La sardinera de Santurtzi que contaba historias o cómo hacer periodismo feminista

La sardinera de Santurtzi que contaba historias o cómo hacer periodismo feminista

Unas 126 profesionales asistieron al 'I Congreso de Periodismo Feminista María del Carmen Molifé', organizado por Pikara Magazine, que reunió a 15 ponentes de medios, redes de periodistas y agencias de comunicación y propuso cuatro talleres durante los días 9 y 10 de octubre en Bilbao.

23/10/2019

Un momento del Congreso . / Foto: Twitter de Ana Gaitero

María del Carmen es una posible sardinera de Santurtzi que contaba de historias. Es la mujer del cartel, la de la cara tapada, la falda arremangada, los pies descalzos, el porte recio y con una cesta de mimbre apoyada en la cadera sobre la que descansa una grabadora. La que da nombre al ‘I Congreso de Periodismo Feminista María del Carmen Molifé’, organizado por Pikara Magazine el 9 y 10 de octubre en Bilbao. Un día y medio para ponernos cara, proponer temas, compartir trayectorias y, en especial, trabajar nuestra memoria colectiva para trazar una historia común de periodismo feminista. Las militantes feministas de más trayectoria decían que, entre las jóvenes, parecía que todo se estaba descubriendo ahora. Por eso, Mª Carmen no es nadie pero es todas. Es un jakeo a la Historia. Un personaje ficticio que da nombre a un congreso y que muchas buscamos sin éxito en Wikipedia, un nombre-homenaje que simboliza a todas las pioneras del periodismo y de la comunicación olvidadas.

Sobre el escenario, presentes en la primera mesa de ponencias, estaban las precursoras, recuperando parte de nuestra memoria reciente. La revista vasca Andra, feminista, militante y combativa, también Frida como revista orientada a las mujeres, y la publicación institucional de Emakunde, el Instituto Vasco de la Mujer. Se dejaban notar también las ausencias. Desde el público hablaban de Geu Emakumeok, la publicación de la Asamblea de Mujeres de Bizkaia, cuyos ejemplares pueden encontrarse en el Centro de Documentación ‘Maite Albiz’. En los 90, cuando la revista de Emakunde comenzó a editarse, muchos conceptos estaban por definir y la palabra género era demasiado sofisticada. El primer número de Frida se publicaba en 2005 cuando la pintora mexicana no formaba parte del imaginario común. “Hace 20 años -decía Mertxe Arratibel, de Andra- no había tantas mujeres en los medios como ahora”, pero antes de cantar victoria, señalaba también que el trabajo en los medios de comunicación se ha abaratado, “y que allí donde hay precarización, hay mujeres”. La palabra precariedad atravesó todo el congreso, en especial la mesa de los proyectos contemporáneos, Klitto!, Revista Amazonas, La Poderío, Pikara Magazine, donde militancia y periodismo eran palabras que se cruzaban continuamente. Desde Pikara, Mª Ángeles Fernández subrayaba que el objetivo de la revista había sido pagar las colaboraciones desde el principio para reivindicar la profesionalidad y el periodismo, ser un medio de comunicación.

