U TE(A)R US . Hoy soy libre
Si no cabemos en las narrativas hegemónicas de la 'maternidad', busquemos formas de parir nuestra contramitologías.
Sobre el proceso
Tengo muy buena relación con les niñes, una gran fascinación por el “milagro de la vida”, por los cambios corporales y por los procesos “animalescos” que ocurren al tener criaturas. Al mismo tiempo, como persona eurosudaka, blanca, lesbiana no binaria en un mundo ya superpoblado, la maternidad biológica siempre me pareció algo que no era para mí, puesto que “racionalmente” me parecía imposible de justificar y “accidentalmente”, improbable vivirlo. A pesar de eso, en un momento de mi vida, empecé a sentir de manera confusa, pero muy fuerte, que tenía algo que parir. A principios de 2016, cuando estaba en el clímax de ese cuestionamiento acerca de mi relación con “la maternidad” descubrí que mi útero tenía del tamaño de un vientre embarazado de cuatro meses, a raíz, no de un bebé, sino de un mioma (tumor benigno).
Empecé a preguntarme: si mi cuerpo es producto y productor de códigos e ideologías, ¿cómo vivir ese proceso de transformación corporal como un acto de imaginación política encarnada? Sentía muy claramente que en mi experiencia estaba implicada una trama de saberes y poderes que iba mucho más allá de mi cuerpo individual. Pasé un año buscando una manera de construirle un sentido a esas contradicciones, a sabiendas de que justo en estos lugares, en las complejidades de un entramado de discursos y sentires, es donde suelo encontrar posibilidades de (r)existir. Fui buscando herramientas tanto epistémicas como artísticas que me permitieran sentir agencia, que me ayudaran a (des)aprender, a interrumpir la cadena de producción de normatividad hegemónica y a inventar otra narrativa para mi cuerpo y sus relaciones.
Y así llegué a concebir este trabajo. Decidí someterme a una histerectomía para poder parir mi útero, expandido y deformado, como una escultura en carne propia que estuve construyendo y alimentando durante varios años en mi vientre. Al hacerlo visible al cuerpo-mundo, quise abrir un espacio de reflexión acerca de las diferentes batallas que se dan en ese órgano, proponiendo la posibilidad de que lo pensemos más allá de las imposiciones heteropatriarcales, colonialistas y capitalistas que lo suelen definir. Fue también un afirmar ante mí misma y el mundo que en aquel momento se terminaba mi descendencia genética, pero no la afectiva. ¡Hay tanto en el mundo que necesita cuidado! Con este proceso mi intención es contribuir a un panorama de contramitologías acerca de con quién y cómo “cuidar” y “hacer familia”, sin juicio, con creatividad y libertad. Mi historia es sólo una de millones de maneras de construir sentido de las experiencias con el útero y la maternidad. Tampoco es necesario que haga sentido para todes. A diferencia del pensamiento científico, en el arte —y en mí— una cosa y su opuesto pueden coexistir como verdades articuladas.
Sobre la perfomance
El día 19 de enero de 2017 me convertí en un cuerpo sin útero. Parí mi útero como una acción de arte-vida, haciendo visible esa compleja escultura sociocorporal nutrida durante 34 años por sistemas biológicos e ideológicos que estuvieron actuando en mí. Durante los días 18 y 19 de marzo, dos meses después de la cirugía, mi útero y yo nos relacionamos extracorporalmente en una acción duracional de 34 horas, una hora por cada año que estuvimos juntxs. Durante ese tiempo sentí su peso, compuesto no sólo por su materialidad, sino también por los significados personales, las presiones sociales y los poderes institucionales que habían estado operando sobre él. Me alimenté con agua y con huevos cocidos, elementos que consideré vinculados a este proceso por su “potencial vital”.
* El título U TE(A)R US es un juego donde la palabra útero se confunde con la expresión “usted nos rasga” en inglés..
Fotos de la performance: Isadora Newman, Pedro Braga, Leonardo Remor, Natalia Meneguzzi, Sissi Venturin, Tabaré Reynoso
Fotos de la cirugía: Fábio Petry