“Es esencialista pensar que ser personas negras nos une automáticamente”
Rita Bosaho Gori es diputada en el Congreso español, la primera mujer negra con ese cargo en la historia de la democracia. Mucha gente no lo sabe y eso se debe a que no la hemos visto o a que no nos la han mostrado. Hablamos con ella de política, de logros, retos y obstáculos, de instrumentalización, de feminismo, de raza y racismo, pero también de eso tan hermoso que llamamos “comunidad”.
Rita Bosaho Gori nació hace 53 años en Malabo, antes de la independencia, cuando todavía se llamaba Santa Isabel y Guinea Ecuatorial era territorio español. Llegó a Alicante siendo una niña y creció allí con una familia de acogida blanca. Se licenció en Historia y se formó como técnica auxiliar de cuidados medios para poder trabajar en el hospital de su ciudad. Su vida cambió cuando entró en política y se convirtió en la primera diputada negra de la democracia por Podemos.
—¿Pesa o mola ser la primera mujer negra diputada de la historia reciente de España?
—Gracias por hacerme esta pregunta Lucía. No pesa, al revés es un gran orgullo, lo que me pesaría sería quedarme con este título mucho tiempo. Esta sería una señal bastante negativa, significaría que no hemos conseguido que nuestros espacios de representación sean un fiel reflejo de nuestra sociedad, donde la diversidad social y cultural lleva siglos estando presente y ahora, con las personas migrantes y sus hijas e hijos, nacidos o criados, en nuestro país, más. Sin el trabajo previo de muchas mujeres afro, este camino sería aún más difícil. Es un momento importante de gran dinamismo y el 8M marcó un hito y ha dejado igualmente sobre la mesa diversos debates que vamos a tener que afrontar con mucha pedagogía y sororidad, tanto el feminismo blanco hegemónico como los feminismos periféricos.
—¿Cómo se prepara alguien para ser política?
—No imaginé nunca en mi cabeza que sería diputada, ¿cómo iba a pensar algo así? Antes de Podemos, estaba trabajando en el hospital y preparándome para dedicarme a la investigación. Me encontraba en la fase inicial de mi tesis doctoral que versaba sobre el impacto del colonialismo europeo en África, concretamente, iba a comparar dos tipos de régimen colonial: Guinea Bissau (colonialismo portugués) y Guinea Ecuatorial (colonialismo español).
Desde mi punto de vista, el Congreso de los Diputados tiene una serie de mecanismos y formalidades que lo convierten en un espacio que, intencionadamente, busca alejar a la gente de a pie. Todavía recuerdo cuando entramos por primera vez en el hemiciclo y las diputadas y diputados del PP y otros partidos nos miraban con caras de “qué hace esta gente aquí”.
Todo esto forma parte del aprendizaje que se adquiere y todo cuenta, también tu experiencia y edad. En mi caso, he llegado con mis cargas, no soy una persona joven y procuro prepararme día a día. Trabajamos con un tiempo vertiginoso y yo soy de reflexiones pausadas, vas entendiendo los tiempos de la institución y reconociendo el lugar de cada una de tus compañeras y compañeros, el de vuestras adversarias políticas y teniendo mucha conciencia del sitio que ocupas, que ocupo, en mi caso. Sobre todo conciencia. Además, voy conociendo el trabajo interno y la gestión dentro y fuera de la institución, transformando las demandas de la sociedad en iniciativas que pueden cambiar la vida de las personas, reconociendo las resistencias que te rodean en todos los sentidos. Es fundamental hacerte fuerte, porque para estar en una institución como ésta debes armarte mentalmente con el fin que los dolores no te atraviesen el corazón. Por ahora, entiendo que esa es la verdadera preparación para ser política.
—¿Es racista que una mujer negra esté en el área de migraciones/racismo, habiendo trabajado en sanidad previamente?
