Me gustaría contaros tantas cosas

Me gustaría contaros tantas cosas

Dice Noelia Morgana que mentíria si nos dijera que nunca se ha humillado y que ella ya no miente. No te pierdas a Morgana, que su voz es una auténtica delicia.

Imagen: Núria Frago
20/03/2019

Ilustra Núria Frago

Me gustaría contaros que todo esto estuvo aquí desde el principio: la mujer empoderada, el amor hacia el cuerpo, el deseo de romper todo el podrido orden establecido. Pero mentiría.

Me gustaría contaros que yo jamás me he traicionado, ni me he hecho daño, ni me he humillado. Pero mentiría.

Me gustaría contaros tantas cosas.

Me gustaría contaros que yo nunca he metido la barriga hacia dentro para que pareciera más plana, y que, al respirar con el tórax, no me he provocado ansiedad ni vergüenza, y también me gustaría contaros que no me he echado tres kilos de maquillaje color mierda para disimular el acné y parecer más de revista, y que luego no he llegado a mi casa con el alma en el mismo sitio, sintiéndome una idiota.

Me gustaría contaros que jamás me he quitado el escote porque me lo haya ordenado mi novio, ni he dicho “sí, novio”, “sí, novio”, “sí, quiero”, y no quería, no quería, no quería, ni he ido corriendo y llorando detrás de un hombre suplicándole su amor, ni he vomitado al compararme con otras, porque yo no era esa otra del pelo liso, ni tampoco la otra de los dientes perfectos, ni era la otra de la ropa moderna o la otra tímida, bonita y tierna.

También me gustaría contaros que tampoco he perdido amistades porque me volviera una persona más manipulable, ni me he visto reflejada en un espejo llorando todo el veneno que tenía por dentro, ni he dejado de salir de casa durante temporadas porque la dependencia emocional fuera la única amiga que me quedaba, ni me han poseído, manipulado, abusado y tratado con celos extremos, y me gustaría contaros que yo a eso no lo llamaba amor, qué de amor, cuánto amor, mucho amor.

Me gustaría contaros que no me he tirado pataleando en la acera queriendo volver con quien nunca me hizo reír, y que no he consumido ansiolíticos y antidepresivos, ni he empezado a fumar y a beber para sentirme menos persona y ser manejada con más facilidad en la práctica de un sexo que me dejaba vacía y en peligro, y tampoco me han abofeteado mis amigas porque he destrozado muebles y paredes y mi puño y mi boca y mi cerebro y mi garganta, queriendo morir por la falta de amor propio.

Me gustaría contaros todo eso. Pero mentiría.

Me gustaría contaros tantas cosas.

Lo que sí me gustaría contaros es que un día me toqué una grieta por la que salía una luz, y decidí abrirme entera y verme por dentro, y fue cuando me sentí volcán y río, y vientre y tetas y coño mío, y me dije guapa, y me olvidé del camino que llevaba al maltrato, y acaricié a aquella mujer perdida, a aquella niña escondida, y le enseñé a bailar sobre cristales poniéndole plantas de hierro, y luego le enseñé una tierra mojada y cómoda, y dejó que los cristales los barrieran otros, y que el hierro ya no sirviera ni para disfraz, y le cosí unas alas a los ojos para que no pudiese prohibirse el horizonte, y le dije:

NUNCA MÁS

Pero las palabras dejan de ser importantes cuando la conciencia sobre la consciencia te hace el amor, y tu orgasmo consiste en despertar.

Y despiertas,

como una mujer empoderada, amando su cuerpo como si fuera suyo, y se acaban los deseos de romper todo el podrido orden establecido porque empiezas a comprender que sólo desde el interior

se puede cambiar el mundo.

Ahora sí que me gustaría contaros que todo eso estuvo aquí desde el principio aunque no lo estuviera viendo, y sobre eso,

estoy segura,

que ya no miento.

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