‘Infiltradas’: un paseo feminista por la literatura de ciencia ficción, terror y fantasía
La colección de artículos sobre ciencia ficción, fantasía y terror que conforma 'Infiltradas' reivindica la labor de las mujeres como creadoras y desmonta estereotipos sobre personajes literarios femeninos.
“Somos la furia, somos la paciencia, somos la inteligencia. Estamos hechas de amor. Y somos más fuertes que tú”.
Amal El-Mohtar, discurso Wiscon 2017
La primera novela que firmó una mujer en Europa es de ciencia ficción. Se titula El mundo resplandeciente y fue publicada en 1666. En ella, su autora, Margaret Cavendish, relata el viaje de una joven a un mundo paralelo habitado por animales antropomorfos. La descripción de este reino imaginario le sirve para debatir, y en ocasiones refutar, algunas teorías científicas hegemónicas de su tiempo, así como para exponer ideas filosóficas de carácter utópico. Por supuesto, la novela fue un escándalo y acusaron a su autora de loca. Más de 300 años después, y gracias al refugio que ofrecen las habitaciones propias (Cavendish era aristócrata y rebelde, así que pudo construirse una cuarto propio bien grande), hay muchas “locas” que escriben ciencia ficción. No obstante, aunque la presencia de autoras es creciente, la difusión que se hace de sus obras es minoritaria, de ahí la importancia de proyectos editoriales como el de Infiltradas (Palabaristas, 2019).
La colección de artículos sobre ciencia ficción, fantasía y terror que conforma Infiltradas reivindica la labor de las mujeres como creadoras y desmonta estereotipos sobre personajes literarios femeninos. Como dice en el prólogo la escritora de fantasía y sci-fi Kameron Hurley, “las de Infiltradas son voces críticas que no solo examinan las historias de literatura de género que se cuentan hoy en día sino que retoman figuras olvidadas y temas de nuestro pasado, todas vistas desde la mirada única de cada autor y autora”. En efecto, el objetivo principal de la antología de ensayos editada por Cristina Jurado y Lola Robles es la de dar visibilidad a autoras y cuestiones de género habitualmente silenciados por las editoriales y los medios de comunicación. En este sentido, se añade a otras iniciativas de visibilización como La Nave Invisible, o las antologías Distópicas, Poshumanas y Alucinadas.
Habitualmente la ciencia ficción ha servido para trascender la realidad espacio-temporal tanto en el aspecto científico y tecnológico como en su vertiente social, política y biológica. A través de la ficción se plantean realidades alternativas y se critica nuestra propia realidad. Es sin duda un género literario subversivo que pone en cuestión los sistemas impuestos a través de la reflexión y la imaginación. Hasta aquí todo muy revolucionario. El problema está en que tradicionalmente ha sido un campo eminentemente masculino (a las mujeres se les ha mantenido alejadas de la ciencia ficción, al igual que de la ciencia y la tecnología), por lo que es un género rígido en cuanto a estereotipos de género, con una visión cisheteronormativa dominante.
Con el bum relativo de mujeres escritoras de ciencia ficción y fantasía de las últimas décadas, se ha introducido la crítica al sistema patriarcal así como se han expresado problemas, tabúes o miedos que afectan exclusivamente a las mujeres. Por ejemplo, El cuento de la criada, de Margaret Atwood, trata el tema de la reproducción humana en una sociedad distópica en la que la opresión de la mujer se ha radicalizado. La argentina Mariana Enríquez, por su parte, aborda el problema de violencia de género en su cuento de terror Las cosas que perdimos en el fuego. Inspirándose en la “epidemia de mujeres quemadas” por sus parejas o exparejas que afecta a su país, construye un relato en el que las mujeres se queman a sí mismas de forma voluntaria, reservándose la elección de su propio sufrimiento y evitando así la violencia machista.
Infiltradas también repasa desde la mirada de las mujeres los distintos subgéneros en los que se divide la ciencia ficción actual. Desde el steampunk o retrofuturismo, en el que destacan autoras como la indo-holandesa Suna Dasi, una de las máximas exponentes de la vertiente multicultural del steampunk, pasando por la ciencia ficción climática que tratan autoras como Laura Gallego (Las hijas de Tara) o Lola Robles (Yabarí), y la literatura de juegos de rol (LitRPG) en la que se ubica la saga de novelas cortas Feyland, de la escritora Anthea Sharp, hasta llegar a las escritoras del afrofuturismo como Octavia Butler o Nnedi Okorafor, que creó a la adolescente Binti, constructora de astrolabios y genia de las matemáticas, quien tiene que abandonar su tribu, y su seguridad, para estudiar en la universidad más prestigiosa de la galaxia.
Las protagonistas literarias de toda esta variedad de subgéneros tienen en común que han dejado de ser las damiselas en peligro de las novelas de la ficción científica y la fantasía más clásicas, para ser creadoras y ejecutoras de su destino. En este punto, hay que mencionar a la Mary Sue, un tipo de personaje femenino propio de los fanfics (ficción escrita por fans) que sirve como autoinserto de la autora en su obra y alrededor de la cual gira toda la historia. Desde su origen a finales de los sesenta en el movimiento trekkie, el término Mary Sue se ha usado con tono burlesco y voz masculina, “ellos son protagonistas, ellas, Mary Sues”, se dice en uno de los ensayos de Infiltradas, ironizando sobre un concepto que en realidad ha servido como vía eficaz para que las mujeres se erigieran como las heroínas de la historia.
Mi experiencia como lectora de ficción fantástica de mujeres no es mucha. Es recientemente cuando las autoras que tratan estos géneros han llamado mi atención. Simplemente porque no las conocía. Uno de los pocos libros de ciencia ficción de autora que he leído es Los matrimonios entre la zona tres, cuatro y cinco, de Doris Lessing, en el que se ríe de los estereotipos de masculino y femenino en mundos de fantasía, y ahora me estoy actualizando con Ursula K. Leguin. En cuanto a literatura de terror, Frankenstein, de Mary Shelley, y el maravilloso culebrón Cumbres borrascosas, de Emily Brontë, son mis referentes. Hace unos meses descubrí a la “maga del horror” Shirley Jackson al leer Siempre hemos vivido en el castillo (¡Merricat!) y todavía no he podido cerrar la boca de la impresión. Sigo explorando la divertidísima literatura “cósmica” de Laura Fernández y tengo ya el próximo objetivo a la vista: Mariana Enríquez. Y todo porque leí en tal sitio que esta escritora… porque aquella amiga me dijo… y porque he leído Infiltradas.
“Si nos comunicamos, somos”, se podría decir. Pues aquí estamos, comunicando. ¡Leed ciencia ficción de mujeres, (por vuestro) coño!
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