Lo que más me gusta son los monstruos

Lo que más me gusta son los monstruos

Maria Cardona

Cuesta creer que Lo que más me gusta son los monstruos sea la primera novela gráfica de la estadounidense Emil Ferris pero lo es y eso certifica que estamos ante una autora con un talento y una sensibilidad explosivas.

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26/10/2018

Maria Cardona

Cuesta creer que Lo que más me gusta son los monstruos sea la primera novela gráfica de la estadounidense Emil Ferris pero lo es y eso certifica que estamos ante una autora con un talento y una sensibilidad explosivas.

Lo que más me gusta son los monstruos (My favourite thing is monsters) se sitúa en el Chicago de los años 60, en pleno momento álgido de la lucha por los derechos civiles que, en el cómic, vivimos a través de los ojos de la población afroamericana, latina y lgtbiq.

La protagonista es Karen Reyes, una joven con una imaginación desbocada que ha creado un mundo donde monstruos, fantasmas y seres oscuros la aceptan como una más, a diferencia de sus compañeros de colegio que la someten a continuos abusos y humillaciones . Karen es considerada “rara” por el resto de compañeros de clase y para ilustrar esa realidad Emil Ferris recurre a un ingenioso truco: dibuja a la pequeña Karen con apariencia de monstruo. Mandíbula desencajada, colmillos enormes, zarpas, y un sexo indeterminado que nos permite visualizar a la joven Karen tal y como ella se ve a sí misma. Esa será la apariencia de la protagonista durante todo el cómic a excepción de una sola viñeta en la que su hermano y protector Deeze la fuerza a mirarse al espejo y reconocerse como lo que realmente es: un ser humano digno de ser respetado y amado y no una bestia deforme.

La trama de la novela echa a andar cuando un suceso inesperado trastoca la vida de nuestra joven inadaptada: su vecina Anka Silverberg, la “mujer más bella” que jamás ha conocido Karen, es asesinada. O al menos eso dicen las fuentes policiales. Karen, sin embargo, sospecha que algo extraño ha sucedido entorno a la muerte de su vecina, una superviviente del holocausto, y ataviada con una gabardina que le queda demasiado grande y un sombrero destartalado, inicia una particular investigación que pondrá sobre las cuerdas a más de un vecino.

Lo que hace de “Lo que más me gusta son los monstruos” una novela gráfica excepcional es todo lo que sucede a partir de ese momento. Emil Ferris crea una trama que se desplega con soltura por diferentes registros y episodios históricos: un dramático viaje a la alemania nazi, el asesinato de Martin Luther King, la constante amenaza que se cierne sobre unos jóvenes que rechazan ser enviados a Vietnam, los ecos del movimiento contracultural…

La galería de personajes y subtramas que gira entorno a la investigación de Karen Reyes demuestra una sensibilidad especial por parte de Emil Ferris. Una sensibilidad política, llena de matices y, aunque compleja, sutil. Cuando Martin Luther King es asesinado, uno de los pocos amigos de Karen, una especie de Frankestein afroamericano, pobre y gay, es increpado por otro afroamericano que le recuerda que los “negros desviados” como él no pueden estar de luto por King porque son una vergüenza para su raza. Con una simple escena, en pocas viñetas, queda retratada la postura de esa pujante élite afroamericana que ya empezaba a emerger en Chicago y que auparía al poder, décadas después, a Barack Obama.

Otra escena que sirve de contexto a la trama principal: cuando Karen y su mejor amiga Missy exploran su sexualidad, su incipiente e inocente atracción lésbica es atajada de raíz por parte de la familia de Missy, que alude a los orígenes mexicanos de la familia de Karen para justificar una conducta sexual desviada que ejerce, además, una mala influencia sobre su hija. Racismo y clasismo contextualizan socialmente la obra pero el cómic también se apoya en dos ejes fundamentales a la hora de conseguir su lograda ambientación. Uno tiene que ver con el uso de personajes arquetípicos de las historias de terror. Vampiros, seres deformes, monstruos…son utilizados por los diferentes personajes para explorar su identidad queer. Por otro lado, la novela incluye representaciones de diferentes pinturas conocidas -especialmente del surrealismo y romanticismo- que ayudan a Karen a conseguir pistas en su investigación y que refuerzan dos características básicas del personaje: su tendencia a evadirse del mundo real mediante el arte y su especial sensibilidad.

Entre episodio y episodio, escenas propias de una época muy concreta de la historia de los EEUU van fundiéndose con costumbrismos propios de un cómic juvenil más clásico (tensiones familiares, desamores, alienación adolescente) y con otras subtramas de acción que hacen de este un cómic completo y redondo. El trazo del dibujo es, además, vívido y muy logrado. En ciertas partes el dibujo es poco más que un esbozo, pero todo es intencionado: no hay que olvidar en ningún momento que Lo que más me gustan son los monstruos es el diario de una joven adolescente que se dedica a plasmar sus vivencias cotidianas en forma de dibujo. Un dibujo que refleja todo ese vaivén emocional que sacude a la protagonista y que acaba enterneciendo, por fuerza, a quién la acompañe en su investigación.

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