“La homosexualidad en África no la trajeron los blancos, la homofobia tampoco”

“La homosexualidad en África no la trajeron los blancos, la homofobia tampoco”

Hablamos con la escritora ecuatoguineana Trifonia Melibea Obono sobre su última novela, 'La albina del dinero', sobre los roles asfixiantes de género y las resistencias de las mujeres y los colectivos LGTBIQ en el país africano.

Texto: Celia Murias
Trifonia Melibea Obono, fotografiada por Joan Tusell

Trifonia Melibea Obono, fotografiada por Joan Tusell

A principios de año se presentaba en el Estado español La albina del dinero, tercera novela de la escritora ecuatoguineana Trifonia Melibea Obono. Tras la publicación en cascada de sus tres novelas –Herencia de bindendeeLa Bastarda fueron las dos anteriores–, se perfila como una de las voces literarias más potentes del país. Abiertamente feminista y bisexual, crítica desde una crudeza dolorosa, en La albina del dinero evoca el ambiente sofocante de la reunión familiar en torno al velatorio de una niña albina, reflejando sus posturas sobre las expresiones y mandatos sociales del patriarcado fang –etnia mayoritaria, a la que pertenece–. Esencializa las características del grupo como recurso para presentar desnudos los corsés de género, la cosificación de niñas y mujeres, la opresión hacia la homosexualidad o las incoherencias en las relaciones postcoloniales entre Guinea Ecuatorial y España.

“Aquel ejército fang con la mirada coronada de lanzas para la guerra. Y un territorio: yo”. La frase ‘mi cuerpo es un campo de batalla’ no podría plasmarse de una manera más literal en tu novela.

La etnia fang tiene un pasado guerrero. La guerra forma parte de la cultura, la cultura política, la cultura discursiva, la forma de bailar, de hablar, de hacer el amor. El cuerpo de la mujer formaba parte del espacio de las guerras. La cultura de la guerra cuando conviene se reconoce. “Los fang somos guerreros, fuertes, valientes, trabajadores, invasores”. Sin embargo, las mujeres no queremos seguir siendo un espacio de guerra porque nuestros cuerpos son de personas con derechos, deberes y obligaciones.

En la novela introduzco esta frase y demás expresiones guerreras con el fin de despertar conciencias al respecto. Considero que la mejor forma de trabajar para mejorar una situación injusta es poniéndole nombre. La cultura de la guerra es dañina, no promueve la emancipación de la mujer fang y en el pasado, formábamos parte del motín de la guerra: nuestros cuerpos, nuestra identidad, nuestras vidas. Hoy se manifiesta la cultura de la guerra a través de la violencia de género y la penalización de la diversidad sexoafectiva. La situación es insostenible.

“Las mujeres mayores fang se dan cuenta de la alienación a la que han sido sometidas y entonces empiezan a utilizar su poder para influir en las demás. Son feministas militantes, como Clara Campoamor, Simone de Beauvoir o Kate Millet”

¿Cuáles serían sus principales ejes de vertebración de esta hegemonía masculina en el universo fang? ¿En qué temas se manifiesta?

Se manifiesta en todo. En la estratificación social. El género y la edad son los indicadores de poder dentro del grupo fang: género y edad en los hombres, las mujeres no. Un hombre es una persona, es mot, la mujer es una mujer, no es una persona. La institución de poder por antonomasia es la Casa de la Palabra, hoy inexistente en varios pueblos fang, pero la normativa que consolida su hegemonía reside en las mentes de las personas, en la forma de entender el mundo.

La etnia fang es mayoritaria en el país y en las instituciones públicas, la exclusión de la mujer en el espacio público es evidente. Hoy las mujeres tienen acceso oficialmente a las instituciones públicas. Me parece positivo, sin embargo, la influencia de la mujer en el ejercicio del poder y el bienestar femenino es muy tímida. Se manifiesta también en el espacio privado, en la prohibición de la interrupción voluntaria del embarazo recogido en la constitución. En la prohibición del acceso de las niñas embarazadas al colegio, principal fuente de empoderamiento de la mujer. En la presión por ser madres en plena pubertad. En la vida diaria.

El cuerpo de la mujer como su mayor valor, como bien de su comunidad –”hartos de esperar la llegada de un hombre, que hiciera uso de la entrepierna de esta niña -y el bien de la tribu-“, escribes–. De igual manera, la educación de las niñas no solo es un malgasto, sino que resulta peligroso para la sostenibilidad del sistema familiar basado en la dote. ¿Es así? ¿Y la gente joven?

