‘Tully’: Investigando los límites de la maternidad
A pesar del tono de comedia, esta película dirigida por Diablo Cody y protagonizada por Charlize Theron se decanta por la crudeza a la hora de representar la maternidad. Se suma así a una creciente genealogía de propuestas audiovisuales que rompen con la vieja dicotomía de buenas y malas madres.
Diablo Cody la ha vuelto a liar. En 2007 asombró al mundo con el guión de ‘Juno’, aquella película que contaba la historia de la genial, ingeniosa y en ocasiones insoportable adolescente -primer papel protagonista de Ellen Page- que decide dar a su bebé en adopción. Una película llena de matices y de contradicciones, pero que invitaba a la reflexión y al buen rollo.
‘Tully’ no destila muy buen rollo, porque a pesar del tono de comedia se decanta por la crudeza y la crueldad de la maternidad. Después de parir a su tercera hija, Marlo -una maravillosa Charlize Theron- se encuentra cansada, agotada y sobrepasada. Su hermano, que la ve apagada y como sin chispa, le regala una “niñera nocturna”, un servicio por el cual una mujer se encarga de tu criatura toda la noche salvo los momentos en los que es necesario darle el pecho. Lo usó su cuñada rica y posibilita al marido de Marlo desentenderse de su criatura durante la noche. A pesar de las reticencias iníciales, Marlo decide llamar y su vida dará un gran vuelco.
Tully, la joven nanny nocturna, una mezcla de hada madrina de Cenicienta y Mary Poppins, es amorosa, paciente, sabionda, delgada, divertida y tan perfecta que produce cierto desasosiego que cambia de forma radical la vida de Marlo y su familia. Marlo y Tully comienzan una intensa relación en la que la primera tiene el privilegio de contar con el tiempo necesario para pensar y hacer balance de su vida. La (insultante) juventud de Tully le hace enfrentarse a las dificultades y renuncias de la maternidad, a lo estancada que está su vida, su matrimonio y su trayectoria laboral. La dialéctica entre la madre de familia de cuarenta años y la joven de veinte va más allá de la juventud y la delgadez perdida y nos hace enfrentarnos como espectadoras a esta disección de la maternidad que pretende agarrarse a la cotidianidad y la rutina para no echar demasiado en falta la libertad que suponen otras opciones de vida.
Ya llevamos unos años viendo películas que se alejan de la representación histórica de madres abnegadas y sufridoras o madres monstruosas, desnaturalizadas y crueles, que inciden en la dicotomía de mujeres santas o mujeres pecadoras y/o putas. La película ‘Un feliz acontecimiento’ también rompía con esta dicotomía y apostaba por un modelo de madre llena de dudas e inseguridades que no renunciaba a sí misma y denunciaba el modelo ideal de maternidad que nos han vendido.
Sin duda, en estos últimos años se han ido diversificando las representaciones de la maternidad en el cine y en las series de televisión. No hacer una cena perfecta y tirar de comida congelada, hablar de necesidades sexuales, los enfrentamientos con las madres “perfectas” y acomodadas que tienen tiempo de hacer cup cakes, tener la casa limpia e ir a las reuniones escolares y que por regla general tienen el privilegio de no trabajar fuera de casa, y la casi total ausencia de los padres se han convertido en lugares comunes. La mencionadas ‘Juno’, ‘Un feliz acontecimiento’, ‘Malas madres’ e incluso la sorprendente ‘Prevenge’ han ayudado a crear esta genealogía cinematográfica.
‘Tully’ bebe de esta tradición pero, como todas las grandes películas, tiene algo muy profundo, difícil de definir y de explicar pero que tiene que ver con alejarse de la normatividad que la hace ser diferente. Gracias Diablo Cody, y por favor, no pares de escribir historias que nos sorprendan, perturben y nos hagan pensar, sentir y crecer.