—Siempre pensé en dedicar mi vida a la gente, por eso creo que me convertí en sanitaria. Antes de mi andadura en política trabajé más de 20 años en el Hospital General de Alicante. Sería racista si fuese una decisión impuesta, es decir, en las que se estuviera realizando una instrumentalización de mi voz e imagen. Por otro lado, antes de empezar aquí, parte de mi activismo social estaba relacionado con las migraciones. Trabajé durante mucho tiempo con mujeres migrantes y tuve la experiencia de viajar a Honduras, en 1998, para asistir a un encuentro feminista del Centro de Derechos de Mujeres de Tegucigalpa. Fueron unas jornadas de trabajo increíbles donde compartimos nuestras formas de resistir el machismo y construir espacios de empoderamiento feminista.
El poder de lo simbólico sirve para transformar realidades, ver a una mujer afro diputada es una manera de mandarle un mensaje al imaginario racista que nos asigna lugares subalternos, es enviarle un mensaje a esa población migrante que se ve, de alguna manera, representada, es —y para mí es lo más importante— ser una referente para los niños no blancos y las niñas no blancas, nacidos o criados en este país, que tienen una falta absoluta de referencias positivas tanto en los medios de comunicación como en los curriculum educativos.
—¿Qué es lo más difícil y lo más bonito que le ha pasado desde que es diputada?
—Lo más difícil ha sido entender los diferentes mecanismos burocráticos de la institución y todas las formalidades que los acompañan. Creo firmemente que muchos de ellos, forman parte de las trampas que la institución, como he dicho antes, pone en marcha para alejar a la gente del que debería ser un espacio sentido como propio. Son muchos los momentos bonitos que he vivido en el Congreso. Tengo la imagen guardada en la retina de cuando entramos todas por primera vez al hemiciclo.
Hemos presentado hace poco una Proposición No de Ley relativa al reconocimiento de la comunidad africana y afrodescendiente con perspectiva interseccional en el marco del Decenio Internacional para los afrodescendientes.
—¿Es resultado del racismo que casi no la veamos en los medios de comunicación?
—La forma en la cual los medios de comunicación representan la diversidad étnico-racial que hay en nuestro país puede darnos pistas para saber si vamos encaminadas a una democracia avanzada o si seguimos atascadas en una democracia que deja a una parte de su sociedad fuera de los espacios de representación, en este caso, a las minorías y a la diversidad étnica y social.
La comunidad africana y afrodescendiente a la que pertenezco, sólo aparece en los medios de comunicación ligada la migración, la exotización o al folclore.
Ante la necesidad de vernos representadas de otra manera tenemos muchas artistas, escritoras y activistas que han sacado varios proyectos.
—Hay medios de comunicación y anuncios de publicidad que nos instrumentalizan; Edmundo Sepa cuenta en su libro ‘Convergente, conveniente o intruso’ que la política también lo hace, ¿qué opina de eso?
—Es un peligro que va a estar ahí presente siempre, son varias las biografías de intelectuales y activistas de diferentes comunidades afro, por ejemplo, de Francia y Estados Unidos, que hablan sobre la instrumentalización de la causa negra por parte de partidos políticos y también la falta de compromiso con los intereses referidos a la comunidad afrodescendiente.
Incluso, hablando de ejemplos cercanos, Aimé Césaire, en su libro ‘Discurso sobre el colonialismo’, nos dejó una carta en la que se esbozan las diferentes cuestiones que le habían llevado a abandonar el Partido Comunista Francés (PCF). Entre ellas aludía a la posición en favor del colonialismo que había tenido el PCF cuando las argelinas y argelinos estaban luchando contra el colonialismo. Yo no sé la experiencia que tuvo Edmundo Sepa en Convergència Democràtica de Catalunya (CDC).
Son muchos los pasos que tenemos que dar en lo que se refiere a la comunidad afro de España y estoy convencida de que mi partido estará allí para apoyarme sin caer en ningún tipo de lógica de instrumentalización, lo han hecho hasta ahora y sé que lo harán porque estamos trabajando todas por un país feminista y antirracista, por una sociedad para todas.
—¿En algún momento siente que le hayan tratado diferente en el Congreso por el hecho de ser negra?
