“El acoso sexual es el ejemplo paradigmático del secreto a voces”
Esperanza Bosch Fiol es profesora de Psicología y directora de la Unidad de Igualdad de la Universidad de las Islas Baleares, además es la investigadora principal del grupo de estudios de género de esta misma institución. Lleva décadas luchando por una universidad libre de violencia y es la autora de uno de los primeros estudios sobre el acoso sexual en el ámbito universitario español.
¿La Academia es una institución patriarcal?
En las universidades existe una naturalización absoluta de determinados comportamientos que ni siquiera son percibidos como acoso. También hay una absoluta impunidad, sobre todo entre el profesorado. El acoso sexual escenifica mucho la esencia del patriarcado: cualquier hombre puede acceder a cualquier mujer, sea un trabajador de la construcción con una premio Nobel de Física o sea quien sea. Por ser hombre puedo acceder al entorno y al cuerpo de cualquier mujer.
¿Y existe una espiral del silencio en torno al acoso universitario?
He tenido conversaciones surrealistas mientras explicaba el protocolo contra el acoso sexual, recuerdo en concreto una, con un profesor, en pleno siglo XXI: “Yo respondo por la honorabilidad de mis compañeros. Estoy seguro que esto nunca ha pasado”. El acoso sexual es el ejemplo paradigmático del secreto a voces. Es algo que todo el mundo sabe que pasa: el profesor ligón, el que se mete siempre con las chicas, el que se fija en el escote, o el que más vale no entrar sola en su despacho.
¿Es algo relacionado con la edad?
No creo que la edad signifique mucho. El profesor joven puede jugar al colegueo y a tener una relación más cercana con las alumnas. Todo eso, que puede ser algo normalísimo, también puede desembocar en comportamientos de acoso. Hay que entender que un acosador es un depredador, no es alguien que una vez en la vida se enamore de una alumna. No estamos hablando de amor ni de atracción fatal, esa idea del Don Juan que tiene una debilidad porque es más ligón es errónea. Un acosador impone el poder, porque sabe que cuando su víctima no le responde le está hiriendo y ofendiendo. Es alguien que va a la caza y que entiende que su lugar de trabajo le permite estar en contacto con cantidad de chicas, y desde su posición va a intentar una y otra vez acceder a ellas.
¿Está el paradigma está cambiando poco a poco?
Creo que las universidades no tenían previsto en absoluto que se pudiera dar importancia a este tipo de cosas. Empezaron las universidades americanas para evitar las grandes demandas millonarias. En nuestro contexto, si esto empieza a cambiar, es gracias a la valentía de las chicas que han denunciado ciertos casos con el altavoz de los medios. Las Unidades de Igualdad surgen por un mandato legal y tienen como objetivo fundamental poner en marcha los Planes de Igualdad, pero la ley no da muchas más pistas. También la crisis económica ha supuesto un retroceso para la igualdad, que pasó a un segundo plano en las universidades. Algunas van ya por el segundo o tercer plan, porque encontraron el terreno abonado, y en otras está costando más.
¿La CRUE (Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas) está haciendo algo al respecto?
No nos vayamos a engañar y pensar que se han convertido todos en grandes feministas, pero ha habido casos muy mediáticos y se han dado cuenta que afecta al prestigio de las universidades. Estos últimos meses la CRUE ha abierto un grupo de trabajo de Políticas de Género dentro de la Sectorial de Sostenibilidad, y ahí hay un grupo de trabajo que está examinando los protocolos contra el acoso sexual. Esto es también porque el protocolo tiene una serie de problemas para ser eficaz que o se solucionan o se quedará en papel mojado, y de las mismas cosas se vienen quejando todas las Unidades de Igualdad así que debe haberles llegado.
¿Cuáles son estos problemas?
Hay tres cuestiones en las que coincidimos todas las Unidades de Igualdad. Tiene que quedar claro un sistema sancionador, para alumnos, profesores y Personal de Administración y Servicios. También hay un problema con la dicotomía entre la presunción de inocencia del maltratador y la posición de la víctima, ya que a la hora de instruir un caso el presunto maltratador recibirá toda la información sobre la instrucción y esto puede perjudicar fácilmente a la víctima. Espero que desde la CRUE puedan encontrar una solución eficaz contra este problema. Y en tercer lugar, coincidimos en que es necesario detallar las medidas cautelares mientras dura la instrucción.
Hace ya 10 años desde esos primeros planes de Igualdad, ¿qué toca ahora?
Ahora toca evaluar, aprovechando la obsesión de las universidades con evaluar y pasar todo por acreditaciones. Hay que ver qué ha sucedido estos años, qué ha funcionado y qué no, qué instrumentos tenemos y no usamos por no ser facilitadores… Sin evaluación surgen reacciones perversas: tenemos un protocolo desde hace años y no ha habido apenas denuncias. Esta universidad es la monda, ¿no? Pues no, es que los protocolos no dan garantías suficientes para que la persona que denuncie se sienta protegida. La universidades públicas tienen que ser un ejemplo de que el conocimiento sirve para mejorar la vida de las personas, y el conocimiento no es neutro. Hace falta un compromiso muy claro en el respeto de los derechos humanos: tolerancia cero hacia cualquier tipo de violencia.
Lee también el reportaje ‘Redes de solidaridad para hacer frente al #AcosoEnLaUni’ y consulta la base de datos actualizada.