¡Las nombro, porque calladas nunca más!
41 niñas y adolescentes murieron quemadas, en lo que nombramos “femicidio institucional” el 8 de marzo del año 2017 en un incendio dentro de las instalaciones del Hogar Virgen de la Asunción (Guatemala), un espacio donde se supone que niñas, niños y adolescentes estaban bajo la “protección y resguardo del Estado”, irónico ¿no?
Por Ada Valenzuela*
¡No eran calladitas, eso no les gustó, exigieron sus derechos y el Estado las quemó!
Yo aún siento un nudo en la garganta cuando grito la consigna, y no es para menos. 41 niñas y adolescentes murieron quemadas, en lo que nombramos “femicidio institucional” el 8 de marzo del año 2017 en un incendio dentro de las instalaciones del Hogar Virgen de la Asunción, un espacio donde se supone que niñas, niños y adolescentes estaban bajo la “protección y resguardo del Estado”, irónico ¿no?
Todas tenían entre 12 y 17 años, todas tenían sueños, todas querían salir de ese infierno; muchas historias han salido a flote desde ese día, tanto de las 41 como de las 15 sobrevivientes, sus rostros han sido pintados por artistas del continente, la prensa alternativa ha contado la verdad desde las familias. Un caso que devela las grandes debilidades del Estado de Guatemala para proteger y garantizar la vida de las mujeres y la incapacidad de resguardar a niñas, niños y adolescentes.
El fatídico incendio que sucedió en este hogar, al que ni siquiera los bomberos pudieron entrar de inmediato porque las autoridades no se los permitieron, ocurrió en el salón donde había 56 niñas y adolescentes encerradas bajo llave. La puerta se abrió cuando era demasiado tarde. Un día antes, el 7 de marzo, las niñas habían organizado una manifestación para denunciar los malos tratos y la violencia sexual de la que eran víctimas en el “hogar”, fueron reprimidas y aunque algunas lograron escapar de lo que ellas llamaban “el infierno”, 56 fueron encerradas “de castigo”.
“Coito reciente”, dice el dictamen del Instituto Nacional de Ciencias Forenses INACIF, de una de las niñas. La madre levanta el documento en medio de una conferencia de prensa en la que estoy presente, y pide que le expliquen cómo es eso posible. Solo confirma lo que su hija decía en vida: que en ese lugar eran víctimas de violencia sexual. He escuchado de varias madres que afirman que sus hijas querían salir de allí lo antes posible.
La noticia del incendio y el número de muertes que subía a cada instante nos sorprendió en medio de la caminata conmemorativa el 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres. La conmemoración se enlutó… Con un grupo de compañeras nos encaminamos hacia donde se ubicaba el hogar. Aunque no pudimos entrar, estar afuera fue suficiente para entender lo que ahí había pasado, todas las miradas eran desgarradoras. Llevamos velas y rótulos, entrevistamos a varias personas, la más impactante de todas fue la de una señora que nos dijo que ella las había visto un día antes cuando se querían escapar: “’Seño allá adentro es el infierno y si no nos vamos nos van a matar’, me dijeron y mire hoy las mataron…”. Lo dijo entre susurros y sin poder contener el llanto; ¿duele verdad? Yo también sigo derramando lágrimas.
Alrededor del caso ha habido muchos comunicados, conferencias de prensa, acciones de solidaridad, otras 15 niñas continúan peleando por su vida, año y ocho meses después algunas están en condiciones muy difíciles de salud, económicas y sociales. El juicio que se desarrolla está lleno de incertidumbres y donde hasta “el Estado” quiere verse como víctima y al que se le deben reparar los daños causados por el incendio. No, no es una novela de mal gusto, es la realidad que nos tiene a 20 meses del terrible hecho sin tener justicia y con más preguntas que respuestas.
Algunas niñas iban a salir pronto de aquel infierno, y la dura realidad es que fueron devueltas a sus familias en un ataúd y sin ninguna explicación.
“Serán 41 plantones” es la acción impulsada por organizaciones de mujeres para mantener viva la memoria de las 41 niñas y de todas las mujeres que viven violencia en Guatemala, a quienes no siempre les creen, y también de aquellas que no se han atrevido a denunciar. Ahí, alrededor de la nombrada ‘Plaza de las Niñas’, (en el parque central de la Ciudad de Guatemala), alrededor de las 41 cruces que forman un círculo de energía en el que les recordamos, encendemos una luz por su memoria, una luz cada viernes, en cada plantón, por cada niña, mientras nos negamos a guardar silencio y las nombramos a todas.
El caso ha estado rodeado de la estigmatización y discursos en contra de las niñas y adolescentes, tratándolas como delincuentes, culpando a sus madres y padres bajo argumentos conservadores y machistas, sin conocer cada una de las historias. En todo caso la pregunta es: ¿cómo una sociedad puede justificar el femicidio de 41 niñas en un lugar donde se suponen el Estado las debía proteger? Siento no dar respuesta, pero espero al menos que un espinita de duda traspase sus pensamientos y les provoque buscar más información y sumarse a mantenerlas vivas en la memoria.
Las nombro
Rosa, Indira, Daria, Ashely Gabriela, Yemmi, Jaqueline, Siona, Josselyn, Mayra, Skarlet, Yohana, Rosalinda, Madelyn, Sarvia, Ana Nohemí, Ana Rubidía, Jilma, Yoselín Beatriz, Grindy, Mari, Keila, Kimberly, Nancy, Estefany, Lilian, Mirza, Ana Roselia, Grisna, Melani, Luisa, Daylin, Iris, Candelaria, Milenie, Celia, Ashely Angelie, Sara, Yosbelí, Silvia, Yoselin Yamilet y Wendy.
Las Nombro porque no son números, porque no pueden solo convertirse en estadísticas.
Las Nombro como homenaje a su memoria, Las Nombro para no olvidar.
Las Nombro aunque nos lo quieran prohibir.
Las Nombro para exigir que no se vuelva a repetir.
Que las calles se llenen con sus nombres, que las paredes sean testigas vivas de sus historias.
Que la justicia no les haga esperar, que su rebelión nos aliente a caminar.
¡Las Nombro porque NO estoy dispuesta a callar!
*Comunicadora social, directora de la Unión Nacional de Mujeres Guatemaltecas, integrante de la Coordinación Nacional de la Red de Defensoras de Derechos Humanos de Guatemala.