“La característica común de muchos españoles es una tremenda ansia de justicia”

“La característica común de muchos españoles es una tremenda ansia de justicia”

La escritora Gema Nieto publica ‘Haz memoria’, un relato familiar que hurga en el pasado para remarcar la importancia de conocer nuestros orígenes y aprender de la historia

Gema Nieto en una foto de su álbum personal

Gema Nieto en una foto de su álbum personal

Se define como lectora, escritora, filóloga, gamer y hater. Una combinación que la lleva frecuentemente a la hiperactividad. Últimamente, a esta lista se le suma la promoción de un nuevo libro. Gema Nieto (Madrid, 1981) acaba de publicar Haz memoria, un relato familiar que hurga en el pasado para subrayar la necesidad de recordar nuestra historia, nuestro origen. “Los años no vuelven. Es una verdad sencilla y cegadora como un desierto”, apunta un personaje de la obra, que se sostiene sobre una familia atravesada por la irrupción de la guerra civil española.

Después de La pertenencia -su primera novela, de 2016-, Nieto ha cambiado la editorial Caballo de Troya por Dos Bigotes, dedicada a autores y autoras LGTBI. En esta colección, capitaneada por Alberto Rodríguez y Gonzalo Izquierdo, ha elaborado un discurso cargado de silencios, temor y dobleces del alma humana. Colaboradora de revistas como Qué leer, Culturamas o Pikara Magazine, la han comparado con Virginia Wolf o William Faulkner, dos de sus referentes principales. Sin darle mucho pábulo a estos juicios, la autora se refugia en la creación literaria e insiste en la importancia de conocer lo que pasó para entender mejor el presente.

En medio de una promoción por varias ciudades españolas y de compaginar su trabajo en el sector editorial con actividades como dar una charla en el Festival Eñe, Gema Nieto responde generosamente por correo electrónico a los temas que aparecen en Haz memoria.

 

A una hora, cualquier día, sucede lo irreversible, y a esa misma hora del día anterior, o un solo minuto antes, la vida transcurría idéntica a sí misma y el tiempo no era maleable ni presagiaba amenaza alguna, pero a partir de ese instante definitivo las horas se quiebran y se repiten, dejan de ser iguales y a la vez son todas la misma hora, todos los minutos desde entonces dan marcha atrás a los relojes y se comparan al único en que tiene lugar lo inevitable. Y he aquí el sortilegio hecho presente, nómbralo y el tiempo se doblegará en tus manos, porque vivirás un solo día a partir de ese día y su curso será perpetuo.Gema Nieto. 'Haz memoria'

-¿Crees que, como aparece en una de las citas, la memoria es “el enemigo mortal del descanso”?

Por supuesto, o al menos ha de serlo. Hacer memoria, recordar, no es sólo reencontrarnos con nuestro pasado, sino también analizar vivencias o situaciones que quizá no nos resultan agradables pero que explican nuestro comportamiento actual o que configuran nuestra identidad. Darles la espalda a esas vivencias, porque tal vez no nos resultan cómodas o fáciles de superar, es también negarnos a nosotros mismos.

-Ordenar o seleccionar los papeles es una forma de revisar y evaluar el pasado. ¿Cómo crees que será la huella que dejemos en un futuro sin tanto material físico? ¿Será la memoria más volátil aún, como pasa con las emociones o las noticias?

Aunque desparezca el papel (cosa que no es nada descabellada en un futuro, al paso destructivo al que vamos), lo que no se extinguirá nunca será el empeño del ser humano en dejar constancia escrita de su historia y de su memoria, sea en el medio que sea. Desde las tablillas de arcilla de la Antigüedad al iPad, inventamos la escritura justo para eso, para dejar huella física de lo que considerábamos que nadie debía olvidar. Tal vez en un futuro sea a través de audios o de cyborgs que lo registren todo, quién sabe, pero la intención será la misma, ésa nunca desaparecerá. Como tampoco el deseo, tan humano, de alterarla o reconstruirla a conveniencia.

