María Galindo: “Yo quisiera preguntarle a Pedro Sánchez y a Pablo Iglesias qué harán con la Ley de Extranjería”
La cofundadora del movimiento boliviano 'Mujeres Creando' se encuentra presentando su último libro, 'No hay libertad política si no hay libertad sexual', en el explora las subjetividades de los políticos bolivianos. Señala constantemente las lógicas neoliberales y coloniales porque "es un absurdo pensar en feminismos en cualquier parte del mundo sin construir con las mujeres de abajo”.
María Galindo (La Paz, Bolivia, 1964), cofundadora del movimiento boliviano autodenominado como anarquista-feminista Mujeres Creando, estuvo en territorio español para presentar el libro ‘No hay libertad política si no hay libertad sexual’ (2017). En su primer encuentro con Pikara Magazine, Galindo se posiciona respecto a su relación con España —“no traigo mi libro a España, que conste en actas”— pues explica que para ella, el debate con algunos feminismos europeos no es su prioridad: “Lo siento mucho pero no lo es. Acá las españolas se leen entre españolas o máximo suelen ampliar su horizonte a otros feminismos del norte del mundo. Y yo sé que lo hacen así, las editoriales también, incluso las editoriales alternativas. Entonces, no era una prioridad”.
Sin embargo, Radio Deseo, radio feminista que pertenece al colectivo de Mujeres Creando y que opera desde 2007 en territorio boliviano, fue invitada al aniversario de la Deutsche Welle en Alemania, para presentarse como la única representante de radio feminista latinoamericana de entre dos mil trescientos medios de comunicación. “Y claro, cruzas el charco y en ese caso ya mi espíritu es un espíritu de compartir y debatir con quiera escuchar, porque claro que hay circuitos de gente que le interesa debatir con Mujeres Creando, por ejemplo mi libro ‘No se puede descolonizar sin despatriarcalizar’ (2013) se vende en cinco o seis países del mundo y uno de esos países es España.”
— Al decir: “ahora nosotras vamos a cuestionar”, ¿fue algo pensado o cuando se dio la oportunidad de platicar con el vicepresidente Álvaro García Linera se te vino la idea?
— La llamada del vicepresidente parlamentario fue una llamada inesperada, pues en doce años de gobierno, sólo una vez me han contactado y lo aproveché al máximo. En ese sentido, cuando un patriarca, como es el Vicepresidente de la Asamblea legislativa, me dice “¿qué quieres?”, contesté: Quiero seguir jodiendo. Quiero investigarlos a ustedes a largo aliento para correr la cortina, como en el teatro, y mostrar las bambalinas del parlamento. Y eso es interesante porque a escala latinoamericana -pero también está pasando en España- muchos movimientos se asoman al poder político formal, con una serie de demandas sin saber nunca cómo son los procesos que tienen las personas con las que están tratando.
Entonces, este estudio es extrapolable a cualquier sociedad. Por ejemplo, yo no sé si un movimiento marica, si un movimiento feminista, en España, -ya sea a nivel regional o sea a nivel del Estado- tenga la fuerza para saber qué piensan sus parlamentarios. Es decir, ¿por qué no llegar y preguntarle a Pablo Iglesias si consume prostitución, por qué sí, por qué no? Buscar entender estas subjetividades de las personas que dicen representarnos. Porque mira, compañeros que representan al movimiento indígena suelen tener respuestas y formas de pensar anti-indígena. Si los políticos o los jueces que defienden la violación y que responsabilizan a la víctima fueran interpelados, el proceso político sería otro. Pero de estas cosas no se hablan porque dicen que es su vida privada; o porque el sexo, el cuerpo, el placer, etc. nunca entran en los procesos electorales, porque estos son procesos de marketing, algo muy parecido a las ofertas y rebajas de El Corte Inglés. Se escoge al que es guapito -presentable-, es decir, basados en crear una imagen falsa que quede bien ante las cámaras.
— Dices que tenemos que dejar de pensar dentro del neoliberalismo, ¿cómo le hacemos las que tenemos que entrarle aunque no queramos?
— Yo no soy una persona a la que le interese presentarse como perfecta, ni mucho menos presentar recetas porque cada quien subsiste como pueda. Pero, si hay una compañera que atiende un McDonald’s, no la vas a condenar como si fuera representante de esa empresa puesto que ella está en un trabajo precario y no le queda de otra. En este caso, hablo de las exiliadas del neoliberalismo, que por ejemplo, aquí en Madrid, te sirven los cafés y están en todos los trabajos precarios, estas exiliadas de nuestra tierra.