La gente joven ha cambiado. No es lo mismo el cambio en una mujer joven que en un hombre joven. Hoy Guinea cuenta con un porcentaje considerable de mujeres con formación. Formación académica. La cultura se mantiene intacta en sus mentes. Y una buena mayoría de las mujeres cultas están solteras y/o separadas. Las que están casadas son supermujeres. Trabajan fuera del hogar, luego las labores domésticas esperan. “La democracia no entra en la casa”, “democracia da a que andá”, así se contesta al reclamo femenino de que las labores del hogar se compartan. Esto tiene que ver con la creencia de que el feminismo, la igualdad de género, la emancipación de la mujer, son cosas de los blancos. Y no es verdad. El feminismo es tan africano como la vida misma.

En todos mis libros hablo de la prostitución femenina, en Guinea existen dos modelos. La prostitución oficial es la que todo el mundo observa. Mujeres en las aceras y de noche cobrando a cambio de servicios sexuales. Pero cada hogar guineano practica la prostitución. A la niña se le exige que traiga dinero a casa. La mujer fang, la mujer guineana, no vive la pubertad y la adolescencia. La menstruación convierte su existencia en una persona adulta, sin más. El cuerpo de la mujer fang y guineana tiene un coste: el que imponen ella y su familia. A eso no le llaman prostitución en Guinea. No. Se utiliza eufemismos. “Nuestra hija es guapa, productiva, atractiva, es mujer”. Y hoy las víctimas no solo son ellas, sino los hombres, aquellos que no tienen dinero para consumir sus cuerpos, colocados en el mercado sexual al mejor pagador.

Portada de 'La albina del dinero', coeditada por Altaïr y Casa África

Portada de ‘La albina del dinero’, coeditada por Altaïr y Casa África

Pero donde hay poder siempre hay resistencia, ¿dónde están las resistencias de mujeres y colectivos no heteronormativos en la cotidianidad ecuatoguineana?

La resistencia existe, no está visibilizada pero existe. Se manifiesta hoy en la soltería de las mujeres que deciden vivir solas, no casarse, separarse, establecer relaciones sentimentales ocasionales. Han definido el matrimonio como un fraude hasta que se institucionalice su objetivo contractual.

La resistencia se manifiesta en mujeres que escriben, se inscriben en profesiones artísticas de reivindicación como el teatro, el cine.

La resistencia existe en personas de vida sexual heterodoxa que, a pesar de los riesgos, empezando por perder sus vidas, conviven con sus parejas y son activistas.

La resistencia existe en mujeres que ostentan cargos de responsabilidad y pese a la presión, sirven de referentes para las niñas que están creciendo.

La resistencia existe en el Mercado de Semu, cuyas vendedoras les pagan estudios a sus hijas e hijos en el extranjero.

La resistencia existe en las mujeres que, estando casadas, no se jubilan profesionalmente como se espera, y presionan hasta que sus esposos ceden y comparten las labores del hogar.

La resistencia existe en mujeres que después del parto regresan a la escuela.

La resistencia existe porque varias niñas que pasan por acoso y violencia sexual en la escuela de parte del profesorado y alumnado siguen estudiando.

La resistencia existe porque mujeres que sufren acoso sexual en el trabajo y en las calles siguen luchando. Las mujeres estamos cambiando el concepto de “ser mujer” porque somos personas ante todo, la resistencia es paulatina. Sí que existe la resistencia.

Los personajes femeninos de la novela actúan en general como garantes de ese statu quo, mientras que la única figura que la anima a romper esas dinámicas es su abuela.

La abuela, es verdad, porque la sabiduría en la cultura fang está considerada un bien exclusivo de las personas mayores. Las mujeres mayores fang se dan cuenta del proceso de alienación al que han sido sometidas a lo largo de la vida, es entonces donde empiezan a utilizar su poder para influir en las demás. Pasan más tiempo con las niñas y los niños. Pueden influir, cambiar la mente, actuar. Y lo hacen. Las mujeres mayores fang son feministas militantes. No son diferentes a Clara Campoamor, Simon de Beavoir o Kate Millet. No. Con la ceniza en las palmas de los pies y la cesta a cuestas te cantan los derechos de las mujeres, son mujeres revolucionarias. Son feministas. Lo han vivido. Lo han sufrido todo, se van a morir. No tienen nada que perder.