-Una de las expresiones de un personaje es que “masticaba el agravio” para una revancha. ¿Somos rencorosos? ¿Crees que la envidia sigue siendo la enfermedad de los españoles?

Ése es un tópico en el que yo no creo. Si realmente lo fuéramos no habríamos podido evitar más guerras civiles o enfrentamientos.

“LA DE ‘NO REABRAMOS VIEJAS HERIDAS’ ES LA FRASE MÁS FALAZ Y EGOÍSTA DE CUANTAS EXISTEN. ¿CÓMO SE PUEDE REABRIR ALGO QUE JAMÁS SE HA CURADO, QUE NADIE HA PERMITIDO QUE CICATRICE?”
Lo que sucede es que no se han reparado muchísimas injusticias y quienes no quieren hacerlo consideran, perversamente, rencorosos a quienes las reclaman y extienden esa idea, la de que los perdedores o las víctimas se mueven por el rencor. No es cierto. Creo que en el fondo la característica común de muchos españoles son unas tremendas ansias de justicia.

-Han definido el libro como un ejercicio de “arqueología familiar”. ¿Es necesario abrir las heridas? ¿O es que no se han llegado a cerrar?

La de “no reabramos viejas heridas” es la frase más falaz y egoísta de cuantas existen. ¿Cómo se puede reabrir algo que jamás se ha curado, que nadie ha permitido que cicatrice? Igual que los miembros se gangrenan si no se curan o se amputan a tiempo, los conflictos sobrevienen y se enquistan al no solucionar las cosas cuando debe hacerse. Sucede con todo, con cualquier problema mínimo de la vida cotidiana. Cuando te niegas a remediarlo pensando “ya se solucionará solo, o ya se olvidará”, es cuando aumenta. Por eso tampoco sirve el argumento de “dejar el pasado atrás”: la gangrena, o la bola de lodo, va creciendo hasta tragárselo todo.

-También planea la idea de esas cicatrices que imprimen el silencio o los traumas íntimos. ¿Son los más dolorosos? ¿Están empezando a aflorar, a liberarse?

Sí, los traumas callados y reprimidos son siempre los más dolorosos, porque ese silencio no permite superarlos ni crecer. Ésta es una idea que me asaltó también leyendo La geometría del trigo, de Alberto Conejero, una historia triste, dura y bellísima. Cuántas vidas injustamente robadas, cuánta felicidad entregada al olvido y al silencio, y qué imposible frenarlas pese a todo. Muchas de ellas jamás pudieron aflorar ni liberarse, o empezaron a hacerlo demasiado tarde. La dictadura impuso una herencia de oscurantismo, ignorancia y represión que por desgracia aún permanece en muchas casas y rincones de este país, y que nos está costando mucho quitárnosla de encima.

-Da la sensación de que sobrevuela la idea de la culpa y el perdón. De que se expió a los culpables. ¿Crees que ha ocurrido eso en España? ¿Ha traído esa expiación el rechazo actual a que se muevan los restos del Valle de los Caídos? ¿Hay un sector que se considera inocente de lo que pasó? ¿Tuvo que ver la Transición?

Totalmente. La reivindicación de la memoria ha de comenzar con la exhumación de Franco y el fin de la tolerancia a un dictador y a quienes siguen apoyándolo o haciendo apología de la dictadura, porque ningún país democrático puede levantar su identidad y dignidad sobre las bases del olvido, el silencio y el perdón al fascismo. Esto es algo incontestable pero que parece que en este país sigue sin estar claro, porque es precisamente lo que se hizo en la Transición: hacer del olvido ley y creer que al enterrar la memoria todo se arreglaría solo cuando ha sucedido lo contrario.