Para las feministas, hacer periodismo va más allá de la forma, implica una identidad. No se trata solo de los temas y su tratamiento, sino de hacer tambalear sus estructuras. Hacer periodismo es una forma intrínseca para construir identidad. Como explicaba Cirenia Celestino, de CIMAC -agenda de noticias mexicana, Comunicación e Información de la Mujer A.C- “los premios de grandes financiamientos suelen ser a grandes reportajes o investigaciones y eso las precarizadas no lo podemos hacer, porque no dedicamos todo el día al trabajo. Quedamos fuera. También suelen ser para grandes medios donde la dirección la ocupan los hombres, en los pequeños donde estamos nosotras es más difícil que lleguen”. Y al mismo tiempo, cuando no dan las cifras tenemos que autoexplotarnos. La periodista Particia Simón señalaba que no era casualidad que los currículums de muchas de las presentes fueran tan granados, “porque llevamos diez años haciendo proyectos de todo tipo para sobrevivir”. Junto a ella, en la mesa, hablaban otras periodistas feministas que trabajan en medios generalistas, con ese sentir general de que han cambiado ciertas cosas, pero al mismo tiempo seguimos en las mismas. La publicidad sigue siendo sexista y la información sesgada, por lo que el congreso fue un alegato reivindicando el periodismo de calidad, el método periodístico y la perspectiva feminista como la capacidad de mover el foco, dejar de iluminar el discurso habitual y apuntar a todas las historias que no suelen aparecer sobre el escenario. Más allá de un feminicidio, hay que señalar las estructuras de poder que lo permiten, la falta de herramientas que impiden que se cumpla de forma efectiva la legislación, la responsabilidad de quienes deberían haber puesto a disposición inmediata de cualquier mujer dichas herramientas, las dinámicas sociales que impiden que se denuncie a tiempo. “No podemos seguir con el formato de suceso, que es el de hace 30 años, cuando el feminismo decía que había que contar las muertas cuando aún no se hacía”, decía Ana Gaitero de la Asociación de Periodismo Feminista de Castilla y León. Y desde la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género, Lola Fernández añadía que “las mujeres están haciendo su trabajo, los gobiernos y las empresas periodísticas, no”.

Lola Fernández, Ana Gaitero, Maite Asensio y Andrea Momoitio en la mesa ‘Redes de periodistas: de lo global a lo local’. / Foto: Helena Bayona

Se dijo varias veces: el periodismo de calidad tiene que ser feminista. Aun así, se echaba en falta la presencia de periodistas hombres en la sala. Quizá la difusión no fue efectiva, quizá no se dieron por aludidos. En cualquier caso, periodismo feminista significa otro periodismo. Y en las evaluaciones finales -esas encuestas que las asistentes rellenasteis para poner nota, aportar sugerencias varias y demás- todas pedíais más. Más temas, más espacios para hablar, más diversidad de ponentes, más días de congreso, más horas para los talleres. La sensación era de que quedaba mucho por caminar, mucho más allá de los temas que se escogen y de la perspectiva de género que les demos. Queda cambiar estructuras patriarcales, la masculinidad del tertuliano que entiende la interrupción y la sentencia como sinónimo de buena oratoria, o la de la rapidez inmediata para la opinión. El análisis que expusieron las investigadoras Arantza Gutierrez e Itxaso Fernández, de Emakumeen Ikusgaitasuna, demostraba con cifras contundentes, recogidas durante tres años, lo que las feministas sabemos de sobra: la mayoría de las opiniones en los medios vascos las hacen hombres. “A las mujeres no nos educan para alzar la voz”, decía Maite Asensio, de la red Eragingune Feminista y periodista del diario Berria. “Son clásicas las respuestas ‘no sé tanto de este tema’, ‘me da palo’. Creo que tenemos que pensar la respuesta a esta respuesta. Tipo, si tienes un doctorado en esto me puedes responder a… y lanzarlo para que vean que sí tienen algo que decir”, proponía.

Sabemos que alzar la voz y exponerse a la opinión pública supone, para una mujer, exponerse a la violencia. Como explicaba la abogada Laia Serra durante el taller ‘Violencia en redes contra comunicadoras’, a veces no tenemos claro qué es denunciable o no le damos la importancia que tiene. Lo cierto es que si algunos de los mensajes que llegan por redes nos los dijeran a la cara, probablemente denunciaríamos. Y en sentido inverso, a veces son autocensuramos por no saber muy bien qué es delito y qué entra dentro de la libertad de expresión. Conviene recordar, además, que no tenemos que gestionar los ataques necesariamente de forma individual sino mediante protocolos colectivos. Ya lo dijeron las bertsolaris Oihana Bartra y Aissa Intxausti en el duelo que cerró la primera jornada del congreso: ellas también saben lo que es luchar en un ámbito patriarcal, así que no estamos nosotras solas. Y si estamos hablando de lo colectivo, durante el congreso se hizo también un alegato en favor de la edición como proceso común en el que varias expertas enriquecen un texto, dando nuevas perspectivas y añadiendo nuevos saberes, sugiriendo nuevas estructuras. Reconocer que el proceso de escritura es colectivo implica dejar de glorificar la firma, esa que tantos egos alimenta en el periodismo.