El problema no es atacar cómo estás construyendo tu subsistencia. Pero sí, -como movimientos organizados-, tenemos que tener en cuenta que no podemos dejarnos domesticar por las lógicas políticas del neoliberalismo. Ahí sí tenemos una gran responsabilidad. Y tenemos que cuestionar que el neoliberalismo ha exaltado el discurso de derechos para… Y ese discurso lo que ha hecho, es generar un mercado de ofertas, entonces ahora hay: que si derechos para personas con discapacidad, derechos para LGTB, población trans, etc. E incluso las leyes “trans” también tienen un contenido domesticador muy fuerte. Y esto lo digo como lesbiana y como desempleada crónica. Entonces, es necesario seguir hablando de cómo el discurso de los derechos es totalmente cooptado por una lógica neoliberal, porque están dispuestos, por un lado, a darte derechos de tercera o última generación, a chantajearlos, a colocarte en la fila y a obligarte a hacer lobby político; y por otro lado, te están quitando los derechos que ya habían conquistado nuestros padres, nuestros abuelos y abuelas. Hemos tenido que volver a exigir eso y es entrar a un juego ahistórico y confuso que fragmenta al sujeto político y convierte a los sujetos en clientes del sistema.
Hablemos de casos concretos: en Bolivia, a la población trans les dieron la ley de Identidad de Género que debería de llamarse “Ley de cambio del dato de sexo en el carnet de identidad” porque fue lo único que se les dio, no se les dio atención médica que es muy importante para ellas, ellos y elles, ni se les dio nada más. La mayor parte de esas compañeras no tienen economías bancarizadas, tampoco viajan, es decir, usan el carnet para colgarlo en la pared porque son no-ciudadanas. Entonces, no son ni treinta personas que hicieron el cambio con la ley, porque la mayor parte de las compañeras trans están en prostitución y sus niveles de marginalidad son tan altos que el carnet de identidad no les sirve y no les interesa.
Y esto sucede porque cuando tú das un derecho así, en términos homogéneos, las y los de abajo no acceden y eso es justamente lo que está pasando con el discurso bobo de los derechos de las mujeres, pues las mujeres de la calle, de a pie, estos veinte años llenos de discursos de derechos no les ha ayudado en nada.
— ¿Qué pasa con mujeres que dicen, “sí, pero, seguir haciendo desayunos y trabajo doméstico que son del ámbito privado, ya no quiero hacerlo, quiero estar en la parte pública, en la toma de decisiones”?
— Nosotras en Mujeres Creando hacemos una autogestión muy dramática que tiene serios problemas, porque si una de nosotras se enferma, todo se desbalanza. Es decir, la autogestión no es una taza de leche y además hay una lucha por la subsistencia tan grande, que lo que actualmente se hace desde la autogestión, es subsistir. No voy a vender eso como la maravilla. Pero, ahora bien, las mujeres que dicen que quieren estar en los lugares donde se dan las tomas de decisiones, nos están mintiendo, porque están en esos lugares pero no están tomando decisiones y cuando lo hacen, en realidad están tomando decisiones afines a los esquemas del poder patriarcal. Nosotras nos enfrentamos todos los días con juezas que no viabilizan casos de violación, pagos de asistencia familiar, etc. Además, cuando yo he visto a una compañera rebelarse en esos ámbitos, sale con una patada de ahí, porque hay diez en la lista que la pueden sustituir. Como el caso de las mujeres indígenas que nada más están ahí para la foto de la diversidad.
— Vuelvo a esto de las exiliadas del neoliberalismo: pienso en todas estas mujeres bolivianas que sobreviven haciendo trabajos de cuidados y doméstico, ¿qué les podrías decir a las mujeres españolas respecto a este fenómeno en el que ellas muchas veces pueden estar en el espacio público, porque hay alguien más sustituyéndolas en el privado?
— Yo utilizo la categoría de exiliadas del neoliberalismo porque no pueden estar acá y no pueden estar en ninguna otra parte, ya que son expulsadas de las estructuras económicas de las sociedades a las que pertenecen, porque aunque en nuestras economías, hemos creado mecanismos de subsistencia para no morir de hambre, estos mismos mecanismos están saturados y llega un momento en el que ya no da para más y muchas de estas mujeres se endeudan para salir del país; por eso hablo de una expulsión y no migración, decirle migración es cruel, porque en realidad es un exilio. Además, en el caso de Bolivia, las remesas juegan un papel importantísimo en la economía, no estamos hablando de cuatro infelices, estamos hablando de mujeres que están sosteniendo salud, alimentación y vivienda de amplios sectores de la población en mi país. Y lo peor es que no se les reconoce nada, al contrario, se les culpabiliza porque “dejaron”, “abandonaron” a los hijos, porque destruyeron a la familia, etc.