“LA TRANSICIÓN FUE UN PACTO DE COBARDES QUE DEBEMOS CUESTIONAR: LO QUE HICIERON ESOS HOMBRES TAN ILUSTRES FUE EMPRENDER LA HUIDA Y DEJAR CRECER LOS FANTASMAS”
Debido a no arreglar la situación desde el principio, hoy en día seguimos arrastrando fatales consecuencias, como la permisividad que existe hacia el fascismo, el rechazo de muchos a la Ley de Memoria Histórica o esa impresión de equidistancia tan falsa y perversa. La generación de nuestros padres y abuelos tiene idealizada y venerada la Transición pero fue únicamente un pacto de cobardes que debemos empezar a cuestionar: lo que hicieron esos hombres tan ilustres fue emprender la huida, dejaron crecer los fantasmas en lugar de frenarlos y arrancarles las sábanas, fingieron no verles y poder vivir con ellos como si no pasara nada, con la excusa de que las consecuencias serían peores si les enfrentaban. Y el error es precisamente huir de la memoria, pretender que el olvido haga su trabajo sin cobrarse ningún precio.

-Otro pilar muy importante es la infancia, el tiempo “para cimentar toda una mitología”. ¿Nos volvemos más insensibles con la edad? ¿Hemos usurpado esa etapa a los niños de ahora, con tanta presión y exhibicionismo?

Quizá no más insensibles, pero sí más olvidadizos. Me obsesionan mucho, literaria y personalmente, las etapas de la infancia y la adolescencia en el ser humano, porque son las fases vitales en las que todo arraiga y comienza a crecer. Las semillas de lo que somos y seremos están ahí, en nuestros primeros años, ahí es donde surgen nuestros miedos, inseguridades, traumas o habilidades, por eso es tan importante la educación de los niños en valores, en gestión emocional y en empatía.

-Dices que la luz cambia para siempre con la pérdida de un ser querido. ¿Crees que las personas con familiares en las cunetas tienen aún algo de opacidad?

Creo que todas esas personas se han visto obligadas a vivir sin luz, a soportar sus vidas con las luces apagadas, y la suya me parece una situación terriblemente dolorosa e injusta. Me produce muchísima indignación y pena, y aún más la negativa miserable a reparar esas vidas, a permitir que por fin se encienda un pequeño candil en ellas que les ayude a descansar los días que les queden.

-Otra frase es que “hay cosas de las que no hay que acordarse”. ¿Venimos de generaciones que reprimían sus recuerdos?

Sí, reprimían recuerdos, sentimientos y vivencias por miedo, por vergüenza, por represión o por la convicción impuesta de que determinados comportamientos o actitudes no eran “los adecuados” según cada sexo, por ejemplo. Reprimieron tantas cosas que gran parte de sus existencias las vivieron mutiladas y acalladas, invisibilizándolas o convenciéndose de que no existían o no eran normales. Es tristísimo, porque, como comentaba antes, lo único que se consiguió con esto fue desperdiciar miles de vidas.

Portada de 'Haz memoria', ilustrada por Raúl Lazaro

Portada de ‘Haz memoria’, ilustrada por Raúl Lazaro

-En temas de estilo se te empareja con Virginia Wolf, Ana María Matute o William Faulkner. ¿Cómo te planteaste la escritura?

Esas comparaciones son un honor inmenso, puesto que son tres de mis grandes referentes y no creo que les llegue ni a la suela del zapato a ninguno. Es cierto que tengo muy en cuenta el estilo a la hora de escribir, tanto como la historia que quiero contar, incluso más. El estilo literario es el elemento arquitectónico básico, es lo que hace la diferencia, lo que consigue que historias que quizá se han contado mil veces vuelvan a resultar interesantes o distintas. Aunque para mí el cuidado de la forma es esencial como sustento de la narración, en mi anterior novela, La pertenencia, ésta era un poco más hermética o impresionista, y en el caso de Haz memoria, mi intención desde el principio fue centrar más el foco en la propia trama, en sucesos concretos que determinaran caracteres, comportamientos y el hilo de la historia.

-Escasean los diálogos y se entrelazan tramas. ¿Querías darle una dimensión más filosófica o envolvente?

