‘Pose’: el voguing y el sueño americano

‘Pose’: el voguing y el sueño americano

En su último drama, el prolífico Ryan Murphy viaja al Nueva York de finales de los años 80 para explorar esta forma de expresión, entre el desfile transgénero y las batallas de baile, surgida en las comunidades afrodescendientes y latinas queer como respuesta a la exclusión.

15/06/2018
Indya Moore interpreta a Angel./ Pari Dukovic-FX

Indya Moore interpreta a Angel./ Pari Dukovic-FX

El domingo 3 de junio en la cadena de televisión por cable estadounidense FX, y solo un día después en HBO España, comenzaron las emisiones de Pose. Según reza su descripción, este drama explora la yuxtaposición de diversos elementos de la vida y la sociedad de Nueva York en 1987, haciendo especial hincapié en la ball culture. Para lograrlo, su artífice, Ryan Murphy, sumerge a la audiencia televisiva en estos glamurosos certámenes donde la comunidad afroamericana y latina, en su mayoría gay o transgénero, podía hacer sus sueños realidad. “Sé todo lo que quieras ser”, clama el comentarista mientras los aspirantes compiten en diversas categorías a las que no tienen acceso en el mundo real. Sus títulos: mejor cuerpo femenino para un imitador, hombre de negocios, desfile militar o simplemente lúcete, donde muestran todos sus encantos.

“El ballroom o ball culture nace en los años 20 en el barrio de Harlem como una escena queer: un espacio de articulación de presencia LGTBQ en la comunidad afrodescendiente de Nueva York”, explica Manuel Segade, director del Centro de Arte Dos de Mayo (CA2M) y comisario junto a Sabel Gavaldón de la exposición recientemente finalizada “Elements of Vogue. Un caso de estudio de performance radical”. “El voguing nace como un estilo de baile dentro de esta comunidad y las dos crecen en paralelo para generar en los años 70 un sistema de familias”, las casas o houses, “que comienzan a sofisticar poco a poco los momentos de encuentro y las fiestas que organizan para convertirlos en lo que hoy conocemos como ball”. Estas casas suelen estar dirigidas por una mujer transexual que acoge a jóvenes repudiados por la sociedad. Muy elocuentemente, Blanca, una de las protagonistas de Pose, define estas balls como “reuniones de gente que no es bienvenida en ningún otro sitio, una celebración de una vida que el resto del mundo no considera digna de celebración”.

Silvi ManneQueen,pionera del voguing en España./ Patricia Nieto

La eclosión definitiva de este movimiento se produjo en los años 80, momento en el que está ambientada la serie, como respuesta a la epidemia del sida. “La era Reagan y la crisis del sida provocaron una reacción radical. No debemos olvidar que era una lucha por la supervivencia ante una plaga negada por las administraciones públicas. Las comunidades de activismo de este momento son formas de coalición política. Las houses del voguing también lo son”, contextualiza Segade.

En el piloto –todos los lunes HBO España estrena un capítulo nuevo– Pose va intercalando todos estos elementos con un drama familiar protagonizado por un grupo de personajes que, rechazados por la sociedad, se unen para formar su propio hogar. Un joven gay repudiado por sus padres que sueña con ser una estrella de la danza. Una mujer transexual que acaba de recibir un devastador diagnóstico de VIH. Otra mujer que, a falta de completar su transición, sueña con un príncipe azul que podría alejarla de la prostitución.

La clara intención reivindicativa de la serie y las obligadas explicaciones sobre el movimiento pueden lastrar el desarrollo del drama y sus personajes. A falta de ver el resto de la temporada, sí se puede afirmar que, de momento, logra su objetivo: hablar de un revolucionario movimiento relacionado con la historia de la performance, la escena musical underground y la lucha por los derechos de las personas afroamericanas que logró crear un espacio seguro donde comenzar a pensar la sociedad de otra manera. ¿Cómo? A través de unos desfiles transgénero, tanto masculinos como femeninos, y unas espectaculares batallas de baile que en la ficción maravillan e inspiran al tiempo que recuerdan otro referente ochentero: Fama.

