Nuestros cuerpos en primera línea para defender la Tierra
Las autoras relatan el devenir de la Cumbre del Clima y de la Cumbre Social del Clima, celebradas hace unos días en Madrid.
El tsunami feminista chileno ‘El violador eres tú’ también aterrizó en Madrid y se coló en los pasillos de la Cumbre del Clima. Porque el sistema patriarcal nos violenta, quiere dominar nuestros cuerpos, y el capitalismo es su aliado perfecto: lleva años rompiendo los equilibrios de la naturaleza y atentando contra los derechos humanos. “Cada vez que un defensor del medio ambiente sufre amenazas, violaciones o es asesinado, el violador eres tú”, dejaban claro las organizaciones feministas en el plenario de cierre de la COP 25, celebrada en Madrid a comienzos de diciembre.
La cita de Naciones Unidas se ha cerrado con una declaración descafeinada, muy desvinculada de las exigencias de la ciudadanía que inundó las calles de Madrid en una multitudinaria manifestación para exigir compromisos de reducción de emisiones a la altura de la emergencia marcada por la ciencia. El Plan de Acción de Género ha sido uno de los pocos éxitos alcanzados gracias a la presión de las organizaciones feministas, pero se queda corto sin medidas más contundentes.
“Estamos poniendo el cuerpo y siendo la primera línea de defensa de la Tierra en una guerra; porque nos están matando, están utilizando ejércitos y estructuras criminales aliándose con el narcotráfico para poder atentar contra nuestras vidas”, denunciaba con contundencia Laura Zúñiga, en uno de los plenarios de la Cumbre de los Pueblos, la cita paralela organizada por la sociedad civil que ha servido de contrapeso al greenwashing reinante en IFEMA. No en vano insistía en que, a su madre, Berta Cáceres, la asesinaron por luchar contra una represa, algo que muchos consideran energía limpia. La mitad de las muertes de defensores ambientales durante 2018 ocurrieron en Latinoamérica. Según cifras de la organización internacional Global Witness, el año pasado 164 personas perdieron la vida defendiendo su territorio y el medio ambiente. Pero Zúñiga y tantos otros que siguen apostando por la vida, tienen claro que rendirse no es una opción.
Las transnacionales y los grandes bancos siguen violando derechos humanos, pero ahora pertrechados de buenas intenciones con el greenwashing como bandera. Precisamente la incorporación de los derechos humanos a muchos de los textos de las negociaciones, entre ellos el artículo 6 sobre los mercados de carbono, ha sido uno de los grandes escollos que han hecho imposible el avance de las negociaciones, con el bloqueo permanente de Estados Unidos y Brasil.
Las que no tienen tierra a la que regresar
Olga y su familia ya saben lo que es emigrar por el cambio climático, sufrir por abandonar sus tierras, su familia y su modo de vida. Cada segundo, una persona abandona su hogar por causas relacionadas con el cambio climático. En el Corredor Seco centroamericano se alternan periodos cada vez más largos de sequías con lluvias torrenciales, arruinando los cultivos en una zona donde el 60 por ciento de la población vive bajo el umbral de la pobreza y depende de la agricultura de subsistencia. Se trata de una crisis humanitaria agravada por el cambio climático en la que la migración es en la mayoría de los casos la única alternativa de supervivencia.
Hemos construido un modelo de desarrollo que expulsa a las personas de sus hogares porque ya no pueden cultivar, pescar… Muchas ya no tienen casa ni tierra a la que regresar. Subsanar nuestra deuda ecológica con los países del Sur global es una cuestión de derechos humanos, pero los fondos destinados a la adaptación al cambio climático o a las pérdidas y daños que también se han abordado en esta Cumbre de Madrid siguen siendo insuficientes.
“Nahui Ollin, Sol del Movimiento”: tiempo de movernos para equilibrar el planeta
Eleonora Isunza y Pedro Piñeiro, directores de Cinema Planeta y Ecozine Film Festival, se han unido en esta COP 25 para reclamar más conciencia medioambiental, a través del cine como herramienta pedagógica. Una de las que estos días se han exhibido en varias ciudades españolas con motivo de la Cumbre del Clima es Nahui Ollin, “Sol de movimiento”. Este documental mexicano explora varios puntos de México para mostrar cómo el cambio climático ha ido avanzado en uno de los países con mayor biodiversidad. Una película coral que visibiliza el avance del cambio climático, reflejo de lo que acontece en otros lugares del mundo. “Unos lugares han ido para mejor y otros…. ya desaparecieron”, nos confirma con tristeza Eleonora Isunza, productora del film.
“Para la cultura mexica vivimos en la era Nahui Ollin, “Sol de movimiento”, el quinto sol, que se sitúa en el centro del calendario azteca. El centro es el quinto punto cardinal, el tiempo en el que vivimos ahora”, relata Isunza. En esta era, según la cultura azteca, el destino del mundo y nuestra misión es dar a conocer el aprendizaje adquirido durante nuestro paso por los cuatro puntos cardinales anteriores para movernos hacia el punto de equilibrio de la humanidad.
Nos preguntamos en qué momento abandonamos la sabiduría ancestral que nos conectaba con los elementos de la naturaleza para hallar en ella las respuestas en momentos de crisis. Y no encontramos mejor paralelismo con esta COP 25, en la que, por primera vez en la historia de la Cumbre del Clima, la Conferencia tiene que emigrar desde Chile a España, por la revolución social que está provocando la propia inacción de los Gobiernos ante lo que la naturaleza y los pueblos están reclamando: moverse para equilibrar las convulsiones de la tierra, los océanos, la atmósfera y los pueblos que viven y respiran en ella. “Hagamos juntos, exijamos que los gobiernos dejen de invertir en las transnacionales e inviertan en quienes protegemos los territorios; no olvidemos que la madre más violada es la Madre Tierra en la Amazonía”, reclamaba José Gregorio Díaz, de la Coordinadora de las organizaciones indígenas de la Cuenca Amazónica en un evento organizado por la plataforma de organizaciones de la sociedad civil Futuro en común.
Una transición justa real
Se trata en definitiva de apostar por la vida, como ya lo están haciendo miles de personas en todo el mundo reinventando la agricultura, la producción y el consumo de energía, apostando por la economía colaborativa, el cooperativismo y los principios del comercio justo, respetando los derechos humanos en toda la cadena de valor, fijando precios y salarios justos a la vez que cuidando la tierra y el entorno medioambiental.
“En la medida en la que los consumidores seamos más conscientes de cómo nuestras compras afectan a los campesinos y asumamos que una remuneración justa para ellos es parte de este cambio, estaremos votando a favor de este cambio de modelo que al final nos beneficia a todos”. Así de contundente hablaba Juan José Martínez en la charla ‘No habrá resiliencia climática sin justicia comercial’, lema que da nombre al posicionamiento del movimiento de Comercio Justo ante la COP25.
Y es que la producción a pequeña escala no solo supone la supervivencia de comunidades, sino que su modo de vida preserva a la vez la biodiversidad y deviene esencial en la conservación del ciclo natural de la vida. “Las familias viven en torno a su pequeña plantación, es su sustento, por lo que el terreno tiene su huerta para sustento de la familia, incluso con animales que generan una forma de abono natural a la tierra”, recordaba Martínez, presidente de la Organización Mundial de Comercio Justo en Europa, firmante también del manifiesto. En definitiva, biodiversidad que no solo frena la emisión de gases, sino que contribuye a reducir el efecto invernadero, generar masa forestal, salvar el pulmón y el corazón de la Pachamama.
Porque somos un todo.