Ahora, con una masa tan grande de mujeres como la que ha venido a España, es necesario preguntar qué hacen, pues han venido a ocupar prostitución y cuidados y han cambiado la esfera de relaciones hombre-mujer en esta sociedad y en otras. Y ni siquiera es en términos de empoderamiento, porque en realidad pasa que las mujeres blanco-europeas de clase media accedieron a poder salir, a dejar a su madre, a su padre, a sus hijos, en manos de una tercera renunciando a la presión sobre los hombres y pudiendo pagar un salario muy bajo a esta tercera y esto es muy grave, porque no se reduce a que es una a costa de la otra, sino que hay que dejar claro que se debería de estar hablando de cómo es que ninguna visión feminista puede construirse en España, pero en ninguna otra parte, sino se construye desde la totalidad del análisis del trabajo de cuidados.
A ver, que nos respondan por qué el ámbito de la prostitución está lleno de mujeres de fuera de España. Que nos respondan, y que no se confundan, nosotras respetamos todo este tema de la prostitución, incluso tenemos propuestas y las estamos llevando adelante en Bolivia, pero en España, las mujeres más pobres están en prostitución y la mayoría, no son españolas. Y en España, el resultado de esta discusión es totalmente artificial, racista, colonial, pero especialmente neoliberal.
En Bolivia y en otras sociedades latinoamericanas, también pasa lo mismo en relación con el campo indígena: en las ciudades urbanas de América Latina, son las mujeres indígenas, jóvenes, expulsadas de sus comunidades a las ciudades, quienes también cumplen las labores de cuidados para que las mujeres de las clases medias accedan a una compensación de todas sus responsabilidades. Entonces, es un absurdo pensar en feminismos en cualquier parte del mundo sin construir desde las mujeres de abajo.
— Se dice que son las mujeres migrantes las que deben de alzar la voz, las que deben de exigir lo que necesitan, ¿cómo hacerles entender que esta postura es engañosa?
— Yo a cualquier mujer española le diría: mira, entra a internet y lee la ley de Extranjería. Aquí no me interesa qué postura tienen respecto a la organización existente o no, de las mujeres exiliadas del neoliberalismo, basta que lean la ley de Extranjería, porque esta ley explicita de forma muy clara contenidos racistas, coloniales, etc. El famoso tema de los papeles es absurdo, si una mujer española tuviera que asumir estas obligaciones para ella, terminaría chillando con voz muy alta y jamás aceptaría esas condiciones sobre sí mismas y sobre su trabajo. ¿Por qué ignoran esto? ¡Porque además es su Estado! Es en el nombre de ellas, y en nombre de sus supuestos derechos que se impone esa ley de Extranjería a toda la fuerza laboral que viene a este país y que resuelve parte del funcionamiento de su economía. España necesita esta fuerza laboral y aún así imponen esas condiciones para presionar a las personas y filtrar a quién y cómo aceptan en el país para tenerlas en condiciones de mayor subordinación.
Entonces, yo les sugeriría que no lean a Angela Davis o no lean a la María Galindo o a la Silvia Federici, -que es más o menos su igual- y que sí lean la Ley de Extranjería, que además tiene este examen de españolidad, que implica reconocer la capacidad de las personas para adaptarse a estos países y esto es sumamente violento. ¿Cuánto de nuestros pueblos, de nuestras historias, cuánto de lo que somos, se estudia en los colegios españoles? Nada. Pero tú para vivir en Europa tienes que hacer un examen.
Además, yo quisiera preguntarle al gobierno de Pedro Sánchez y a Pablo Iglesias -que se presenta muy de izquierda-: ¿Qué harán con la ley de Extranjería? No que nos hablen bonito. Pablo Iglesias viene a Bolivia y le aplauden, pero mi pregunta para Pablo Iglesias es qué va a hacer con la ley de Extranjería.