—Han sido varios los momentos en los que he sentido un trato diferencial por el hecho de ser negra. Sin embargo, me quedo con una “anécdota” que me ocurrió fuera del Congreso. Cuando tuvieron lugar los atentados en Barcelona, yo me encontraba en París con mi pareja de mini- viaje de vacaciones. Nada más enterarme de la noticia, fui a la Embajada de España en Francia para estar presente en el acto institucional del “minuto de silencio” que se iba a celebrar. Como autoridad pública sentía que tenía la obligación de estar allí presente mostrando mi rechazo rotundo a lo ocurrido y mis más sinceras condolencias a todas las familias que perdieron a un ser querido en este atentado.
Estando en la puerta, le dije al policía que estaba de guardia, quién era y le mostré mi documentación de parlamentaria, él se quedó mirándome fijamente, a la vez que hacía lo mismo con la identificación, ahí estuvimos en la puerta esperando durante más de 20 minutos. En este caso es muy complicado no relacionar este hecho con la invisibilización que sufre la comunidad afro de España.
—¿Cuál es su labor en el Congreso?
—Pertenezco, de diferentes maneras, a varias comisiones: Igualdad, Trabajo, Migraciones y Seguridad Social; Sanidad, Consumo y Bienestar Social; Cooperación Internacional y Asuntos Exteriores. La mayoría de mi trabajo lo estoy realizando en Sanidad, Consumo y Bienestar Social, y en Igualdad, donde me siento muy orgullosa por el nivel de implicación que genera en todas las personas que trabajamos en ella.
Trabajé con mi compañera Aina Vidal la primera proposición no de ley en la undécima legislatura en el Congreso de los diputados sobre las condiciones laborales de las camareras de piso. En estos momentos, estoy implicada en la coordinación de las iniciativas presentadas por mi grupo en el Congreso de los Diputados sobre la estafa de Idental.
También formo parate del Intergrupo Parlamentario sobre Guinea Ecuatorial. El Estado español tiene una deuda histórica con el pueblo de Guinea Ecuatorial, nuestra labor, desde los diferentes Grupos Parlamentarios presentes en el Congreso, debe ser la de apoyar los mecanismos necesarios que lleven a una transición democrática y denunciar las violaciones de derechos humanos que tengan lugar ahí.
—¿Qué datos no sabemos sobre migración y racismo en el Estado español que deberíamos saber?
—Los grandes medios de comunicación apenas se hacen eco de todos los datos generados por las organizaciones sociales, desmintiendo bulos contra la población migrante.
—¿Y, entonces, qué se está haciendo desde su partido para transformar eso?
—Nuestro compromiso firme con la defensa de los derechos de las personas migrantes se ve totalmente reflejado en nuestro programa político: cobertura sanitaria universal, derecho a voto y a la participación política de la población extranjera residente en nuestro país, eliminación del test de nacionalidad, etc.
Es más, una de las 20 propuestas que hace poco presentamos para que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ponga en marcha en esta legislatura con nuestro apoyo, es el cierre de los centros de internamientos de extranjeros.
Ante el intento del Partido Popular, Ciudadanos y Vox de enarbolar un discurso racista y xenófobo para intentar crear un estado de alarma y miedo en nuestra sociedad y, de esta manera, desviar el foco de atención de los cambios estructurales que necesitamos para recuperar las instituciones y revertir las políticas de recortes que nos han llevado a la precarización de nuestras vidas, nosotras, desde Unidas Podemos, seguimos trabajando por un proyecto de país feminista y antirracista que ponga en el centro la recuperación de esa idea de justicia social que defendieron y defendemos muchas en este país, como reza el lema del Decenio Internacional para los Afrodescendientes, ¨Reconocimiento, Justicia y Desarrollo¨. Es lo que necesitamos contra el discurso racista y xenófobo de Casado y compañía.
—¿Cuál es su relación con la comunidad negra en el Estado español? ¿Existe, de hecho, tal comunidad? ¿Cómo la definiría?
—Gran parte de mi activismo lo he desarrollado en mi ciudad, Alicante. Tras mi llegada al Congreso empecé a participar en actividades, reuniones y encuentros organizados por diferentes asociaciones y entidades de la comunidad africana y afrodescendiente de Madrid. Comencé a conocer y, sobre todo, a reconocerme, a indagar en mis recuerdos de juventud. Estos meses de compartir y trabajar junto a todas ellas ha sido una toma de conciencia, que no todo el mundo ha entendido. Ellas y ellos sí.