El mayor reparto trans de la historia de la televisión

La fecunda cartera televisiva de Murphy ya incluía rompedores dramas como Nip/Tuck: a golpe de bisturí, Glee, American Horror Story o, más recientemente, American Crime Story y Feud. De hecho, su telefilme, The Normal Heart, también narraba la crisis del sida en la Gran Manzana a principios de los 80, esta vez a través de los ojos del escritor y activista gay Ned Weeks.

Para desarrollar Pose, el creador se ha rodeado de un amplio equipo y reparto de personas transgénero, algunos iconos de la escena ballroom, de modo que antes de su estreno la serie ya ocupaba titulares por presentar el mayor elenco trans de la historia: las cinco actrices MJ Rodriguez, Indya Moore, Dominique Jackson, Hailie Sahar y Angelica Ross. Detrás de las cámaras, el coproductor ejecutivo Silas Howard es un hombre transgénero conocido por su trabajo como guionista, director y productor. Our Lady J es una mujer trans, guionista y productora de la serie Transparent, igual que Janet Mock, autora a su vez de varios superventas. Para rematar, Leiomy Maldonado, una leyenda en la escena ballroom de Nueva York, es la coreógrafa de la serie junto a Danielle Polanco. Pero volvamos al objeto de estudio.

Como su nombre indica, el voguing se inspira en las poses de las revistas de moda y el elitista imaginario del modelaje y la alta costura. También bebe de los jeroglíficos egipcios, las artes marciales asiáticas, el afrofuturismo, el ballet o el break dance. Y aunque pueda parecer contradictorio, este movimiento de sujetos minoritarios relegados por la cultura dominante logra apropiarse, reproducir y transformar sus elementos para inventar formas disidentes de belleza, subjetividad y deseo en palabras del CA2M (Centro de Arte Dos de Mayo). “En el voguing se produce lo mismo que en el carnaval: la puesta en movimiento donde lo oprimido puede tomar la forma del opresor, donde cada una de las posiciones son relacionales y relativas; y revela la falla estructural y el espacio de poder político que aparece al producir sus márgenes”, afirma Segade.

Un espacio seguro donde expresarse libremente

Silvi ManneQueen es pionera del voguing en España y en 2014 organizó la primera ball patria en Madrid. “Es una forma de expresión que te permite mostrarte tal y como eres, un espacio seguro donde puedes expresarte sin ser juzgado”, señala la profesora de danza y coreógrafa que, hablando de su evolución, los diferentes estilos o sus impactantes y estilizadas caídas, señala: “El vogue es un poco como la vida, te caes y te vuelves a levantar. El baile es quizá una forma de expresar todas esas emociones y esas luchas de cada día”.

Su discípulo Alan Raúl, cuyo nombre artístico es Galaxia, refuerza esta idea: “Para mí el voguing es más que un estilo de baile, es una vía de expresión de muchas emociones y sentimientos reprimidos”. “En mi caso, ser latino y homosexual es ahora un orgullo. Desde pequeño sufrí y sigo sufriendo comentarios y situaciones racistas y homófobas y mi manera de luchar contra esto es sentirme orgulloso de lo que soy. Voguing, como explica Willi Ninja en el documental Paris is Burning, es una vía para expresar mediante danza lo que fuera de una pista de baile sería una pelea. Voguing es una lucha entre dos personas (o entre una persona y la sociedad), por expresarte y demostrar quién eres o quién quieres ser sirviéndote de la elegancia, la gracia, las poses, la feminidad, la suavidad, la fuerza, el drama y tu propia historia”, desarrolla.

En definitiva, y como Segade resume, “el desarrollo del voguing es un fenómeno social: es una narrativa de supervivencia, de superación, un contrarrelato de empoderamiento” donde convergen género, raza y clase social.

