‘Debut’ de Christina Rosenvinge: una vida hecha canción
Leerte este libro es como si una de las mejores cantantes y poetas en lengua española hiciera CHAS y apareciera a tu lado. Reflexiones accesibles y brillantes, las tripas de sus canciones y conceptos sobre composición musical en una lectura apta tanto para melómanas como para quien busque un Sálvame Deluxe 'indie' o psicoanalizarse.
Era el día después al cambio de hora. Un domingo. Yo estaba superagitada. Me desperté nerviosa, subí a pasear al monte con las perras bastante inquieta y al bajar escribí a mi terapeuta corporal para preguntarle si aquello era normal. Últimamente esta cuestión me intriga y es recurrente en mis sesiones con la psicóloga y la masajista. “¿Esto es normal?”-pregunto. “¿Qué quieres decir con normal?”- responden. “Que si le pasa a más gente”. De repente, después de haber hecho como que no tengo cuerpo durante más de quince años, siento presiones en el pecho, vuelcos en la tripa, arcadas, la espalda cargada, un nudo en el estómago, temblores en las piernas… Como yo estoy de lo mío, ahora todo me da curiosidad y quiero saber si es otro de los mensajes en clave de mi cuerpo que me estaba perdiendo.
Bueno, el caso es que andaba yo un poquito de los nervios ese domingo. Alerta. Y me preguntaba si energéticamente había algo diferente en el ambiente o era cosa mía. La quiropráctica me responde al mensaje con una frase de las suyas: “Si estás inquieta es por algún motivo, estate atenta a lo que pase”. A mí este tipo de frases antes me alteraban las pulsaciones, me ponían rabiosa y me sentía personalmente insultada por quien osaba decírmelas. Por una parte, porque son eslóganes ridículamente impersonales sin significado concreto alguno, citas de Paulo Coelho, vaya. Por otra parte, porque vivía a la defensiva y soy un poco hater. (Este vídeo de Ter me representa salvo por lo de los secretos, que los odio). Así que, aunque ahora esté en este proceso de metamorfosis, al leer aquello pensé “vaya gilipollez”, entré en casa, abrí la puerta del balcón para que las perras pudieran salir a cotillear y me dirigí a la cocina a cocer coliflor con patata, que si le echas pimentón y aceite sabe a gloria bendita. Decidí poner la radio de fondo, por si sonaba algo ligero, para ver si me daba por cantar y así desagitarme. ¿¿¿¿¿Y qué oyen mis oídos ????? A Christina Rosenvinge. ¿Y qué significa para mí esta mujer? Pues Rosenvinge, entre otras cosas, es una de las bandas sonoras de mis rupturas y la escucho a ella y a otres en bucle hasta que, cuando ya no me dan ganas de llorar, sé que se me ha pasado la tontería. ¿Y en este caso concreto qué salía en la radio? ¿Acaso estaba cantando? No. ¿Y qué hacía? Hablar. ¿Y de qué tema hablaba? De su relación con su padre. ¡¡¡¿Y cuál es el tema del apotema en mi vida?!!! Mi relación con mi familia. ¿Y a qué me han teletransportado una serie de experiencias vividas que he revivido hace poco? Pues por mucho que lo quiera disfrazar de estupideces, a mi simple y compleja relación con mi padre justamente. ¿Por eso mismo, a quién casi le explota la cabeza de escuchar según qué cosas un domingo agitada después del cambio de hora cuando intentas camuflar heridas profundas con excusas? ¡¡¡A MÍ!!! ¡¡¡A MÍIIIII!!! Ese miércoles, después de renovarme el DNI y que la funcionaria me dijera que volviera en diez años, (casi me da un perrenque porque no sé qué será de mí en diez años y nunca sé ni qué me pasará mañana porque al ser tan dramática vivo todo como si estuviera permanentemente encerrada en la casa de Gran Hermano) me compré lo último de Christina Rosenvinge y me lo leí from cover to cover. Mi gurú tenía razón y algo muy grande estaba a punto de pasar. ¡Sabia mujer mi terapeuta!
La primera vez que escuché a Rosenvinge de manera consciente fue de la mano de Pepe. Me la presentó junto a Nacho Vegas y Tulsa. Yo luego customicé el asunto a mi forma, y le resté a Nacho Vegas porque el lema viene siendo (inserte musiquilla) “Mucho Nacho Vegas, poca diversión”, ya que el fabuloso artista con el que me identifico MIL, lejos de calmarme, me atormentaba bastante más de lo que estaba. Poco después buceando en la música en euskera descubrí y sumé a Anari a la lista de reproducción. Hoy por hoy las tres (Rosenvinge, Tulsa y Anari) son las escoltas de mis momentos de bajón. ¿Y quién tocó en Basauri un viernes cualquiera del mes de abril? ANARI CON CHRISTINA ROSENVINGE. ¿Y qué hice yo? Ir con una amiga y gozarla como si cada letra de cada canción fuera directamente pensada para nosotras. ¡Ambas estuvieron magníficas!
