A ‘Superlópez’ lo salva la villana
Puede que seas una de las más de un millón y medio de personas que han visto esta película, una de las grandes apuestas del cine español de 2018. Es ágil, divertida, mordaz, entretenida... pero patina en las representaciones de los personajes femeninos y destila racismo.
Cuando estrenaron en el año 2015 ‘Anacleto agente secreto’, desde esta sección ya denunciábamos el androcentrismo galopante de la película. También destacábamos sus virtudes: la impecable ambientación, las interpretaciones de sus protagonistas y cierta crítica a la masculinidad patriarcal un poco trasnochada pero que ahí está y se niega a desaparecer. Como ‘Anacleto’, ‘Superlópez’ es una adaptación al cine de un exitoso personaje de cómic, en esta ocasión creado por Jan en 1973. Las similitudes entre ambas adaptaciones existen, no en vano están capitaneadas por Javier Ruiz Caldera.
A sus virtudes técnicas y a la pericia en construir un guión excelente -se nota la mano de Borja Cobeaga y Diego San José metiendo el dedo en la llaga de la idiosincrasia patria- se le une un buen trabajo de su actor protagonista, Dani Rovira. Porque Rovira está bien, muy bien y lo digo aunque confiese que iba muy dispuesta a criticar su interpretación.
‘Superlópez’ narra las aventuras y desventuras de Juan López, un superhéroe que desconoce su extraordinario origen extraterrestre y la misión de salvar su planeta que le encomendó el pueblo de Chitón. Hasta que conoce su verdadera identidad se limita a usar sus poderes (superfuerza, supervelocidad…) para sobrevivir en una oficina cutre e impresionar a Luisa, la chica que le gusta.
Hasta aquí todo correcto. Pero, cuando nos ponemos a analizar los personajes femeninos no podemos evitar la decepción. La madre de Superlópez (Gracia Olayo) es una madre tradicional. Por eso viste con bata y cuando las situaciones se ponen difíciles sólo se preocupa de si su hijo come y de coser el traje de superhéroe. ¿En serio que no hay más posibilidades de madres que la caracterizada como cuidadora en exclusiva? ¡Si hasta cuando llega la villana está haciendo punto! Luisa Lanas, la novia de Superlópez (Alexandra Jiménez) es controladora y renegona. ¿En serio que no caben otros modelos de novia que la que te controla y te fastidia un poco la vida?
Por si esto fuera poco, tenemos el personaje de Jaime, el amigo del protagonista que de forma graciosa acosa a Luisa. ¿En serio que todavía no hemos superado lo de hacer bromitas con el acoso sexual en el trabajo? Vale que esta banalización sirva para hacer más patético al personaje de Jaime pero siempre son personajes que al final inspiran cierta ternura.
Y por si no teníamos suficiente, nos regalan dosis de racismo. La representación de los trabajadores sudamericanos de la empresa de Superlópez roza el bochorno, y la película termina con un símbolo del colonialismo español.
Estas representaciones androcéntricas y patriarcales conviven con el personaje de Ágata, la gran revelación de la película, la supervillana que no salía en el cómic original, interpretada por Maribel Verdú. Con su inteligencia y una legión de robots aspiradores que ha programado es capaz de dominar al mundo. Ese poderío, esa forma de llevar los elegantes trajes de mala, esa forma de moverse por el metraje son de lo más inspirador. Y es que a nosotras nos gustan mucho las malas, nos emocionan porque son subversivas y muy divertidas. Y si han creado un personaje inspirador que no existía en el cómic bien pudieran haber arriesgado más con los personajes de la madre y de Luisa.
En una película familiar, en un taquillazo, nos gustaría que los personajes femeninos tuvieran más matices y que trascendieran de una vez por todas los límites de la feminidad tradicional que con alguna variación se niega a desaparecer. Nos resulta muy cansino a estas alturas de la película seguir teniendo que reivindicar nuevos modelos de mujeres ¿En serio no se os ocurren otros?