Sí, envolvente es la palabra, sobre todo una sensación de viaje constante atrás y adelante en el tiempo, de ahí la interconexión de lugares, episodios y personajes, como si todos ellos estuvieran inevitablemente entrelazados. No suelo utilizar muchos diálogos, es verdad, nada más que cuando resulta imprescindible; como recurso prefiero la construcción de ambientes evocadores y la descripción de sucesos que sugieran o describan explícitamente el carácter de cada personaje.

-¿Qué aporta el diario a la trama? ¿Le da más amarre?

Los diarios desvelan algo fundamental en la trama, por eso su revelación final es casi una sorpresa… no haré spoiler, sólo diré que configuran y dan solidez a uno de los temas principales.

-Es inevitable hablar no solo del caso de España, sino de todo el mundo. ¿Aprobamos en memoria, viendo el auge de la extrema derecha en Europa o Estados Unidos? ¿Tendemos a repetir cíclicamente la historia?

Suspendemos, sin ninguna duda. Pero no sólo ahora, el ser humano siempre ha demostrado una tenacidad y una estupidez asombrosas para caer en sus mismos errores una y otra vez. Primo Levi supo explicar como pocos por qué sucedió Auschwitz y por qué podría volver a suceder si toleramos el negacionismo, la tolerancia con el fascismo y la mentira:

«Sólo como locura de unos pocos y necio y vil consenso de muchos pueden interpretarse los acontecimientos de Auschwitz. Muchos jóvenes lo ignoran todo del fascismo, pero consideran ingenuamente que los fascistas defienden noblemente los valores de la patria, del orden y del Estado. Es preciso que cada ciudadano, ya desde los pupitres del colegio, aprenda qué significa verdad y mentira, y que no son equivalentes (…).

“ME PONE ENFERMA LA TÍPICA RESPUESTA DE LOS MEDIOCRES Y LOS IGNORANTES: ‘SI NO APARECEN MÁS MUJERES EN LOS LIBROS DE TEXTO ES PORQUE NO HAY TANTAS’, CUANDO MILES HAN SIDO NINGUNEADAS Y SILENCIADAS”
La arrogancia e insolencia de los negacionistas deja atónito, y aunque sus argumentos tienen muy corto alcance, no hay duda de que, si la vigilancia de los historiadores, del público y de las instituciones democráticas empieza a relajarse, toda la monstruosa maquinaria nazi será exculpada y el rechazo a los regímenes totalitarios tendería a desaparecer. Por ello, tenemos el importante deber como testigos, como supervivientes, como europeos demócratas y antifascistas, de no permitir que esta insolencia se imponga (…). No puede justificarse el silencio ante la barbarie. No es lícito olvidar; no es lícito callar; no podemos tolerar que los negacionistas y los evasores de la verdad, negando a los muertos, les den muerte por segunda vez».

-Por último, ¿se está empezando a hacer justicia con las mujeres? ¿Empieza a contarse el pasado teniéndolas en cuenta?

Se está empezando, muy poco a poco, a restaurar su memoria y a darles, por fin, el lugar que por justicia merecen en la Historia y que se les ha negado siempre. Sus contribuciones en todas las materias han sido por sistema menospreciadas o ignoradas, esto es algo fácilmente comprobable en los libros de texto escolares, en las antologías o en los listados de premios. Apartarlas del canon ha sido la norma, igual que hacer pasar por verdad objetiva una falacia histórica sostenida a base de mentiras y estrategias patriarcales. Me pone enferma la típica respuesta de los mediocres y de los ignorantes: “Si no aparecen más mujeres en los libros de texto es porque no hay tantas”, cuando han sido cientos, MILES, las mujeres ninguneadas y silenciadas a lo largo de los siglos pero cuyas aportaciones en todos los campos artísticos, filosóficos y científicos han sido esenciales, y en muchos casos anteriores a las de sus colegas masculinos. Gracias al esfuerzo encomiable de editoras, compiladoras, traductoras y otras mujeres del mundo del libro, se están rescatando a muchas de estas autoras, pero es urgente que también se incluyan desde ya en los temarios escolares para que las nuevas generaciones no crezcan pensando que la mitad de la población humana no inventó nada ni creó arte ni hizo descubrimientos reseñables.

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