Pero vayamos al grano: el libro.
Literatura Random House ha sacado del horno la primera edición de Debut: cuadernos y canciones, de Christina Rosenvinge en marzo de 2019. Esta obra de arte de tapa dura tiene alrededor de doscientas treinta páginas. Una arriba, una abajo.
Os cuento que la estructura de esta obra, para las maniáticas, es sencilla de entender: la primera parte se llama “Los años tranquilos”, y te aseguro que si lees estas cuatro páginas en el pasillo de cualquier librería, vas a sacar 22,90 euros del bolsillo y te vas a ir a la caja a pagar el libro. Engancha que da gusto. ¡Vaya si engancha! ¿Para qué sirve la memoria? ¿Por qué las fases de vida plácida se nos olvidan? ¿Qué decide preservar nuestro cerebro y qué desecha? ¿Cuál es el objetivo? Las reflexiones de Rosenvinge son muy accesibles y al mismo tiempo brillantes. La segunda parte, que también tiene su aquel, se titula “Cuadernos y canciones” y como su propio nombre indica, en ella la autora decide compartir con nosotras las letras de su canciones, así como entradas de diario/cuaderno de forma cronológica desde 1992 hasta 2018 contando y omitiendo lo que a ella le place. Yo que apenas tengo cultura musical, sólo conocía las canciones a partir de 2007, pero me han dado ganas de comprarme la discografía entera de la artista y escucharla con detenimiento comparándola con los pasajes que escribe. Estas cosas pasan, ¿no? Que te adentras en la vida de la gente y se te crea ese sentimiento de camaradería y de empatía máxima en tu cabeza y quieres saberlo todo sobre esa persona. ¿Sólo me pasa a mí? Para finalizar, last but not least, la última parte de la obra se titula “La palabra exacta” y es la más técnica, ya que trata sobre métrica, sonoridad, rima, acento y otros conceptos ”del montón”. Huelga decir que soy más de chascarrillo que de tecnicismos, así que queda claro que sobre todo he disfrutado de las partes que te permitían imaginar a Rosenvinge tecleando en el ordenador, paseando por un descampado o casi dando un concierto con la ropa que ha dormido y sin lentillas.
Como la gente que lee es variopinta y diversa, habrá quien se centre en ojear esta maravilla con curiosidad melómana, quien busque un Sálvame Deluxe indie, quien se psicoanalice a través de las historias que cuenta y aprenda a entender las relaciones con su miembro familiar más polémico… Vaya usted a saber. Para gustos, las lecturas. Yo sólo sé que a mí me queda claro después de tragarme esta joya, que Christina Rosenvinge es lista como un demonio, graciosa, muy ingeniosa, superentretenida y real. ¿Se te ocurre una razón mejor para leerte su libro? Pues mira, sí. Que en los tiempos que corren es espectacular llegar a la conclusión de que hay una historia de amor de todas las que comparte en su escrito que llama la atención sobre las demás. ¿Qué relación es esa? La relación que tiene con la música. Si hay una conclusión que puedas sacar de esta lectura, es que la mayoría de la gente va y viene. Pero en cambio, tú y lo que decidas hacer contigo, lo que construyas para ti, lo que disfrutes sin parches, se queda contigo. (Que la Virgen me perdone por insertar esta frase de autoayuda, pero no sólo de pan vive la mujer, una también necesita mantras).
Bueno, a ver, que si has llegado hasta aquí una vez más te mereces un sonoro aplauso, porque yo no sé cómo has aguantado sin irte directa a por un ejemplar del librazo del año. Es que además, el otro día investigando vi que ¿sabes quién la ha acompañado en las presentaciones de su libro? Pues ni más ni menos que Laura Fernández y (mi búnker, mi madriguera, mi refugio, mi vía de escape, mi salvación, mi alegría de leer) Belén Gopegui.
¿¡Hola!? ¿Sigues leyendo estas líneas? ¿Acaso necesitas más garantías de que vas a vivir doscientas páginas de genialidad? Hazme caso: tienes anécdotas y datos a cascoporro y vas a disfrutar como nuuuuuunca de meterte en las reflexiones de alguien que ha puesto banda sonora y te ha acompañado en infinidad de fases de tu vida. Si Alex y Cristina tuvieron su exitazo en 1987, haga usted cuentas. Leerte este libro, es como si una de las mejores cantantes y poetas en lengua española hiciera CHAS y apareciera a tu lado. Es que de verdad, palabrita del niño Jesús, que esto es un maravilloso regalo para ti misma, para tu amiga, para tu hermana, para tu madre (aquí seguro que sí que tiene genuinamente 0% quejas y no como en el anuncio del Corte Inglés del día de la madre), para tu amigo el hípster, la bibliotecaria, o tu abuela la lectora… Repito por el megáfono: Debut de Christina Rosenvinge es tu lectura del verano: ¡DATE EL GUSTAZO!