“España en Guinea Ecuatorial es lo que que nos gustaría ser y lo que rechazamos, lo que odiamos y lo que amamos. Una parte de la identidad nacional, que pretendemos olvidar pero que es parte de lo que somos”.

En la novela La albina del dinero, la hermana de la albina fallecida rompe la dinámica igualmente. Es adolescente. Recibe presiones de todas partes pero lo tiene claro: los estudios son el futuro. Y no solo ella decide estudiar, se salta todos los límites familiares y obliga a la albina a estudiar. Las dos personajes rompen la dinámica.

En Guinea Ecuatorial la homosexualidad no está legalmente penalizada. Sin embargo, la opresión y marginalidad que conlleva es uno de los temas principales de tu producción literaria. ¿Cuál es la situación de los colectivos LGTBI, y en qué se apoya este rechazo?

La homosexualidad está castigada en Guinea Ecuatorial por las tradiciones étnicas. La ley guarda silencio: ni condena la diversidad sexoafectiva ni penaliza la homofobia. La población LGTBI guineana no es ciudadana. El estado nos tiene en manos de nadie, a merced de los ataques de homofobia que empiezan en el hogar, en la pubertad, cuando la persona empieza a coquetear con los sentimientos y a manifestar la afectividad.

La escuela es la segunda etapa. El acoso escolar que parte del profesorado y se extiende en el alumnado. Luego la calle, el hogar del homosexual guineano. Allí busca de comer, pagar el alquiler –normalmente una habitación compartida con otras personas LGTBI–, allí aprende a ser lo que la sociedad justo rechaza oficialmente.

El rechazo al homosexual se apoya en que “no es africano” sino “costumbres de los blancos”. Se dice así en África negra a problemas sociales que los Gobiernos no quieren resolver muchas veces porque la legitimidad de sus autoritarismos se fundamenta en la mitología y no en el razonamiento; y por incapacidad en la gestión.

Es verdad que la homofobia está en auge por la influencia de las iglesias evangelistas, sí, pero no solo eso, la iglesia católica no es ninguna excepción, la historia de la homofobia lo confirma. Sin embargo, la cultura bantú no es flexible con la diversidad sexoafectiva. En las etnias guineanas la homosexualidad tiene nombres específicos, todos con enfoques de exclusión y violencia.

La homofobia no la trajeron los blancos, la homosexualidad tampoco. Los europeos llegaron a Guinea y encontraron la existencia de los dos fenómenos. Cuando colonizó España el país que hoy se llama Guinea Ecuatorial no era una democracia y la homofobia era la norma. No es responsable la península ibérica de la homofobia extendida en el país hoy.

Ya se han celebrado dos ediciones de la Semana de Expresión Cultural del colectivo LGBT. ¿Ha habido implicación local? ¿Cuáles son sus prioridades?

En las dos ediciones ha participado la población local. Pero la conmemoración del Día Internacional del Orgullo LGTBI sigue siendo “materia reservada” a nivel institucional. Porque las y los guineanos son oficialmente muy hombres y muy mujeres. La homosexualidad mancha la imagen del país, un país muy africano, es decir, las personas LGTBI guineanas no son de Guinea, son de otro mundo, por eso no tienen casa, familia, identidad ni patria.

¿Las prioridades del colectivo hoy? Muchas. La integración social especificada en la consideración humana de sus personas, el derecho a una familia, a la integridad física, a vivir abiertamente la identidad de género, a la ciudadanía. El trabajo es grande y los colectivos están empezando por lo más difícil: sembrar autoestima en personas que nunca han recibido amor ni oído palabras como “tú vales la pena, eres inteligente, te quiero hijo mío”. Lo más repetido que recuerda una persona homosexual es que está embrujada, lleva el demonio por dentro, es adicta al sexo, es inculta, no es guineana, no es africana. Las estrategias para trabajar la estigmatización son pragmáticas pero frágiles dentro del activismo empobrecido.

En el Estado español existe una amnesia total respecto a nuestro pasado colonial en África. La ausencia de Guinea Ecuatorial en nuestros planes de estudio, en la escena cultural, el no reconocimiento de su diáspora, etc. ¿Cómo sientes tú esta relación?

