Tufo da Mafalala: La danza de la capital de Maputo

Tufo da Mafalala: La danza de la capital de Maputo

Una asociación de mujeres de Maputo utiliza los bailes típicos de la zona de Nampula (al Norte de Mozambique) como excusa para hacer memoria y comunidad en un barrio que dista muchas horas de su tierra y de cualquier tipo de comodidad.

03/06/2018

Sakia Rachide es la portavoz de las mujeres que componen la asociación “Tufo da Mafalala”, una agrupación que, desde hace 35 años, usa los bailes típicos de la zona de Nampula (al Norte de Mozambique) como excusa para hacer memoria y comunidad en un barrio de Maputo, que dista muchas horas de su tierra y de cualquier tipo de comodidad. En Mafalala no hay alcantarillas, las carreteras son de arena y los monumentos son los muros en los que los locales pintan con spray los rostros y las letras de poetas que hicieron rimas sobre identidad, libertad, lucha, independencia y raza. La falta de infraestructuras es herencia directa de la segregación impuesta por el sistema colonial portugués, que colocaba a un lado de la carretera a las personas blancas a vivir en casas de ladrillo y cemento y al otro, a quienes les servían, la gente negra, que se hacinaba en edificaciones de madera y zinc que, en verano, les achicharraban. Mafalala es eso, pero también un lugar en el que las diferentes culturas del país nacen, crean, reviven, se encuentran, se transforman, se mezclan y están todo el rato y en todos sitios, de ahí que digan que es la capital de la capital.

LAS MUJERES BAILAN, SE AYUDAN Y MANTIENEN ASPECTOS DE SU CULTURA COMO EL USO DEL MUSSIRO, UNA PASTA VEGETAL PARA PROTEGERSE DEL SOL, O EL ESTIQUE, UN SISTEMA DE AHORRO GRUPAL FEMENINO.
A través de la danza de tufo, que significa hacer movimientos de rodillas, hijas, sobrinas, madres, tías y abuelas, de hasta 64 años (aunque viéndolas saltar a la comba, sería difícil adivinar su edad), sonríen, disfrutan y evitan que se escape el tiempo. Bailan, se juntan, se ayudan y mantienen con vida sus pasos y otros  aspectos de su cultura como el uso del mussiro, que es una pasta vegetal que las mujeres de la etnia makua se aplican en la cara para protegerla del sol o el estique, una especie de ahorro grupal femenino, que permite que las urgencias lo sean un poco menos y que los sueños estén casi  a mano. Casi.

En la actualidad, son las encargadas de cerrar el tour* que la asociación juvenil IVERCA, a través de sus guías, lleva a cabo por y desde el barrio, puesto que es mejor contarse de manera humilde pero llenos de verdad, que ser malcontados. Así,  ya han conseguido que el turismo llegue a un extrarradio que necesita trabajo y no cabe duda de que, con la labor que están desarrollando, sin panaceas, algo están logrando: En 2017, una media de diez turistas visitó diariamente Mafalala, cosa que se tradujo no sólo en una considerable entrada de ingresos en la comunidad, sino además en una fuente de autoestima que les hizo pensar que sus historias, sus vidas, su arte y sus saberes importan. 

Muchas de las mujeres de la asociación Tufo da Mafalala no se expresan perfectamente en portugués, pero para eso están los guías, elles narran hablando y ellas bailando y cantando y, tanto su lenguaje como su mensaje se entienden. Ahora, que va más gente para allá, también, se extienden.

Grabé este documental con el móvil, algo que quiero destacar para animar a la gente a que pierda el miedo a filmar aunque no tenga miedo. Insisto: es mejor contarse de manera humilde que ser malcontados.
*Si queréis saber más sobre los tours en Mafalala, aquí tenéis un reportaje con más detalles:

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