las lesbianas. Tuve libertad creativa, sólo comprobaban que no plantease ninguna barbaridad. Quise reunir la mayor cantidad posible de cuerpos de mujeres diversas para que estuvieran representados. Quería mostrar también todos los métodos de protección posibles: preservativos, parches de látex, geles… Los puse en una caja de bombones, planteando que tú eliges el que quieres usar. La mayoría de lesbianas no usan métodos de protección en sus relaciones sexuales, porque muchas tienen asimilado que el riesgo viene del contacto con el esperma. Quería dar a conocer que el riesgo de contraer ITS existe, citando en el vídeo todas las que se transmiten entre mujeres. No para que asumieran directamente todos esos medios de protección en su vida diaria, pero sí para que les suene, para que tengan esa información y estén más pendientes de su salud sexual. Todo ello recreando el ambiente supercaliente y sexy de esos videoclips de noches perfectas en discotecas. Fue representar una fantasía mía.. ¡y los cuatro días de rodaje fueron una fiesta!

Me pone mucho ese vídeo pero me inquieta la analogía entre la clausura del cuerpo a la recepción de los fluidos y cómo Europa cierra sus fronteras ante la entrada de flujos migratorios.

Hay una presión tan fuerte sobre la hiper higienización de los cuerpos, desde imperativos falsos como que la depilación es más higiénica, que hay que lavarse mucho, usar desodorantes para axilas y para el coño, los blanqueamientos de ano…

“LA PRESIÓN SOBRE LA HIPER HIGIENIZACIÓN DE LOS CUERPOS HA CONVERTIDO A LOS FLUIDOS EN EL GRAN TABÚ DEL SIGLO XXI”
Esa tendencia convierte a los fluidos en el gran tabú del siglo XXI. Hay que esconder la regla, que es representada con color azul, y no hablamos de otros fluidos vaginales. Yo trabajo mucho con fluidos: en My body my rules hay un ritual con tampones, las actrices se echan sangre por encima y la beben. Estoy segura de que esas escenas no tienen el beneplácito del Ministerio de Salud Pública. Pero las participantes necesitaban hablar de los fluidos. Llegué a pensar en llamar a la película “Fluidos”, pero poco antes se había estrenado una película de nombre similar [Fluid, de Shu Lea Chang]. Es un tema muy recurrente en el imaginario colectivo feminista actual, porque ha estado tan contenido que ahora lo queremos inundar. Las mujeres de mi generación, que ahora tenemos entre 30 y 40 años, descubrimos la sexualidad cuando el Gobierno francés empezó a hacer campañas de prevención del sida y del VIH. En el colegio nos machacaron con ese miedo a mezclar saliva o sangre con otras personas. Nos dijeron que hay un riesgo mortal en tus relaciones sexuales si tus fluidos se mezclan con los de otra persona. Si a esto le sumas la idea de que el cuerpo femenino tiene que estar siempre preservado, limpio y puro, el resultado es ese tipo de sexualidad más aséptica, como de hospital. Con el tiempo, todo esto ha explotado.

[Se agota el tiempo, Emilie Jouvet tiene que atender otra entrevista, y la respuesta a la analogía con la Europa-fortaleza queda en el aire]

Has recibido muchos ataques por parte de feministas abolicionistas de la representación sexual. ¿Quieres dedicar unas palabras finales, no sé si a ellas, sobre ellas o a pesar de ellas?

Tristemente, me di cuenta muy rápido de que era imposible tener conversaciones constructivas con las abolicionistas porque tenemos posiciones tan opuestas que es un diálogo de sordas. He sido incluso agredida físicamente, me han llegado a arrancar la cámara y han repartido folletos durante proyecciones de mis películas. Intenté hablar con ellas pero no sirvió de nada. Entiendo que, en una primera etapa de consciencia feminista, ver que la mujer es tratada como objeto sexual en el porno mayoritario produzca rabia. Pero una en seguida entiende que prohibir todo no es la solución, que la solución real pasa por crear nuevas voces, por dar la vuelta y construir nuevos imaginarios. Me temo que ellas se han quedado bloqueadas en ese primer estadio.


*Lucía Egaña Rojas es doctora en Comunicación Audiovisual, con estudios en Bellas Artes y actualmente responsable de la dirección académica del Programa de Estudios Independientes del Macba. Ganó el Premio al Mejor Documental en Zinegoak 2012 con Mi sexualidad es una creación artística. Ha publicado el ensayo ‘Atrincheradas en la carne. Lecturas en torno a las prácticas postpornográficas’, basado en su investigación doctoral.

Agradecemos a Amaiur Armesto su trabajo de traducción simultánea.

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