Maylin Vergara, Mertxe Arratibel, Arantzazu Zugasti e Itziar Abad en la mesa sobre la precursora. / Foto: Helena Anaya

Al mismo tiempo que sabemos que las mujeres debemos hablar más, a una le sorprende que haya quien no calle nunca, quien siempre tiene una opinión a punto sobre el tema que toque en Twitter, en cualquier formato, vídeo, story, tertulia, declaración entrecomillada, columna. Ese qué decir instantáneo que demanda un tipo de periodismo que engulle y comenta en mil plataformas la última sentencia a golpe de actualidad, dando voz siempre a un mismo perfil de opinante basado en lugares comunes. Porque el periodismo se construye sobre esos lugares comunes, los que relegan a las mujeres y las personas LGTBIQ+, por ejemplo, a las secciones de “sucesos, tendencias o crónica rosa”, que decía María Sanz, de la agencia Presentes. Por eso, hacer periodismo feminista también es tener una agenda propia que nos saque de las páginas en las que habitualmente aparecemos. Que ponga sobre la mesa de los de las americanas y las corbatas temas de economía con perspectiva de género como puede ser el trabajo en el hogar. Es más, supone cuestionar esas secciones -sucesos, internacional, economía-, cuestionar también los géneros -entrevista, reportaje, crónica- para aceptar, como explicó Andrea Momoitio, que “son los géneros fluidos también en el periodismo”, o aceptar que la jerarquía impuesta entre fuentes expertas y testimonios ya no es válida. En un oficio basado en la estructura básica de sujeto, verbo y predicado, el periodismo feminista cuestiona al sujeto y dinamita la naturaleza aparente de este lenguaje.

Programa
El ‘I Congreso de Periodismo Feminista María del Carmen Molifé’, organizado por Pikara Magazine, tuvo lugar los días 9 y de octubre. Durante la primera jornada tuvieron lugar cinco mesas de ponencias. En la mañana del segundo día se organizaron cuatro talleres simultáneos.

Mesas y ponentes

  • 1, 2, 3, ¡Las precursoras!: Mertxe Arratibel, de la revista Andra, Arantzazu Zugasti, de Revista Emakunde y Maylin Vergara, de la publicación ya extinta, Frida. Moderadora: Itziar Abad.
  • Redes de periodistas: de lo global a lo local. Ponentes: Lola Fernández, de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género, Ana Gaitero, de la Asociación de Periodistas Feministas de Castilla y León, y Maite Asensio, de Eragingune Feminista. Moderadora: Andrea Momoitio.
  • El papel de las agencias de noticias: conversatorio entre María Sanz, de la agencia Presentes latinoamericana, Cristina Pérez, de AmecoPress, y Cirenia Celestino, de CIMAC. Moderadora: Irantzu Varela
  • Los medios feministas: intervinieron Antonia Ceballos, del medio andaluz La Poderío, Carmen Figueras, de la plataforma de latinoamericana Amazonas, Mª Ángeles Fernández, de Pikara Magazine y Ana Iruretagoyena, de Klitto! Moderadora: Emilia Laura Arias.
  • Las periodistas feministas en medios: las ponentes fueron Goizalde Landabaso de Radio Euskadi, Onintza Irureta, de la revista Argia, Montse Boix, de TVE, Maite Asensio del diario Berria y Patricia Simón, del periódico La Marea. Moderadora: June Fernández.

Talleres

  • Violencia en redes contra comunicadoras. Impartido por la abogada Laia Serra. Lugar: WikiToki.
  • Los cuidados y autocuidados en la profesión. Dinamizado por Brenda Navarro y Ester Pagès. Lugar: Edificio La Bolsa.
  • ¿Dónde están las mujeres? El reto de la paridad entre analistas y expertas. Impartido por Itxaso Fernández y Arantza Gutiérrez, de Emakumeen Ikusgaitasuna Hedabideetan. Lugar: Pikara Magazine.
  • ¿Cómo hacer periodismo internacional con mirada feminista? Dinamizado por Patricia Simón. Lugar: Bilborock.
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