Muchas me han enseñado algo muy valioso y es que la experiencia encarnada es un valor, aunque no sea suficiente solo con ella.
Este acercamiento a la comunidad afro de Madrid, se produjo en parte gracias a mi compañero de fatiga, Yeison F. García López.
—Un hombre negro en la Liga Norte italiana, otro en VOX, tendemos a pensar que por ser personas negras, tenemos que estar a favor de la inmigración y se ve que no…
—Cuando hablamos de comunidad africana y afrodescendiente de España, no estamos hablando de una identidad homogénea sin ningún tipo de diferencias ideológicas, sería un error si pensáramos de esa manera.
Con esto quiero decir que el hecho de ser personas negras no nos une automáticamente, eso es demasiado esencialista. El racismo como construcción ideológica sirve para jerarquizar racialmente a los grupos humanos y hago hincapié, como construcción ideológica, es decir, una persona negra puede estar ideológicamente a favor de la implementación de políticas racistas, aunque vayan en contra de sí misma.
Este tipo de cosas ya llevan mucho tiempo planteándose, Malcolm X diferenciaba entre el negro del campo y el negro de la casa, Frantz Fanon escribió ‘Piel negra, máscaras blancas’; el título lo dice todo. Ser negras no nos une automáticamente, quizás nos predisponga a luchar contra el racismo, pero ni eso está asegurado. La conciencia no es un resultado, es la condición de un proceso.
—¿Y qué hay de las mujeres negras que hacen política? ¿Conoce a alguna?
—El hacer política debería entenderse de una manera amplia. Es decir, no solo se hace política desde los partidos políticos ni dentro de las instituciones. Si estamos hablando de esta concepción de política, te puedo decir que conozco a muchas mujeres negras que se dedican a hacer política, tanto individualmente como en asociaciones, a través de la expresión artística u organizando una manifestación.
También conozco a varias mujeres negras que han estado participando en diferentes partidos políticos, por ejemplo, Catalina Mikue y Consuelo Cruz Arboleda. También estuvo participando en política, de alguna manera, Marcia Santa Cruz Palacios. Tuve la oportunidad de conocer a grandes mujeres líderes de organizaciones afrocolombianas; conozco a Francia Maruez Mina, la Premio Nobel de Ecología por la defensa del territorio, desde hace muchos años.
Y este viaje también me permitió la oportunidad de conocer a Piedad Córdoba. Una mujer para la que las palabras se quedan cortas para describirla.
Por último, aunque no las conozca personalmente, Christiane Taubira, exministra de Justicia en Francia, y Cécile Kyenge Kashetu, exministra de integración y cooperación al desarrollo en Italia, merecen mi profundo respeto político por haber conquistado el espacio de poder al que llegaron. Recibieron una enorme violencia racista y machista por ser mujeres negras entrando en espacios que históricamente nos han negado.
—¿Cree que llegará un momento en el que habrá más mujeres negras en el Congreso de los Diputados? ¿Queda mucho para eso?
—Ojalá sea así, no digo que sea imposible, pero sí será bastante complicado.
Al igual que decimos que debemos poner en práctica lógicas feministas para transformar las instituciones y las propias lógicas internas de los partidos políticos, también creo que debemos poner en marcha prácticas antirracistas para llegar a una transformación más amplia.
Lo quiera o no, considero que tengo un papel importante en este proceso. Ser la primera mujer negra que está en el Congreso de los Diputados hace que tenga una responsabilidad política. La labor que realice puede cambiar la forma en la que imaginamos la política y permitir pensar con más claridad en la necesidad de que el Congreso de los Diputados sea un reflejo más cercano a la diversidad social y cultural que hay en nuestro país. Justicia social para nuestra comunidad, nosotras formamos parte de esa España que se piensa diversa y construye desde allí.
Quiero despedir esta entrevista con unas palabras de Angela Davis: “Toda la historia de los afrodescendientes, tanto en África como en la diáspora, es una historia de lucha, es una historia de lucha por la libertad y creo que esa historia es importante precisamente por el hecho de la libertad”