Guinea Ecuatorial en España es “materia reservada”. España en Guinea Ecuatorial es lo que nos gustaría ser. Lo que rechazamos. Lo que odiamos. Lo que nos inventamos. Lo que amamos. Una parte de la identidad nacional. Aquello que pretendemos olvidar pero que es parte de lo que somos, la cultura política tiene tela.

La amnesia no es solo española, es también guineana. Guinea Ecuatorial no puede progresar como estado si no supera el trauma de la colonización, y no lo superaremos pronto, porque del proceso colonial se ha construido un discurso basado en el odio y desprecio a lo español. Tenemos que perdonar para avanzar, y hoy el pueblo guineano no tiene la oportunidad de perdonar.

“Las mujeres tenemos que iniciar nuestro propio proceso de independencia, porque la descolonización fue un fraude. Se redefinió África sin cntar con nuestra opinión”.

“La patria avanza en los brazos sabios de Su Excelencia, el Generalísimo negro”. La albina del dinero está plagada de críticas afiladas contra los líderes africanos, de imágenes de rémoras de la época colonial adoptadas por estos. ¿Qué legados identificas?

La cultura política cambia lentamente. El franquismo en Guinea Ecuatorial se refleja en todos los niveles de la estructura social. Los líderes políticos pronuncian discursos y revelan rasgos expresivos de Manuel Fraga. “Todo por la patria”. “Arriba la República de Guinea Ecuatorial” que recuerda a “Arriba España”. Las relaciones Iglesia-Estado son fortísimas, y el catolicismo, el sambenito del feminismo guineano. Las muertes por abortos practicados en clínicas chinas no equipadas, y las secuelas que sufren de por vida las mujeres, están respaldadas por la constitución, que recoge “la protección estatal de la vida humana desde la concepción”, una definición muy católica. Me pregunto en la conciencia de quien están las vidas de las mujeres muertas por  la desprotección del estado, que niega su derecho a decidir sobre sus cuerpos. La mujer, la parte que nos toca, Sección Femenina pura y dura. Increíble.

Hay una cierta esquizofrenia emocional en la relación entre Guinea y España; entre la fascinación y el orgullo de rechazar lo blanco a través del uso y abuso de políticas identitarias, la recuperación de tradiciones cuyas principales perdedoras son las mujeres, ¿no?

La Albina del dinero está dedicada entre otros colectivos a las mujeres que lucharon por la independencia, hoy los libros de historia nos niegan el derecho al reconocimiento, no somos heroínas de la independencia. Después del año 1968 nuestras vidas regresaron al bosque y a la mar. Las promesas de libertad, igualdad y fraternidad al pueblo guineano no eran para nosotras, aquello fue un fraude. Las mujeres tenemos que trabajar para iniciar nuestro propio proceso de independencia: el feminismo negado de facto.

Desde el primer gobierno, y sigue siendo así, el objetivo de recuperar la africanidad se llevó nuestras vidas. Se redefinió África sin contar con la opinión de las mujeres. El matrimonio tradicional está vigente. La soltería está mal vista. Tenemos que blanquear la piel para parecernos a las mujeres que en la colonia estaban prohibidas para el hombre negro: las blancas. Y de nosotras se espera expoliar el bolsillo de los blancos, porque los blancos tienen dinero: los blancos oficialmente mal vistos y amados en privado.

Con la recuperación de las tradiciones, las mujeres hemos perdido. Perdón, para perder tuvimos que haber ganado algo. Y perdimos. Perdimos trabajando en los partidos políticos independentistas cuando los hombres, todos sospechosos independentistas, huyeron al bosque para sobrevivir. Fuimos nosotras las encargadas de liderar los partidos.

Fue nuestro momento. El de cargar en la cesta, el nkueñ, a nuestros hermanos de los partidos. El de recolectar dinero para los viajes de los independentistas al exilio y a las Naciones Unidas. El de tomar decisiones con y sin los compañeros. Hoy no existimos.

Volviendo a tu obra, tu anterior novela “La bastarda”, se ha publicado recientemente en inglés, convirtiéndote en la primera escritora ecuatoguineana traducida a este idioma. La primera mujer, y abiertamente bisexual. ¡Enhorabuena! ¿Cuál es tu horizonte creativo ahora mismo?

Horizonte creativo. Yo no tengo de eso. Yo vivo el día a día. De repente amanece. De repente anochece, siendo abiertamente bisexual en mi patria profunda.

Lee también la entrevista a Chris Ada, joven novelista homosexual con el que Trifonia imparte talleres.

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