Georgina Philip, conocida como Mother Leo Melody

Todos inciden, asimismo, en el valor del voguing como una forma de aceptación y desarrollo de la autoestima y la confianza. Georgina Philp, artífice de la escena ballroom en Alemania donde es conocida como Mother Leo Melody, asegura en este sentido: “Me abrió los ojos a cómo la sociedad puede mirar, a cómo podemos empoderarnos unos a otros y, a nivel personal, por qué es importante estar ahí para apoyar a la gente. El aspecto comunitario es muy fuerte y al mismo tiempo es una forma de arte, una forma de expresarme que me ayudó a encontrar mi identidad y sentirme más segura”.

De cultura minoritaria a conquistar el mainstream

En estas tres décadas el voguing se ha infiltrado en la cultura popular, ignorándose en muchos casos el origen de este movimiento. “Hay mucha literatura sobre el apropiacionismo cultural del Vogue de Madonna, apropiándose de una estetizada y hollywoodiense versión del Renacimiento de Harlem y aprendiendo a bailarlo con los negros, pero mostrando sólo latinos de piel más clara de la House of Xtravaganza en el vídeo; o del extractivismo de Paris Is Burning, que dio fama a su directora [Jennie Livingston] pero jamás revertió sus ganancias económicas en su propia comunidad”, apunta Segade, que pasa a enumerar otras muestras del voguing más recientes: “Yelle hizo un vídeo con voguers, Rihanna incluyó coreografías de Alex Mugler en su gira el año pasado, RuPaul introduce el argot del voguing en su programa mainstream, los voguing beats atraviesan la producción de estrellas como Mikki Blanco o Nikki Minaj”.

Philp explica las ventajas y desventajas de esa tendencia del siguiente modo: “Obviamente cuando algo pasa al dominio público la gente lo puede utilizar y diluirlo, hacer su propia versión o hacerlo comercial cogiendo lo más llamativo y así ganar dinero con ello sin representar la verdadera cultura. Pero la exposición también permite que la gente lo conozca, lo admire y que las personas que lo crearon sean reconocidas por su trabajo”, algo que también explica su reciente expansión por Europa. En la misma línea, Segade señala: “Es importante preservar las expresiones culturales y políticas como se preservan los ecosistemas: intentando hacerlos proliferar, pero evitando su explotación extrema”.

Alan Raúl, Galaxia, fotografiado por <a href="http://twitter.com/missbankhead" target="_blank" rel="noopener noreferrer">Angie Bankhead</a>

Alan Raúl, Galaxia, fotografiado por Angie Bankhead

Queda por ver hasta dónde llegará Pose en su narración de la explosión del voguing. De momento, Murphy ha contado con los verdaderos expertos y protagonistas de esta cultura y anunció que donaría el 100% de los beneficios de la serie a organizaciones LGTBQ.

Por otra parte, dado el clima de confrontación y crisis política, económica, social y cultural que se vive en Estados Unidos –y Occidente en general–, es posible que Pose tienda puentes al presente para hacernos reflexionar sobre la importancia de la representación, la inclusión y la diversidad así como los peligros que las acechan. No en vano, el nombre de Donald Trump y el culto al lujo tintinean en varias conversaciones por medio de un joven blanco que trabaja para el magnate, tiene una familia aparentemente perfecta y al mismo tiempo suspira por una de las protagonistas. El auge del conservadurismo demuestra que aquellas guerras todavía se libran cada día, ahora”, apunta a este respecto Segade.

A modo de cierre, Galaxia concluye: “Se podría decir que la escena ballroom es una estructura de muchos conceptos importantes como familia, arte, danza, expresión, diversión, espectáculo, celebración, orgullo, lucha, rebeldía, reivindicación… Yo la considero, además, como una cultura y un movimiento que se está expandiendo cada vez más por el mundo y que aporta un lugar seguro para la comunidad, en especial, afrolatina, al margen de géneros y orientaciones sexuales. Claro que todas las razas son aceptadas y bienvenidas, pero no hay que olvidar los motivos por los que se creó”.

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