Y a Pedro Sánchez decirle: qué bonito tu gesto de recibir una patera pero que nos diga con pelos y señales: Artículo 1, ¿qué harías?, Artículo 2, ¿que harías? Y así con todos los artículos. ¿Qué van a hacer con los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE)? Porque estos centros de internamiento son en sí mismos violaciones a los derechos humanos e incluso podemos decir que son paralelos a Guantánamo por lo horrorosos. Y varios movimientos de mujeres lo dejan de tener en su horizonte, porque dicen “eso es cosa de los africanos, cosa de las migrantes” pero no, compañeras, eso no es así, porque mira, la Ley Mordaza que te imponen a ti, tiene mucho que ver y está conectada y son esas conexiones las que me interesan que se analicen.
— ¿Qué pasa con los feminismos latinoamericanos que terminan por verse homogeneizados cuando se hacen lecturas desde Europa?
— No, por supuesto. Las estructuras racistas y coloniales se reproducen en todos lados. Yo veo varias diferenciaciones a escala planetaria pero que ahora funciona muy bien para lo que se mal llama feminismo latinoamericano. Y es necesario hacer una diferencia entre feminismos latinoamericanos y la tecnocracia de género. Y en este sentido, hay que explicar que la tecnocracia de género es un proyecto que surge en toda América Latina y captura la categoría de género y la funcionaliza al proyecto neoliberal para que las mujeres ocupemos un lugar de amortiguación de las medidas de ajuste estructural.
Hay un proyecto de la tecnocracia de género que ha sido liderado por las organizaciones no gubernamentales que han unido la categoría de género y de desarrollo y que empata con la misma provenza de desarrollo que vienen haciendo la Cooperación Internacional desde la década de los años setenta, en el que se hablaba de subdesarrollo —aunque ahora dicen que no lo somos— y ahora que dicen que más bien es un desarrollo sostenible con perspectiva de género del que no se entiende muy bien a qué se refieren, pero es un apellido que queda muy bien y que es políticamente correcto pero sigue siendo el mismo proyecto colonial en nuestro continente que busca y opera la extracción salvaje de la materia prima a precios muy bajos, pero, eso sí, con una envoltura muy bonita a la que llaman democracia, derechos para las mujeres, de empoderamiento, de talleres de autoestima y no sé cuánta bobada más.
Pero también hay que decir que luego tienes un espectro de feminismos muy variados dentro los que encontramos a los ecofeminismos, los feminismos autogestionados, conjunto de feministas que nacen en torno de reivindicaciones concretas de cara a los feminicidios, a la violencia machista, etc. Y yo te diría que ahí estamos nosotras en donde planteamos la despatriarcalización. Y también que quede claro que yo soy la autora de la despatriarcalización, no lo es María Lugones, no lo es el gobierno boliviano, todos esos son plagios que no reconocen autoría —y no reivindico la autoría en un acto ególatra, lo que yo quiero es que se respeten las genealogías y esto tiene que ver con entender que si hablamos del feminismo como un fenómeno planetario, presente en todos los continentes y en todas las sociedades, no podemos sostener que el feminismo está anclado a la matriz eurocéntrica que nace con las reivindicaciones de las mujeres en el contexto del Estado Moderno burgués. Nosotras, quienes participamos en los feminismos latinoamericanos no somos una simple prolongación tardía que repite las consignas del feminismo europeo veinte años o treinta años después, esta es una mirada colonial que se tiene sobre los feminismos. Sucede que, en realidad, nosotras tenemos una genealogía propia, porque si tú haces un corte histórico y comienzas hablando de la revolución francesa de 1789, entonces, se tendría que hacer otro corte histórico importante en la que se visibilicen las luchas anticoloniales, que por ejemplo en la parte andina, datan de 1700 y donde puedes ver fenómenos muy interesantes en donde las mujeres tenían una participación esencial, en donde se proponían cosas y que se están indagando actualmente.
Y en este libro, ‘No hay libertad política si no hay libertad sexual’, ya planteo la relación trágica-colonial entre mariconería e indigenismo. En el primer capítulo documenté cómo el colonialismo se dedicó a perseguir todas las formas de sexualidad no heterosexuales porque atentaban con la visión judeocristiana sobre el cuerpo, el sexo y el placer. Es decir, antes de esta colonización, había diversidad sexual, existían en las culturas precoloniales que fueron sepultadas y negadas por completo. En aymara—que es uno de los idiomas más importantes de la región andina— ya desde el año 1500 había conceptos para definir sexo entre mujeres o para definir mujer que no quiere tener wawa (hijos), que no quiere reproducirse, o para definir persona que no es hombre ni mujer, etc. que han sido eliminados del imaginario social y su léxico por este pasado colonial. Hay que seguir hablando de esto.